PRIMER MISTERIO GOZOSO
“LA ANUNCIACIÓN A NUESTRA
SEÑORA”
El
Anuncio del Ángel a Nuestra Señora nos anuncia a nosotros el misterio de la
Encarnación. Decir la Encarnación del Hijo de Dios o la Redención del género
humano, es decir lo mismo: La Redención es el fin, la Encarnación es el medio;
y ambas son una misma cosa. La Encarnación es el misterio central de nuestra
Religión, en el cual se cifran todos los otros, desde el Pecado Original hasta
la Segunda Venida de Cristo.
Los 15 misterios del Rosario están elegidos
para que los fieles contemplen la Redención; agrupados en tres series,
los “gozosos” que contienen la Encarnación, los “dolorosos” que contienen la Pasión y Muerte; y los “Gloriosos” que contienen nuestra esperanza, la Resurrección y el
Triunfo de Cristo y su Santísima Madre; la cual con mucha razón es llamada la Corredentora.
San Lucas dice en su capítulo primero:
“Y
entonces... envió Dios a Nazaret de Galilea al ángel Gabriel —
A una virgen desposada
Con un varón llamado José
De la estirpe de David
Y María era el nombre de la Virgen.
Viene
después la salutación del Ángel que nosotros repetimos ahora 50 veces:
Salud, oh Agraciadísima
Dios contigo Bendita sobre todas las mujeres
Sigue el anuncio de parte de Dios de que iba
a dar a luz, si ella consentía, al Rey Mesías, que sería el Hijo de Dios, ambos
títulos repetidos dos veces: "Dios le dará el trono de David su padre; reinará
eternamente; será el Hijo del Altísimo; será el Hijo de Dios".
La
pregunta de María y la respuesta del Ángel nos revelan el misterio de la
Concepción virginal de Jesucristo, que no es lo mismo que la Inmaculada
Concepción de María; algunos confunden. El profeta Isaías y el profeta Jeremías
habían vaticinado que una mujer virgen daría milagrosamente a luz un varón,
permaneciendo virgen. El Ángel asegura a
María que ella es; y la pregunta discreta de María: “¿Cómo podrá ser eso?”, nos revela que la hija de Joaquín y Ana había
hecho voto de virginidad perpetua; cosa muy conocida hoy día pero desconocida
entre los judíos. “Esta es la esclava del Señor; hágase en mí como lo has
dicho”. Este consentimiento de la Virgen es una cosa tan grande como
la creación del mundo: como el "Fiat" (hágase) que pronunció Dios siete veces en el comienzo de
todas las cosas. Ahora comienza otro mundo, invisible y sobrenatural: el mundo de la
Gracia de Dios, de la cual la Virgen fue proclamada, la cumbre: “Oh Agraciadísima”, que nosotros decimos “Oh llena de gracia”.
La gracia es un don gratuito de
Dios que nos pone en el camino de la vida eterna; nos hace merecedores y capaces de la vida eterna. Por ser llena
de Gracia, María Santísima no heredó el pecado original; por ser llena de
Gracia tuvo que resucitar y subir al cielo como su hijo; por ser llena de
Gracia es ahora la intercesora de todas las gracias. Todas “las glorias de
María”, que dicen, están contenidas en el Saludo
del Ángel; que en la lengua griega (en la cual se escribieron los Evangelios)
tiene siete palabras solamente. San Alfonso María de Ligorio glosó en un
libro entero estas siete palabras: "Las glorias de María".
Dios
se hizo hombre. El Hijo de Dios, asumió una naturaleza humana completa,
cuerpo y alma de hombre, y se llamó Jesús de Nazareth. Esto presupone
el misterio de la Trinidad divina: Dios
es Uno trino, hay en Dios tres núcleos de vida personal en una sola
naturaleza o esencia divina. ¿Cómo qué, por ejemplo? Como nada en todo el
mundo visible; no hay otro ejemplo en toda la Creación.
