lunes, 31 de julio de 2017

El ROSAL DE NUESTRA SEÑORA



PRIMER MISTERIO GOZOSO

“LA ANUNCIACIÓN A NUESTRA SEÑORA”


   El Anuncio del Ángel a Nuestra Señora nos anuncia a nosotros el misterio de la Encarnación. Decir la Encarnación del Hijo de Dios o la Redención del género humano, es decir lo mismo: La Redención es el fin, la Encarnación es el medio; y ambas son una misma cosa. La Encarnación es el misterio central de nuestra Religión, en el cual se cifran todos los otros, desde el Pecado Original hasta la Segunda Venida de Cristo.



   
   Los 15 misterios del Rosario están elegidos para que los fieles contemplen la Redención; agrupados en tres series, los “gozosos” que contienen la Encarnación, los “dolorosos” que contienen la Pasión y Muerte; y los “Gloriosos” que contienen nuestra esperanza, la Resurrección y el Triunfo de Cristo y su Santísima Madre; la cual con mucha razón es llamada la Corredentora.

   San Lucas dice en su capítulo primero: “Y entonces... envió Dios a Nazaret de Galilea al ángel Gabriel —
A una virgen desposada
Con un varón llamado José
De la estirpe de David
Y María era el nombre de la Virgen.
Viene después la salutación del Ángel que nosotros repetimos ahora 50 veces:
Salud, oh Agraciadísima
Dios contigo Bendita sobre todas las mujeres


   Sigue el anuncio de parte de Dios de que iba a dar a luz, si ella consentía, al Rey Mesías, que sería el Hijo de Dios, ambos títulos repetidos dos veces: "Dios le dará el trono de David su padre; reinará eternamente; será el Hijo del Altísimo; será el Hijo de Dios".

   La pregunta de María y la respuesta del Ángel nos revelan el misterio de la Concepción virginal de Jesucristo, que no es lo mismo que la Inmaculada Concepción de María; algunos confunden. El profeta Isaías y el profeta Jeremías habían vaticinado que una mujer virgen daría milagrosamente a luz un varón, permaneciendo virgen. El Ángel asegura a María que ella es; y la pregunta discreta de María: “¿Cómo podrá ser eso?”, nos revela que la hija de Joaquín y Ana había hecho voto de virginidad perpetua; cosa muy conocida hoy día pero desconocida entre los judíos. “Esta es la esclava del Señor; hágase en mí como lo has dicho”. Este consentimiento de la Virgen es una cosa tan grande como la creación del mundo: como el "Fiat" (hágase) que pronunció Dios siete veces en el comienzo de todas las cosas. Ahora comienza otro mundo, invisible y sobrenatural: el mundo de la Gracia de Dios, de la cual la Virgen fue proclamada, la cumbre: “Oh Agraciadísima”, que nosotros decimos “Oh llena de gracia”. La gracia es un don gratuito de Dios que nos pone en el camino de la vida eterna; nos hace merecedores y capaces de la vida eterna. Por ser llena de Gracia, María Santísima no heredó el pecado original; por ser llena de Gracia tuvo que resucitar y subir al cielo como su hijo; por ser llena de Gracia es ahora la intercesora de todas las gracias. Todas “las glorias de María”, que dicen, están contenidas en el Saludo del Ángel; que en la lengua griega (en la cual se escribieron los Evangelios) tiene siete palabras solamente. San Alfonso María de Ligorio glosó en un libro entero estas siete palabras: "Las glorias de María".


    
   Dios se hizo hombre. El Hijo de Dios, asumió una naturaleza humana completa, cuerpo y alma de hombre, y se llamó Jesús de Nazareth. Esto presupone el misterio de la Trinidad divina: Dios es Uno trino, hay en Dios tres núcleos de vida personal en una sola naturaleza o esencia divina. ¿Cómo qué, por ejemplo? Como nada en todo el mundo visible; no hay otro ejemplo en toda la Creación.

