Del
segundo libro de Samuel:
Cuando alguien se acercaba
a saludarlo,
Absalón lo tendía la
mano y lo abrazaba.
Esto lo hacía con todos
Y así les robaba el
corazón a los israelitas.
(2Sm 15, 5-6)
Dice el Antiguo Testamento que Absalón se
robaba el corazón de su pueblo a base de diplomacia y de fingimiento. Pero hay
alguien que seduce los corazones por su bondad y su belleza: María, la Madre
de Jesús. Ella nos atrae con amor para llevarnos por el camino de la
verdad hasta su Hijo, que es la vida.
(Jn 14,6)
Hermosa Señora, a ti elevamos nuestros ojos.
Has sido tiernamente amada por Dios
y has correspondido como fiel sierva.
Escucha ahora las súplicas de tu pueblo.
Nosotros hemos creído en tu Hijo
y sabemos que Dios
nos escogió desde el principio
para alcanzar por Cristo la salvación.
Róbate, pues, dulce Señora,
nuestro corazón y nuestra vida,
y entrégalos a Jesús.
María, Madre amable,
ruega por nosotros.
Amén.
“Visitas al Santísimo Sacramento
Y a la Virgen María”
San
Alfonso María de Ligorio.
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