“Para Dios no hay nada imposible” — dijo el Ángel
a Nuestra Señora. Pero Dios hacerse hombre
permaneciendo Dios parece imposible a la mente, más imposible que concebir
una mujer sin acción de varón: durante unos treinta años una sola persona en el
mundo supo eso, la
Virgen Santísima: —y san José. Cristo lo dijo claramente al final de
su predicación, y lo fue diciendo implícitamente durante toda ella. Tuvo que
proceder pedagógicamente, pues el mundo
no tenía orejas jara soportar semejante trueno, el misterio del Poder Absoluto
y del Amor Absoluto del que creó de la nada el Universo. Si hubiese dicho
al principio: “Yo
soy Dios”, eso podría ser terriblemente
malentendido; como lo fue de hecho por algunos incluso al final, cuando ya sus
milagros lo habían vuelto un ser digno de todo crédito, “un hombre que vino de Dios”, como dijo
el Ciegonato, Cuando Cristo dijo las
tres tremendas palabras: “Yo y mi Padre somos una misma cosa”, “Antes que Abrahán
existiese, yo Existo”, y “Todo lo que el Padre hace, lo hago yo al mismo
tiempo” a todo el pueblo, y
en él a sus enemigos, sus enemigos quisieron darle muerte por blasfemo; y al
final se la dieron. Ante el Gobernador
Romano, los Fariseos lo acusaron así: “Según nuestra Ley, este hombre debe morir, porque siendo
hombre pretende ser Dios”. Eso no le importaba al pagano Pilato,
pues los dioses paganos como Júpiter, Apolo y Venus, tenían según ellos hijos
en la tierra; al revés, Pilatos se asustó. Entonces,
para conseguir su muerte, los enceguecidos judíos recurrieron a una enorme
mentira: “Este
hombre se ha rebelado contra el Emperador; niega el tributo al César y anda
promoviendo sublevaciones por Galilea.”
Hoy
día el mundo actual está abocado a la misma pregunta que hace 20 siglos los
judíos de Jerusalén: “¿Cristo es Dios o Cristo no fue Dios?” desde
la ciudad de San Juan hasta el Camerún, la Sierra Leona o las islas de la
Oceanía. Hasta el último rincón del mundo ha llegado la noticia de que Jesús de
Nazareth dijo que Él era Dios, y que unos 500 millones de hombres lo han
creído; y durante 20 siglos todo el mundo civilizado lo ha creído. Nosotros
hemos respondido a esa pregunta afirmativamente, y todo hombre tiene que
responder uno u otro; porque si no responde por sí mismo, responden otros por
él, y se lo llevan a empujones, a la Cortina de Fierro, por ejemplo.
De la
respuesta afirmativa o negativa depende el destino de la época actual; lo mismo que
dependió el destino de la ciudad de Jerusalén en el año 30 del siglo primero de
nuestra era. Jerusalén —o los
que en ella mandaban— escogió la negativa. Jerusalén por eso justamente, y no por otra cosa, fue
destruida a sangre y fuego, como su Mesías Jesús de Nazareth le había predicho — llorando.
ANUNCIACION
La esbeltez de su cuerpo flexible se ha plegado
como el tallo de alguna misteriosa azucena.
Se recoge y entorna su mirada serena
que el cielo del Oriente guardó maravillado.
Y cuando escucha arrullos y responde al Amado
en la quietud del éxtasis feliz que la enajena
cual madrigal excelso el AVE GRACIAPLENA
por vez primera un Ángel reza quedo a su lado.
Aliento de perfumes y claridad de gozo
inundan el retiro de la mujer sin mancha.
La humanidad desborda con un filial sollozo
centurias de esperanza. Y la Virgen María
al decir; "soy la esclava de
mi Señor", ensancha
lo creado con gracia de perdón y alegría...
BERNARDINO
ABARZUA (Chileno -
Siglo XX)
AVEMARIA
Salud,
plenagraciada
Dios
es contigo, onmigraciosa. Eres
La
bendita entre todas las mujeres
Por
la fruta en tu vientre bienhadada.
Tu
intacta flor la fruta más sagrada
La
sombra del Espíritu si quieres
Hará;
y el Rey Eterno de los seres
Se
hará criatura en ti, fuente sellada.
Madre
de Dios, Santa María, a tu Hijo
Ruega
por mí y los otros pecadores
Ahora
y en la hora de la muerte
Conforme
a lo que Él dijo
Ven a buscarme tú, flor de las flores;
Se cerrarán mis ojos para verte.
P.
LEONARDO CASTELLANI
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