   “Para Dios no hay nada imposible” — dijo el Ángel a Nuestra Señora. Pero Dios hacerse hombre permaneciendo Dios parece imposible a la mente, más imposible que concebir una mujer sin acción de varón: durante unos treinta años una sola persona en el mundo supo eso, la Virgen Santísima: —y san José. Cristo lo dijo claramente al final de su predicación, y lo fue diciendo implícitamente durante toda ella. Tuvo que proceder pedagógicamente, pues el mundo no tenía orejas jara soportar semejante trueno, el misterio del Poder Absoluto y del Amor Absoluto del que creó de la nada el Universo. Si hubiese dicho al principio: “Yo soy Dios”, eso podría ser terriblemente malentendido; como lo fue de hecho por algunos incluso al final, cuando ya sus milagros lo habían vuelto un ser digno de todo crédito, “un hombre que vino de Dios”, como dijo el Ciegonato, Cuando Cristo dijo las tres tremendas palabras: “Yo y mi Padre somos una misma cosa”, “Antes que Abrahán existiese, yo Existo”, y “Todo lo que el Padre hace, lo hago yo al mismo tiempo” a todo el pueblo, y en él a sus enemigos, sus enemigos quisieron darle muerte por blasfemo; y al final se la dieron. Ante el Gobernador Romano, los Fariseos lo acusaron así: “Según nuestra Ley, este hombre debe morir, porque siendo hombre pretende ser Dios”. Eso no le importaba al pagano Pilato, pues los dioses paganos como Júpiter, Apolo y Venus, tenían según ellos hijos en la tierra; al revés, Pilatos se asustó. Entonces, para conseguir su muerte, los enceguecidos judíos recurrieron a una enorme mentira: “Este hombre se ha rebelado contra el Emperador; niega el tributo al César y anda promoviendo sublevaciones por Galilea.”


    
   Hoy día el mundo actual está abocado a la misma pregunta que hace 20 siglos los judíos de Jerusalén: “¿Cristo es Dios o Cristo no fue Dios?” desde la ciudad de San Juan hasta el Camerún, la Sierra Leona o las islas de la Oceanía. Hasta el último rincón del mundo ha llegado la noticia de que Jesús de Nazareth dijo que Él era Dios, y que unos 500 millones de hombres lo han creído; y durante 20 siglos todo el mundo civilizado lo ha creído. Nosotros hemos respondido a esa pregunta afirmativamente, y todo hombre tiene que responder uno u otro; porque si no responde por sí mismo, responden otros por él, y se lo llevan a empujones, a la Cortina de Fierro, por ejemplo.

   De la respuesta afirmativa o negativa depende el destino de la época actual; lo mismo que dependió el destino de la ciudad de Jerusalén en el año 30 del siglo primero de nuestra era. Jerusalén —o los que en ella mandaban— escogió la negativa. Jerusalén por eso justamente, y no por otra cosa, fue destruida a sangre y fuego, como su Mesías Jesús de Nazareth le había predicho — llorando.


ANUNCIACION

La esbeltez de su cuerpo flexible se ha plegado
como el tallo de alguna misteriosa azucena.
Se recoge y entorna su mirada serena
que el cielo del Oriente guardó maravillado.
Y cuando escucha arrullos y responde al Amado
en la quietud del éxtasis feliz que la enajena
cual madrigal excelso el AVE GRACIAPLENA
por vez primera un Ángel reza quedo a su lado.
Aliento de perfumes y claridad de gozo
inundan el retiro de la mujer sin mancha.
La humanidad desborda con un filial sollozo
centurias de esperanza. Y la Virgen María
al decir; "soy la esclava de mi Señor", ensancha
lo creado con gracia de perdón y alegría...

                                    BERNARDINO ABARZUA (Chileno - Siglo XX)




AVEMARIA

Salud, plenagraciada
Dios es contigo, onmigraciosa. Eres
La bendita entre todas las mujeres
Por la fruta en tu vientre bienhadada.

Tu intacta flor la fruta más sagrada
La sombra del Espíritu si quieres
Hará; y el Rey Eterno de los seres
Se hará criatura en ti, fuente sellada.

Madre de Dios, Santa María, a tu Hijo
Ruega por mí y los otros pecadores
Ahora y en la hora de la muerte

Conforme a lo que Él dijo
Ven a buscarme tú, flor de las flores;
Se cerrarán mis ojos para verte.




