CHRISTE, ELÉYSON.
CRISTO, ten misericordia de
nosotros.
Petitionem unam parvulam
deprecor a te: ne confundas meam: et dixit ei Rex: pete, Mater mea, neque enim
fas est ut avertam faciem tuam.
Una pequeña suplica quiero alcanzar de ti;
no quede yo avergonzada: dijo entonces el Rey, pide Madre mía, pues no es justo
que tú quedes desconsolada.
CONSIDERACION.
Representémonos
a Cristo Señor nuestro teniendo en su mano derecha tres saetas como para
significar los terribles castigos que en otro tiempo había dispuesto su
justicia para castigo del mundo por sus graves y multiplicados delitos, y que
suspendió por intercesión de Nuestra Señora, la que nos figuraremos interpuesta
entre el mundo y Jesucristo. En verdad que en aquel tiempo de maldad (como se leen
varios autores) estaba como pronunciada la
sentencia de un terrible castigo contra el mundo, y entonces los grandes Santos
Francisco y Domingo invocaron a María santísima como abogada nuestra, diciéndole:
Bajo tu patrocinio nos acogemos, y ved aquí que por esta Señora
se consiguió el perdón.
Según el texto del principio, Bethsabé dijo
en otro tiempo a su hijo Salomón:
—una pequeña súplica me concedas te ruego: no confundas mi rostro
negándomela; y dijo el Rey:
—pide Madre mía, pues no me es licito ni puedo dejarte
avergonzada.
A este modo habla Jesucristo a María, diciéndola:
pide, o Madre mía, pues todo lo que pidieres te será concedido: por
tanto de esta santísima Señora se dice con toda verdad: lo que Dios puede con
su virtud, tú, ¡oh Virgen!, lo alcanzas con tus ruegos.
Por
éstas razones cantando la iglesia la Letanía Lauretana exclama al principio: Christe eleyson: esto es, ¡Oh Cristo ten
misericordia!
Así
clamaban en otro tiempo dos ciegos diciendo: hijo de David ten
misericordia de nosotros: del
mismo modo clamó a Jesucristo aquel Padre en el Evangelio: Señor ten
misericordia de mi hijo porque esta lunático.
En verdad que así como
de estos y otros innumerables se ha compadecido Cristo, así también tendrá
misericordia de todos aquellos que la impetran por medio de su santísima Madre.
ORACIÓN.
Señor mío Jesucristo, por aquella grande
misericordia que en otro tiempo mostraste a los hombres en tu carne mortal, es
decir, cuando restituisteis la vista a los ciegos, la voz a los mudos, el oído a
los sordos y la salud a los enfermos: cuando resucitaste a los muertos y
recibiste en tu gracia a los grandes pecadores absolviéndoles de sus pecados,
te ruego humildemente que a mí, grande pecador, me concedas tus auxilios en
todos mis necesidades dándome fuerza para resistir a mis enemigos; pero Señor
perdona principalmente a aquellos pecadores que por medio de María clamamos:
Cristo ten misericordia.
P. FRANCISCO JAVIER DORNN
DEAN Y PREDICADOR DE PRIDBER
(1834).
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