La siguiente trascripción impresa de un
discurso hecho en la Conferencia Fátima y la Paz Mundial 2000, en octubre de
1999, nos ayuda a comprender mejor las circunstancias re ales del Secreto de
Fátima completo.
Hoy es 13 de octubre de 1999, 82º aniversario
del Milagro del Sol en Fátima, el 13 de octubre de 1917. Este milagro había
sido predicho 3 meses antes, el 13 de julio de 1917. En aquella ocasión, Lucía de Fátima pidió a Nuestra Señora:
“Quería que nos dijese quién es y que hiciera un milagro para
que todos crean que Vd. se nos aparece.”
Nuestra Señora respondió:
“Continuad viniendo todos los meses. En octubre diré
quién soy y lo que quiero, y haré un milagro para que todos vean y crean.”
Y el 13 de octubre de 1917, hoy hace 82
años, 70.000 personas fueron testigos del gran Milagro del Sol. 70.000 personas
vieron el sol danzando en el cielo y enseguida desplomándose en dirección a la
tierra. Estos testigos, incluso el padre de Jacinta, Tío Marto, nos informan
que estaban aterrados. Dijo él: “El sol... comenzó a moverse y a danzar hasta que pareció que
se desprendía del cielo y caía sobre nosotros. Fue un momento espantoso.”
Según los testigos, el milagro duró unos 8
minutos. Y después que el sol “retornó a
su posición en el cielo”, el suelo, que antes del milagro estuviera
encharcado por haber llovido toda la noche, estaba seco. Del mismo modo, las
ropas de aquellos que habían permanecido bajo la lluvia, el día entero, estaban
completamente secas.
Dicen los testigos que, durante el Milagro
del Sol, podían mirar directamente al sol sin quedarse ciegos ni perjudicar de
ninguna forma sus ojos.
En este siglo, Nuestra Señora realizó para
nosotros uno de los más asombrosos milagros de todos los tiempos — un milagro
público predicho 3 meses antes y atestiguado por 70.000 personas. Este milagro llegó
a ser publicado hasta en el periódico liberal, anticlerical y masónico O
Século.
La
noticia del periódico del 15 de octubre de 1917 decía:
“Vimos a una inmensa multitud volverse hacia el sol, que estaba en
su cenit, sin nubes. Parecía una bandeja de plata y era posible mirarlo
fijamente sin ningún inconveniente. No quemaba los ojos. No cegaba. Podríamos
decir que se produjo un eclipse. En ese momento surgió un tremendo clamor y se oyó
gritar a la multitud que estaba cerca de nosotros: ‘¡Milagro!... ¡Milagro!...
¡Prodigio!... ¡Prodigio!...’ Delante de los ojos aturdidos de las personas cuya
actitud nos transportó a los tiempos bíblicos, y que, enmudecidas, con la
cabeza descubierta, contemplaban el azul del cielo, el sol tembló, hizo unos
movimientos extraños y abruptos, contra todas las leyes cósmicas, ‘el sol
danzó’, según la típica expresión de los campesinos.”
Éste ha sido, sin sombra de duda, el milagro
público más grande que el Cielo realizó desde que Nuestro Señor fundó Su única
y verdadera Iglesia Católica.
Por consiguiente, yo pienso que podemos
decir que la magnitud de este milagro corresponde a la magnitud y a la
importancia del Mensaje que Nuestra Señora dio en Fátima. Y fue tan espectacular
la forma de este milagro, en especial con la danza del sol en el cielo y
desplomándose enseguida hacia la tierra, que se hacía imposible desviar de él
la mirada; de tal modo, el propio Mensaje de Fátima es de tal magnitud, de tal
importancia, tan central, que yo creo que a través de este milagro Nuestra Señora nos estaba diciendo
que nunca, jamás debemos desviar la mirada de Fátima, jamás desviar la mirada
de Su Mensaje, no consentir jamás que ninguna cosa nos desvíe la atención de Su
Mensaje.
Es éste el motivo por el que esta
presentación se titula “Una visión del Mundo con base en Fátima.” Nuestra
Señora vino a Fátima al principio de este siglo, uno de los siglos más ateos de
todos los siglos. El mundo se encuentra actualmente impregnado no sólo de
paganismo, sino de un paganismo poscristiano, que es mucho peor que el
paganismo precristiano. El paganismo precristiano no había oído hablar de
Cristo. Pero el paganismo poscristiano ha oído el mensaje de Cristo y lo ha rechazado
y a Su única y verdadera Iglesia. Por eso es ésta una situación mucho peor que
la del antiguo paganismo, que era ignorante de Cristo.
El Mensaje de Fátima tiene que ser central
en nuestra vida católica; central en nuestra visión del mundo. Yo creo que todo
lo que Nuestra Señora hizo en Fátima nos muestra que debemos basar nuestra
visión completa del mundo en el Mensaje de Fátima y no en ninguna otra cosa que
pudiera entrar en conflicto con él.