P. LEONARDO CASTELLANI

Rezo del Santo Rosario: día lunes.


HOY COMENZAMOS LA SEMANA SALUDANDO ESPECIALMENTE A NUESTRA SEÑORA.

Nuestras peticiones de hoy son:

ü Por la conversión de los pecadores y la mía.
ü En reparación de las injurias cometidas contra el Inmaculado Corazón de María.
ü En reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Nuestro Señor Jesús es ofendido constantemente.
ü Por nuestros sacerdotes, clero en general y por las vocaciones.
ü Por los países que sufren el flagelo de la violencia.
ü Por muchas familias católicas.
ü Por la pronta unión en matrimonio de Lara y Nico, que nuestra Madre del cielo los acompañe siempre.
ü Por los enfermos y por las personas que lo cuidan.
ü Por nuestros grupos católicos que son constantemente cerrados.
ü Por nosotros y nuestros pedidos personales…
ü Santo de hoy: San Ignacio de Loyola, patriarca y fundador de la Compañía de Jesús.


MISTERIOS GOZOSOS


1.     La Anunciación y la Encarnación del Verbo Divino. Fruto: La virtud de la humildad.
2.     La Visitación de María Santísima a su prima Santa Isabel. Fruto: La caridad fraterna.
3.     El Nacimiento del Niño Jesús en el portal de Belén. Fruto: El espíritu de pobreza.
4.     La Presentación del Niño Jesús en el Templo y la Purificación de Nuestra Señora. Fruto: La obediencia y la pureza.
5.     El Niño Jesús perdido y hallado nuevamente en el Templo. Fruto: Buscar siempre la voluntad de Dios.






SAN IGNACIO DE LOYOLA, patriarca y fundador. — 31 de julio (+ 1556).


   El gran celador de la mayor gloria divina, san Ignacio de Loyola, nació en la provincia de Guipúzcoa, y en la nobilísima casa de Loyola. Se crio desde niño en la corte de los reyes católicos y se inclinó a los ejercicios de las armas. Habiendo los franceses puesto cerco al castillo de Pamplona, Ignacio lo defendió con heroico valor, hasta que fue malamente herido. Agravándosele el mal, se le apareció el apóstol san Pedro, del cual era muy devoto, y a cuya honra había escrito un poema, y con esta visita del cielo comenzó a mejorar. En la convalecencia pidió algún libro de caballería para entretenerse, y como le trajesen, en lugar de estos libros, uno de la Vida de Cristo y otro de Vidas de santos, se encendió en su lección de suerte que determinó hollar el mundo. En este instante se sintió en toda la casa un estallido muy grande, y el aposento en que estaba Ignacio tembló, hundiéndose de arriba abajo una de las paredes. Sano de sus heridas, se partió para Montserrat, donde hizo confesión general, y colgó su espada y daga junto al altar de nuestra Señora, y dando los vestidos preciosos a un pobre, se vistió de un saco asperísimo. De allí partió para Manresa, donde por espacio de un año hizo vida austerísima y penitente en el hospital de santa Lucía y en una cueva cerca del río; en la cual ilustrado por el Espíritu Santo y enseñado de la Virgen santísima, escribió aquel famoso libro de los Ejercicios espirituales, que ha hecho siempre increíble fruto en la Iglesia de Dios. Pasó después a visitar los sagrados lugares de Jerusalén, y entendiendo que para ganar almas a Cristo eran necesarias las letras, volvió a España y estudió en Barcelona, en Alcalá y Salamanca, donde padeció por Cristo persecuciones, cárceles y cadenas. Acabó sus estudios en París y ganó para Dios nueve mancebos de los más excelentes de aquella florida universidad, y con ellos echó en el Monte de los Mártires los primeros cimientos de la Compañía de Jesús, que instituyó después en Roma, añadiendo a los tres votos de religión un cuarto voto de obediencia al Sumo Pontífice acerca de las Misiones. Aprobó Paulo III la nueva religión diciendo con espíritu de pontífice: Digitus Dei est hic. El dedo de Dios es éste: porque en efecto la Compañía de Jesús era un nuevo e invencible ejército que el Señor suscitaba para la propagación de la santa fe y defensa de la santa Iglesia combatida por los sectarios de estos últimos tiempos, discípulos de Lutero e imitadores de la rebeldía de Lucifer. Y así la Compañía de Jesús conquistó para Cristo muchos reinos de Asia, África y América, restauró en Europa la piedad cristiana y la frecuencia de sacramentos, y ha ilustrado la Iglesia con centenares de mártires, con millares, de nombres sapientísimos, y aun dando por ella la vida, y resucitando para volver a luchar como antes por la mayor gloria de Dios. Tal es el espíritu magnánimo que infundió san Ignacio en su santa Compañía; el cual después de haberla gobernado por espacio de dieciséis años, a los sesenta y cinco de su edad descansó en la paz del Señor.

