miércoles, 10 de mayo de 2017

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE FÁTIMA. DÍA 8.





“No se aparte María de tu boca,
No se aparte de tu corazón; y para
Conseguir la ayuda de su intercesión,
No te desvíes de los ejemplos de su
Virtud. Si la sigues, no te extravías;
Si la ruegas, no desesperas; si en
Ella piensas, no te pierdas. Si Ella
Te tiene de su mano, no caes; Si Ella
Te protege, nada temas; si Ella te
Guía, no te fatigas; si Ella te
Ampara, llegas al puerto…”
(San Bernardo).




DÍA OCTAVO (11 de mayo)



Por la señal…  +
Acto de contrición…



ORACIÓN PREPARATORIA
(Para todos los días)



     Santa maría, Reina de los cielos, Madre de Nuestro Señor Jesucristo y de la Iglesia, mírame a tus pies humildemente postrado, contemplándote como arco iris de paz, de bondad y de misericordia. Acudo a suplicarte protección, porque sé que nadie se libra de males, ni consigue salvación, ni logra gracia alguna, a no ser por tu poderosa intercesión.

     Concédeme, oh Madre de piedad, aquellas interiores disposiciones que inculcaste a los tres niños pastorcitos por medio del Ángel de la Paz. Unido a ellos, quiero hacerte esta novena para obtener la solución favorable en los conflictos que me afligen (o para darte las más rendidas gracias por los beneficios alcanzados).


     Por eso quiero también con ellos y con el Ángel repetir fervorosamente:


     “Oh Dios mío, creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman”.

     “Santísima Trinidad, Padre e Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco, con adoración profunda, el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes que se os infieren”.

     “Por los méritos infinitos de tu Sagrado Corazón y por la intercesión del Corazón Inmaculado de María, os pido la conversión de los pecadores”, y las gracias que solicito en esta novena. Así sea. 






LA SANTÍSIMA VIRGEN PIDE QUE SE VIVAN Y CUMPLAN LAS 
PROMESAS DEL BAUTISMO




CONSIDERACIÓN. — El demonio es el enemigo de Dios. Como nada puede contra El, trata de atacar continuamente al hombre, que es imagen de Dios, impulsándolo a toda clase de pecados. El pecado es el mayor mal del mundo. La Virgen afirmó en la última aparición de Fátima que había venido para exhortar a los fieles a cambiar de vida, a no afligir con el pecado a Nuestro Señor, que está tan ofendido. Por eso, nada aborrecían tanto los tres niños pastorcitos como al demonio y al pecado. Temblaban cuando oían decir a su cura párroco que “todo podía ser un engaño del demonio”.

     Tenían horror a cuanto oliera a pecado. Se deduce de las palabras de la vidente Jacinta a su madrina:

     “Ser pura de cuerpo es guardar castidad; ser pura de alma es no cometer ningún pecado.”

     “La Virgen me enseño todo esto”.

     Y continúa: “Los pecados de impureza son los que más almas precipitan al infierno. Habrá modas que ofenderán mucho a Nuestro Señor. La Iglesia no tiene modas. Jesús es siempre el mismo. Las guerras y discordias son castigos  por los pecados del mundo. Si no se cambia de vida vendrá el castigo”.

     Estas exhortaciones nos explican cómo la vida de los tres pastorcitos fue una perseverante renuncia al mundo, demonio y carne.





     La santidad no se compone tan sólo de obras grandes, asombrosas, deslumbrantes, de sufrimientos de primer orden, de generosidades heroicas, sino particularmente de una cantidad de pequeños actos de amor, de pequeñas virtudes, de pequeñeces, que casi siempre pasan inadvertidas a los ojos de los hombres; pero no a los ojos de Dios, que todo lo ve, pesa y valora.

     Recuerda que en fecha memorable dijiste: “En este día solemne de mi primera Comunión renuevo la promesa del santo Bautismo. Renuncio para siempre, al mundo, al demonio y a sus engaños, y prometo servir a Jesucristo por siempre jamás. Amén”.

     ¿Se parece tu vida a las consignas dadas por la Virgen  a los tres videntes? ¿Has comenzado a cumplir el Mensaje de tu Madre Celestial?...




MEDITA este pensamiento de San Alfonso María de Ligorio: 

“Se puede rezar y pecar; se puede comulgar y pecar; pero no se 

puede meditar y pecar”. Pide cumplir con las promesas del 

Bautismo.




EJEMPLO


   Doña Dulce Magalhaes Moreira de Sa, natural de Porto y casada con un comandante de Estado Mayor, fue atacada en 1935 por horribles dolores que la impedían levantarse de la cama. Ni sentarse podía en el lecho. Los médicos unánimemente reconocían que no había remedio humano para curarla. Sin resultado acuden a los mejores especialistas portugueses. Se sugirió llevarla a Lourdes; ella prefirió ir a Fátima. Se le opone el esposo. Al fin, cede. Cuando llegó a Cova de Iria parecía un cadáver. La examinan en la Oficina de Verificación de enfermos y afirman que no existe remedio humano. Asiste con otros enfermos a la Misa del 13 de mayo de 1939 y al recibir la bendición con el Santísimo prorrumpe a gritos: “Nuestra Señora de Fátima, Madre de Dios, me ha curado” y se levantó sana en presencia de una multitud entusiasmada.





ORACIÓN FINAL



     Oh dulcísima Reina del mundo, Madre de Dios y nuestra, que, al aparecerte con rostro dolorido a los tres niños pastorcitos, nos has pedido la fiel observancia de los mandamientos divinos, el rezo cotidiano del Rosario, la reparación y la consagración a tu Inmaculado Corazón, a fin de conseguir la ansiada paz mundial; impulsado por el filial anhelo de complacerte, acudo a prometerte la real correspondencia a tus deseos y a implorar que protejas al Papa, a los obispos, a los sacerdotes, a los religiosos y demás fieles cristianos. Orienta, bondadosa Reina de la paz, a los gobernantes; convierte a los pecadores y paganos; consuela a los afligidos y perseguidos. Cura, oh Virgen de las fuentes milagrosas, a los enfermos; asiste a los agonizantes y alivia a las almas del Purgatorio. Te ruego, en fin, oh Blanca y Peregrina Señora del Rosario, por todas mis necesidades… (Pida cada uno la gracia que desea alcanzar).
     Yo, confiado en tu omnipotencia suplicante, me abandono en tus amorosos brazos. Recíbeme, como hijo, en tu maternal regazo. Y no me desampares en la vida ni en la muerte.
     Así sea. 



     NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA, REINA DE LA PAZ,
         RUEGA POR NOSOTROS.



     NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA, REINA DEL ROSARIO,
        RUEGA POR NOSOTROS.



  NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA, SALUD DE LOS ENFERMOS,
     RUEGA POR NOSOTROS.




NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA, CONSUELO DE LOS DESAMPARADOS, RUEGA POR NOSOTROS.





¡OH DULCE CORAZÓN DE MARÍA, SED LA SALVACIÓN DEL ALMA MÍA!





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