Hago hincapié en esto porque para muchos la
devoción a Nuestra Señora de Fátima no es central. Es con frecuencia un asunto
marginal, periférico. Como una devoción a Santa Rita, o a San Judas o a San Antonio.
Se le considera un buen y provechoso suplemento para nuestra vida espiritual,
pero es sólo una devoción marginal, sólo de importancia secundaria y que no
tomamos suficientemente en serio.
Las visitas de Nuestra Señora en Fátima nos
han proporcionado la base para una completa visión del mundo — una visión del
mundo que no está fuera de moda, que no está fuera de época. Y esta visión del mundo
con base en Fátima nunca se puede “actualizar”
para que signifique algo distinto de su significado original; ni tampoco puede tener
un papel secundario ni ser alterada ni eclipsada por la superstición del aggiornamento. Nada de lo que ha
sucedido en este siglo puede exceder en importancia al Mensaje que Nuestra Señora
dio en Fátima.
Y el Mensaje de Fátima no es otra cosa sino
una urgente reafirmación de la doctrina tradicional de la Iglesia, y una
reafirmación de la urgente necesidad de reparación, con consecuencias
especiales para nuestros tiempos.
NOS
LIBERA DE SLOGANS POPULARES
La verdad tiene una cualidad liberadora.
Nuestro Señor dijo “La verdad os hará libres”. Y el Mensaje de Fátima nos libra de caer en los
numerosos y vacíos slogans populares de la actualidad. Nos impide caer en el slogan de que las Naciones Unidas ateas son “la última
grande esperanza de paz para la Humanidad”. Nos impide caer en el slogan
de que estamos entrando en una “nueva primavera” con el
advenimiento del nuevo milenio. Nos impide caer en el slogan de que estamos
actualmente en el umbral de alguna nueva “civilización del amor” en la cual
los católicos y los miembros de religiones falsas pueden dejar de lado sus diferencias
para trabajar juntos con el objetivo de convertir el mundo en un lugar mejor. (Es interesante que la noción de que católicos y no católicos
pueden colaborar juntos para construir una especie de nueva “civilización del amor” en la realidad ya fue condenada por el Papa San Pío X al condenar el
Movimiento Sillon en Francia en 1910.)
Debemos observar que las dos expresiones tan
populares hoy en día, “Una Nueva Primavera” y “Una Civilización del Amor” — ninguna de ellas contiene cualquier mención del Inmaculado Corazón de Nuestra Señora. Sin embargo,
Nuestra Señora hizo realmente en Fátima la promesa de una gran victoria.
Pero no la llamó una “nueva primavera”,
ni la llamó una “civilización del amor”. La llamó
“El Triunfo
de Mi Inmaculado Corazón”.
Nuestra
Señora vino a Fátima con el Mensaje de que “Dios quiere establecer en el mundo la
devoción a Mi Inmaculado Corazón.” No habrá victoria, no habrá “nueva primavera” a no ser que un número suficiente de
católicos cumpla fielmente los pedidos de Nuestra Señora de Fátima. Éste
tiene que ser nuestro centro de gravedad.
Pasemos ahora en revista Sus pedidos.
En Fátima, Nuestra Señora
nos pidió que:
• recitemos diariamente
por lo menos Cinco Decenas del Rosario;
• usemos el Escapulario
Marrón;
• ofrezcamos a Dios
nuestros deberes diarios como un acto de sacrificio;
• hagamos los Cinco
Primeros Sábados de Reparación a Su Inmaculado
Corazón;
• Nuestra Señora pidió
también que el Papa, en unión con todos los obispos del mundo, consagrase Rusia
a Su Inmaculado Corazón, prometiendo la conversión de Rusia a través de esos
medios, y un período de paz que le será concedido al mundo.
Esta consagración aún
tiene que ser realizada.
Mi pequeña contribución
a la demostración de que Rusia no ha sido consagrada, y no ha sido convertida,
proviene de un pequeño artículo en el Toronto
Sun, de 9 de agosto de 1999, el cual informa que Larry Flynt, el así
llamado “Rey de la Pornografía”,
acaba de publicar en Moscú una versión rusa de la revista Hustler. Para quien no sabe lo que es, la revista Hustler
es una de las revistas pornográficas
más gráficas en los Estados Unidos. Es una industria multimillonaria con enorme circulación. Larry Flynt se jactó de
haber enviado suscripciones
gratuitas de esta revista a todos los miembros del parlamento ruso. Estos 15 años después de la consagración en 1984;
una consagración que no mencionó a Rusia
por su nombre, cosa que Nuestra
Señora había pedido. Con el Triunfo
del Inmaculado Corazón de Nuestra Señora, ¡Larry Flynt sería incapaz de llevar esto adelante!
REVERENCIA A LA TRADICIÓN
Así, pues, quiero explicar por qué el
Mensaje de Nuestra Señora de Fátima tiene que ser central en nuestra visión del
Mundo.