Reflexión: Si quieres alcanzar el espíritu de Jesucristo que informaba el alma de san Ignacio, lo hallarás en sus Ejercicios espirituales. Dice el pontífice León XIII, que al conocerlos, no pudo menos de exclamar: He aquí el alimento que deseaba para mi alma. (Alocución de León XIII al clero de Carpineto).

Oración: Oh Dios que para propagar la mayor gloria de tu nombre, diste un nuevo socorro a la Iglesia militante por medio del bienaventurado Ignacio, concédenos que peleando con su ayuda y ejemplo en la tierra, merezcamos ser coronados con él en el cielo. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.


FLOS SANCTORVM


DE LA FAMILIA CRISTIANA


domingo, 30 de julio de 2017

SAN ABDÓN Y SAN SENÉN, mártires. 30 de julio. (+250).


   Los nobilísimos y portentosos mártires de Cristo Abdón y Senén fueron persas de nación, y caballeros principales y muy ricos en su patria; los cuales siendo cristianos y viendo padecer a los que lo eran graves tormentos y muertes atroces, imperando Decio y persiguiendo crudamente a la Iglesia, se ocupaban en consolar las almas de los que padecían por Cristo, y en dar sepultura a los cuerpos de los que con muerte habían alcanzado la vida. Supo esto Decio: le mandó prender y traer a su presencia, habiéndolos oído, y sabiendo por su misma confesión que eran cristianos, les mandó echar cadenas y prisiones, y guardar con otros cautivos de su misma nación que tenía presos, porque quería volver a Roma y entrar triunfando, y acompañado de todos estos presos y cautivos para que su triunfo fuese más ilustre y glorioso. Se hizo así: entró en Roma el emperador con gran pompa acompañado de gran multitud de persas cautivos, entre los cuales iban los santos mártires Abdón y Senén ricamente vestidos, como nobles que eran, y como presos, cargados de cadenas y grillos. Después mandó Decio a Claudio, pontífice del Capitolio, que trajese un ídolo y le pusiese en un altar, y exhortándoles que le adorasen, porque así gozarían de su libertad, nobleza y riquezas. Más los santos, con gran constancia y firmeza, le respondieron que ellos a solo Jesucristo adoraban y reconocían por Dios, y a Él le habían ofrecido sacrificio de sí mismos. Los amenazó con las fieras, y ellos se rieron. Los sacaron al anfiteatro, y quisieron por fuerza hacerlos arrodillar delante de una estatua del sol, que allí estaba; pero los mártires la escupieron, y fueron azotados y atormentados cruelmente con plomos en los azotes, y estando desnudos y llagados, aunque vestidos de Cristo y hermoseados de su divina gracia, soltaron contra ellos dos leones ferocísimos y cuatro osos terribles, los cuales, en lugar de devorar a los santos, se echaron a sus pies y los reverenciaron, sin hacerles ningún mal. El juez Valeriano, atribuyendo este milagro a arte mágica, mandó que los matasen; y allí los despedazaron con muchos y despiadados golpes y heridas que les dieron, y sus almas hermosas y resplandecientes subieron al cielo a gozar de Dios, dejando sus cuerpos feos y revueltos en su sangre. Los cuales estuvieron tres días sin sepultura, para escarmiento y terror de los cristianos; pero después vino Quirino, subdiácono (que se dice escribió la vida de estos santos), y de noche recogió sus sagrados cadáveres y los puso en un arca de plomo, y los guardó en su casa con gran devoción. E imperando el gran Constantino, por revelación celestial fueron descubiertos y trasladados al cementerio de Ponciano.

