“No se aparte María de tu boca,
No se aparte de tu corazón; y para
Conseguir la ayuda de su intercesión,
No te desvíes de los ejemplos de su
Virtud. Si la sigues, no te extravías;
Si la ruegas, no desesperas; si en
Ella piensas, no te pierdas. Si Ella
Te tiene de su mano, no caes; Si Ella
Te protege, nada temas; si Ella te
Guía, no te fatigas; si Ella te
Ampara, llegas al puerto…”
(San Bernardo).
DÍA OCTAVO (11 de mayo)
Por
la señal… +
Acto
de contrición…
ORACIÓN
PREPARATORIA
(Para
todos los días)
Santa maría, Reina de los cielos, Madre de
Nuestro Señor Jesucristo y de la Iglesia, mírame a tus pies humildemente
postrado, contemplándote como arco iris de paz, de bondad y de misericordia.
Acudo a suplicarte protección, porque sé que nadie se libra de males, ni
consigue salvación, ni logra gracia alguna, a no ser por tu poderosa
intercesión.
Concédeme, oh Madre de piedad, aquellas
interiores disposiciones que inculcaste a los tres niños pastorcitos por medio
del Ángel de la Paz. Unido a ellos, quiero hacerte esta novena para obtener la
solución favorable en los conflictos que me afligen (o para darte las más
rendidas gracias por los beneficios alcanzados).
Por eso quiero también con ellos y con el
Ángel repetir fervorosamente:
“Oh Dios mío, creo, adoro, espero y os amo. Os pido
perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman”.
“Santísima Trinidad,
Padre e Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco, con adoración profunda, el
preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,
presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes que
se os infieren”.
“Por los méritos
infinitos de tu Sagrado Corazón y por la intercesión del Corazón Inmaculado de
María, os pido la conversión de los pecadores”, y
las gracias que solicito en esta novena. Así sea.
LA SANTÍSIMA VIRGEN PIDE QUE SE VIVAN Y CUMPLAN LAS
PROMESAS DEL
BAUTISMO
CONSIDERACIÓN.
—
El demonio
es el enemigo de Dios. Como nada puede contra El, trata de atacar
continuamente al hombre, que es imagen de Dios, impulsándolo a toda clase de
pecados. El
pecado es el mayor mal del mundo. La Virgen afirmó en la última
aparición de Fátima que había venido para exhortar a los fieles a cambiar de
vida, a no afligir con el pecado a Nuestro Señor, que está tan ofendido. Por
eso, nada aborrecían tanto los tres niños pastorcitos como al demonio y al
pecado. Temblaban cuando oían decir a su cura párroco que “todo podía ser un engaño del demonio”.
Tenían horror a cuanto oliera a pecado. Se
deduce de las palabras de la vidente Jacinta a su madrina:
“Ser pura de cuerpo
es guardar castidad; ser pura de alma es no cometer ningún pecado.”
“La Virgen me enseño
todo esto”.
Y continúa:
“Los pecados
de impureza son los que más almas precipitan al infierno. Habrá modas que
ofenderán mucho a Nuestro Señor. La Iglesia no tiene modas. Jesús es siempre el
mismo. Las guerras y discordias son castigos
por los pecados del mundo. Si no se cambia de vida vendrá el castigo”.
Estas exhortaciones nos explican cómo la
vida de los tres pastorcitos fue una perseverante renuncia al mundo, demonio y carne.
La santidad no se compone tan sólo de
obras grandes, asombrosas, deslumbrantes, de sufrimientos de primer orden, de
generosidades heroicas, sino particularmente de una cantidad de pequeños actos
de amor, de pequeñas virtudes, de pequeñeces, que casi siempre pasan inadvertidas
a los ojos de los hombres; pero no a los ojos de Dios, que todo lo ve, pesa y
valora.
Recuerda que en fecha memorable dijiste:
“En este día
solemne de mi primera Comunión renuevo la promesa del santo Bautismo. Renuncio
para siempre, al mundo, al demonio y a sus engaños, y prometo servir a Jesucristo
por siempre jamás. Amén”.
¿Se parece tu vida a
las consignas dadas por la Virgen a los
tres videntes? ¿Has comenzado a cumplir el Mensaje de tu Madre Celestial?...
MEDITA
este pensamiento de San Alfonso María de Ligorio:
“Se puede
rezar y pecar; se puede comulgar y pecar; pero no se
puede meditar y pecar”.
Pide cumplir con las promesas del
Bautismo.
EJEMPLO
—
Doña
Dulce Magalhaes Moreira de Sa, natural de Porto y
casada con un comandante de Estado Mayor, fue atacada en 1935 por horribles
dolores que la impedían levantarse de la cama. Ni sentarse podía en el lecho.
Los médicos unánimemente reconocían que no había remedio humano para curarla.
Sin resultado acuden a los mejores especialistas portugueses. Se sugirió
llevarla a Lourdes; ella prefirió ir a Fátima. Se le opone el esposo. Al fin,
cede. Cuando llegó a Cova de Iria parecía un cadáver. La examinan en la Oficina
de Verificación de enfermos y afirman que no existe remedio humano. Asiste con
otros enfermos a la Misa del 13 de mayo de 1939 y al recibir la bendición con el
Santísimo prorrumpe a gritos: “Nuestra Señora de Fátima, Madre de Dios, me ha curado” y se levantó sana en presencia de una multitud
entusiasmada.
ORACIÓN
FINAL
Oh dulcísima Reina del mundo, Madre de
Dios y nuestra, que, al aparecerte con rostro dolorido a los tres niños
pastorcitos, nos has pedido la fiel observancia de los mandamientos divinos, el
rezo cotidiano del Rosario, la reparación y la consagración a tu Inmaculado
Corazón, a fin de conseguir la ansiada paz mundial; impulsado por el filial
anhelo de complacerte, acudo a prometerte la real correspondencia a tus deseos
y a implorar que protejas al Papa, a los obispos, a los sacerdotes, a los
religiosos y demás fieles cristianos. Orienta, bondadosa Reina de la paz, a los
gobernantes; convierte a los pecadores y paganos; consuela a los afligidos y
perseguidos. Cura, oh Virgen de las fuentes milagrosas, a los enfermos; asiste
a los agonizantes y alivia a las almas del Purgatorio. Te ruego, en fin, oh
Blanca y Peregrina Señora del Rosario, por todas mis necesidades… (Pida cada uno la gracia que desea
alcanzar).
Yo, confiado en tu omnipotencia
suplicante, me abandono en tus amorosos brazos. Recíbeme, como hijo, en tu
maternal regazo. Y no me desampares en la vida ni en la muerte.
Así sea.
NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA, REINA DE LA PAZ,
RUEGA
POR NOSOTROS.
NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA, REINA DEL ROSARIO,
RUEGA
POR NOSOTROS.
NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA, SALUD DE LOS ENFERMOS,
RUEGA
POR NOSOTROS.
NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA, CONSUELO DE LOS DESAMPARADOS, RUEGA POR NOSOTROS.
¡OH DULCE CORAZÓN DE MARÍA, SED LA SALVACIÓN DEL ALMA MÍA!
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