Primero que todo, lo que hace que el Mensaje
de Fátima sea eminentemente confiable es que Nuestra Señora de Fátima mostró un
respeto profundo a la doctrina inalterada y consistente de la Iglesia a través de
los siglos. Cuando Nuestra Señora vino a Fátima, no nos dio cualquier doctrina
nueva, ni nos dio cualquier nueva interpretación de la doctrina católica que se
desviase de la enseñanza constante de los siglos. Dijo San Pablo “Pero aun cuando nosotros mismos, o un ángel del cielo os
predique un evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, sea anatema.”
(Gál. 1:8)
Y Nuestra Señora siguió estas sacrosantas
directivas. No sólo mostró un profundo respeto hacia lo que la Iglesia siempre
ha enseñado, con el mismo significado y con el mismo sentido (eadem sententia eodem sensu), sino que
reafirmó las doctrinas y orientaciones cruciales. Y las doctrinas y
orientaciones que Ella reafirmó pueden darnos una guía para aquellas doctrinas
que sufren los más grandes ataques en nuestro siglo.
NUESTRA
SEÑORA EN EL PLAN DE LA SALVACIÓN
En primer lugar, el Mensaje de Nuestra Señora
de Fátima consolida la profunda importancia de Nuestra Señora en el plan de la
salvación.
Sabemos por el Mensaje que la salvación del
mundo, la conversión de Rusia y la paz mundial, dependen, en definitiva, de que
la humanidad cumpla el deseo de Dios, de establecer en el mundo la devoción al
Inmaculado Corazón de María. La centralidad y la importancia de Nuestra Señora
son acentuadas de nuevo en Fátima.
Ahora bien; un buen mariólogo podría hablar todos los días de como Nuestra Señora
es central en el plan de la salvación. Pero deseo detenerme en un aspecto
de esta verdad. Esto es: Nuestra Señora
fue absolutamente necesaria para que Cristo se hiciese hombre — quizás debiera decir Hijo del Hombre.
Dios, que es Todopoderoso, no se habría
hecho miembro de la raza humana sin María, no se habría hecho
“Hijo del Hombre” sin Nuestra Señora.
Esto no es una enseñanza mía, sino del gran Abad benedictino Marmion (1858-1923).
Él ha sido
probablemente el más grande escritor espiritual del siglo XX. Respecto a la
obra del Abad Marmion dijo el Papa Benedicto XV “léanla, es la pura doctrina de la Iglesia.”
El
Abad Marmion comenta en sus libros que, para que Nuestro Señor se hiciese verdaderamente miembro de nuestra
raza humana, un Hijo de Adán, un “Hijo del Hombre”, Él dependía absolutamente de que Nuestra Bendita
Madre le dijese “sí” al ángel que Le preguntó si consentía en ser
Madre del Dios-Hombre, Jesucristo.
Por supuesto, Nuestro Señor podría haberse
hecho hombre por sí mismo, sin la intervención de Nuestra Señora. Podría en un
instante haber asumido una naturaleza humana de la materia que creó de la nada,
y aparecer ante nosotros como un hombre.
Pero no hizo esto; Él sería, por decirlo
así, como un habitante de otro planeta resplandeciendo sobre la tierra. No
habría forma de considerarlo como siendo parte de nuestra raza humana. Podría
ser visto como un hombre, caminar como un hombre, hablar como un hombre. Pero
jamás podríamos verlo como siendo realmente parte de nuestra familia humana,
parte de nuestra sangre, parte de nuestra raza humana. Jamás podríamos verlo
como un auténtico descendiente físico de nuestros primeros padres, Adán y Eva.
No tendríamos ninguna sensación de parentesco con Su humanidad.
Para que Nuestro Señor llegase a tener
verdaderamente parentesco con nosotros, verdaderamente parte de la familia
humana que necesitaba la redención, fue absolutamente necesario que naciera de
una hija de Adán y Eva, y esta “hija” fue la Pura e Inmaculada Siempre Virgen María.
Ella fue absolutamente esencial.
Dios
dependió de Nuestra Señora para que Nuestro Señor Jesucristo verdaderamente
pudiese llamarse a Sí Mismo el “Hijo del Hombre”.
Y, como comenta el Abad Marmion, parece que el título de “Hijo del Hombre” es la descripción de Sí Mismo que Nuestro Señor
consideraba más apreciada para Su Corazón mientras estuvo en la tierra. El Abad
Marmion explica que, al referirse a Sí Mismo, Nuestro Señor usó más la
expresión “Hijo
del Hombre” que cualquier otro título.
Y de igual modo, el Mensaje de Fátima nos
ayuda a recordar nuestra dependencia en relación a Nuestra Señora. Nos recuerda
que la devoción a Ella, y en particular a Su Inmaculado Corazón, no es una cosa
periférica, no es algo extra u opcional. ¡No! Nuestro Señor
hizo de la devoción a Su Inmaculado Corazón una condición ineludible para la conversión
de Rusia, para poder asegurar al mundo un período de paz.
UNA
VISIÓN DEL MUNDO
CON
BASE EN FÁTIMA.
Por
John Vennari
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