Reflexión: Decía Marco Tulio, adulando al emperador Cayo César que acababa de perdonar generosamente a Marco Marcelo: «Has rendido muchas naciones y domado gentes bárbaras y triunfado de todos tus enemigos; pero hoy has alcanzado la más ilustre victoria, porque perdonando a tu enemigo te has vencido a ti mismo». ¿Pues quién duda que según esta filosofía, mayor victoria alcanzaron los santos Abdón y Senén atados al carro triunfal de Decio, que el otro emperador que acababa de sujetar a los persas? ¡Oh! ¡Cuán grande gloria es padecer afrentas por Cristo! «Más gloriosa, dice san Crisóstomo, es esa ignominia que la honra de un trono real, y del imperio del mundo».


Oración: Oh Dios, que concediste a tus bienaventurados mártires Abdón y Senén un don copioso de tu gracia, para llegar a tan grande gloria; otórganos a rastros, siervos tuyos, el perdón de nuestros pecados, para que por sus méritos nos veamos libres de todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

FLOS SANCTORUM

DE LA FAMILIA CRISTIANA


Rezo del Santo Rosario: día domingo.


HOY DÍA DOMINGO DEDICADO A NUESTRO SEÑOR.

Nuestras peticiones de hoy acudiendo a la Santa Misa son:

ü Por la conversión de los pecadores.
ü En reparación de las injurias cometidas contra el Inmaculado Corazón de María.
ü En reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Nuestro Señor Jesús es ofendido constantemente.
ü Por nuestros sacerdotes, clero en general y por las vocaciones.
ü Por los países que sufren el flagelo de la violencia.
ü Por muchas familias católicas.
ü Por la pronta unión en matrimonio de Lara y Nico, que nuestra Madre del cielo los acompañe siempre.
ü Por los enfermos y por las personas que lo cuidan.
ü Por nuestros grupos católicos que son constantemente cerrados.
ü Por nosotros y nuestros pedidos personales…
ü Santos de hoy: Santos Abdón y Senén.


MISTERIOS GLORIOSOS

1.    La Resurrección en gloria de Nuestro Señor Jesucristo. Fruto: La Fe.
2.    La ascensión de Nuestro Señor Jesucristo a los cielos. Fruto: La Esperanza y el deseo del Cielo.
3.    La Venida del Espíritu Santo sobre María Santísima y los Apóstoles. Fruto: La Caridad y los Dones del Espíritu Santo.
4.    La Asunción de María Santísima en cuerpo y alma al cielo. Fruto: La gracia de una buena muerte.
5.    La Coronación de María Santísima como Reina y Señora de todo lo creado. Fruto: La verdadera devoción a la Santísima Virgen.





sábado, 29 de julio de 2017

LA PUERTA DEL CIELO



La Iglesia ha insertado en las Letanías de la Virgen esta significativa invocación:

María, puerta del cielo, ruega por nosotros.

   María es la puerta del cielo. Nadie entra en una casa sin pasar por la puerta. No se puede entrar por ningún otro sitio so pena de ser considerado y tomado por ladrón.

   Tampoco se puede entrar en el cielo sin pasar por la puerta que ha puesto Dios y esta puerta es María.

   El cielo se llama y es en verdad el lugar de delicias, pero no lo es sino por la posesión de Jesucristo; realidad tan cierta que podemos afirmar que el cielo no es otra cosa que Jesucristo, Dios.

   Pero la puerta de ese cielo, la puerta del Corazón de Jesús es María. Es inútil pretender la entrada sin pasar por Ella. María fue la puerta por donde Jesucristo entró en el mundo y Ella debe ser también la puerta por donde nosotros entremos en el cielo.

   El cielo es la posesión de Dios; posesión de su amor, de su gloria e incluso de su eternidad en cuanto una criatura puede participar de ella; eternidad que para nosotros tendrá principio pero no habrá fin.

   Pues el intermedio indispensable para alcanzar esa posesión y la puerta por la que tenemos que ingresar en la posesión de «lo que ni el ojo del hombre vio, ni el oído oyó, ni entendimiento creado puede comprender», es también María.

   El cielo es la visión de Dios. Es mirarle «cara a cara». Visión de su grandeza, de su poder, de su amor y de las obras incomprensibles de su omnipotencia en la tierra y de sus divinos atributos. Visión que nos transportará en eterno éxtasis y abrirá nuestros labios con el himno jamás desde entonces interrumpido de Sanctus, Sanctus, Sanctus.

   Y la puerta que tenemos que pasar para gozar de la visión divina y por donde nos tiene que llegar es siempre María, únicamente María.

   El cielo es, finalmente, la manifestación de la gloria de Dios. Aquí en la tierra la gloria divina se desconoce y a veces hasta se desprecia; no brilla sino a intervalos y como a través de un velo.

   Allí en el cielo es donde se manifiesta con todo su deslumbrante resplandor y en toda su extensión, sin velos ni mezclas que la desluzcan. Esa gloria nos envolverá, nos penetrará, nos transformará y nos hará participantes de la bienaventuranza divina.

   Pero la custodia de esa gloria, y el cristal puro y lucido a través del cual irradiará será también María, siempre María. ¡Oh! « ¡Alegraos, Virgen gloriosa!», exclama entusiasmada la Iglesia. Toda la gloria que desciende de Dios para coronar las frentes humanas tiene que pasar por Vos, así como la gloria que los pobres mortales tributan a su divina Majestad no sube hasta el Altísimo sino por vuestras manos inmaculadas.

   ¡Oh, cuánta razón tienen los santos para decir: ¡Todo por María, nada sin María!


  
   Sí, ciertamente; todo nos viene por María, puesto que todo lo que desciende del cielo a nosotros: gracias, auxilios, luces y consuelos, todo pasa por la puerta que es María.

   Y todo lo que sube al cielo: oraciones, sacrificios y virtudes, todo debe también pasar por su puerta, por las manos de María. ¿Habíamos comprendido el profundo significado de esta invocación: María, puerta del cielo, ruega por nosotros?

   Pero, si podemos hablar así, no existe sólo el cielo del cielo, es decir, Jesucristo glorificado, manifiesto en el empíreo; existe además el cielo de la tierra, o Jesucristo paciente, manifiesto en el Sacramento del altar. Y siendo María la puerta del primer cielo, lo es también del segundo, ya que éste no difiere de aquél sino en que Jesús aquí está oculto y allí glorioso.

   María es la puertecita del sagrario; para llegar a Jesús Hostia hay que pasar antes por María; y para que Jesús Sacramentado venga a nosotros, como está encerrado, tiene que pasar por la puerta de su prisión de amor, es decir, por María.



  
   Dulce y consolador pensamiento que nos descubre las conmovedoras y reales relaciones que median entre la sagrada Eucaristía y nuestra dulce Madre. Jesús está realmente presente en el Sacramento del amor. Tras la puerta visible del sagrario lo oculta una pequeña Hostia como tras la puerta invisible de su Madre oculta los resplandores de su gloria y modera el fuego de su amor.

   ¿Podemos afirmar que María está de algún modo presente en la sagrada Eucaristía?

   No conseguimos comprender cómo ni hallamos palabras adecuadas para expresarlo; pero allí está con Jesús y por Jesús.

   Aquí falla toda comparación entre las relaciones que existen entre una madre y su hijo, pues la intimidad y las relaciones de Jesús con su Madre no están al alcance y comprensión de nuestras pequeñas inteligencias.


   
   Recordemos únicamente que Jesús es y sigue siendo siempre Hijo del hombre, en su calificativo propio... Si es Hijo del hombre, es, por consiguiente, Hijo de María.

   La Eucaristía es, por otra parte, la continuación de la Encarnación. Ahora bien, la Encarnación es María engendrando a Jesucristo a la vida humana. Por eso la sagrada Eucaristía es también María engendrando a Jesucristo a la vida sacramental. Y así como el primer misterio se llevó a cabo por María, del mismo modo el segundo, que es su prolongación, tiene lugar por María.

   Jesús, al nacer en Belén, nació de María; Jesús, al nacer en el altar por la palabra y en las manos del sacerdote, nace también de María.

   ¿Preguntaremos aún si María está presente en la celebración de este misterio y qué es lo que hace Ella en particular?

   Ella introduce a Jesucristo en el mundo y lleva a las almas a su divino Hijo. Es, en una palabra, en todas partes y para todos la Puerta del cielo.



¡Oh María, Puerta del cielo, ruega por nosotros!

   Escucha, piadoso hijo de María, una página regalada del P. Nieremberg en su precioso librito La amabilidad de María, libro que destila profundo espíritu de esclavitud mariana:

«Los que comulgan se pueden tener por más hijos de la Virgen, ya que en cierta manera se hacen sus hijos naturales. Los demás son hijos de esta Señora por adopción o afecto; pero los que llegan a comulgar pueden preciarse de ser más que esto, como si fueran hijos por naturaleza. La razón es porque se hacen un cuerpo y sangre con el Cuerpo y Sangre de Jesús, a quien de sus entrañas dio a luz María; y como se hacen una carne con la del Hijo natural de María, son también como hijos naturales suyos. Ella los mira como a su cuerpo y sangre, y los trata como si Ella los diera a luz, pues al fin dio a luz a Aquel con quien se hacen uno con unión real y substancial. Y no es mucho que la Virgen los mire de tal modo, pues el mismo Jesús los mira como su mismo cuerpo. Por lo cual, los que comulgamos muchas veces, sobre todo los sacerdotes, tenemos que mirar a María como a Madre natural y más Madre nuestra que de otros. De aquí se ha de sacar una devoción muy agradable a esta Señora, que es comulgar con gran devoción y tener gran afecto a este sacramento, por el cual nos hacemos de la manera dicha como hijos naturales suyos.

»Consideramos que todo lo que se nos da allí por la fuerza de las palabras de la consagración es solamente lo que tomó Jesús de esta Señora, que es la Carne y Sangre que recibió de sus entrañas; y que no tenemos otros huesos y reliquias del cuerpo de María si no es en el Santísimo Sacramento, del cual, como dicen los santos que es una extensión de la Encarnación, también se puede decir que es una extensión de la filiación natural de esta gran Madre.

»Llega esto a tanto que a los que comulgan hace María reverencia como si fueran el mismo Cristo; como fue revelado a Santa Bienvenida y a San Benito después de haber dicho una misa, que oyó la Virgen, dándole luego una rica vestidura. La Eucaristía es regalo muy propio de María para remediar el daño de aquel bocado que ofreció Eva para perdición nuestra; pues así como de Eva salió aquel daño, de María salió su antídoto; y así como el veneno no fue más que lo que dio Eva, el remedio es lo que dio María.

»Hay que considerar también que tanto estimó Dios el cuerpo que recibió de la Virgen que nunca se apartó de él la divinidad; y aunque lo dejó su propia alma, desuniéndose de él, nunca lo dejó la divinidad. Dejó de ser hombre, pero nunca aquel cuerpo formado de la carne de María dejó de ser Dios».


   
   ¿Comprendes ahora, piadoso hijo de María, lo que puedes esperar de la vida de intimidad con la dulcísima Virgen? 

   Si permaneces siempre junto a esta divina puerta se te abrirá para todo. En la tierra, por María tendrás entrada a Jesús Sacramentado y por María Jesús vendrá a ti.

   En el cielo, por María entrarás a Jesús glorificado y por María Jesús vendrá a comunicarse contigo.

   El dulce Hijo de María coronará allí arriba la vida de intimidad con su divina Madre con la posesión de Sí mismo. ¿No es, acaso, en la gloria, como lo fue en el mundo, el fruto bendito de María y la flor abierta sobre el virginal tallo de Jesé, alimentada con la savia de la humildad de la Inmaculada y glorificada con su amor?


   
   Ve, pues, a María, ve con plena confianza. Vive junto a Ella y por Ella ama a Jesús; glorifica a Jesús, para que un día este dulce Salvador de nuestras almas te glorifique por su Madre y te introduzca en el cielo por la espaciosa y segura puerta que se llama: La Virgen Madre de Dios.



EJEMPLO Un íntimo de la Santísima Virgen
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