jueves, 23 de noviembre de 2017

MEDITACIONES SOBRE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA


MEDITACIÓN 1. ª

MARÍA EN LA MENTE DIVINA

1.  ° La idea de María en la eternidad.
— Todos hemos existido desde la eternidad en la mente de Dios... a todos nos conocía perfectamente... en ti en particular pensaba y ya entonces, cuando faltaban muchos millones y millones de años para tu existencia en este mundo... ¡Él ya te amaba!... Con razón dice S. Juan «amemos a Dios porque Él primeramente nos ha amado».
— Si esto se dice de todos y puedes decirlo particularmente de ti ¿qué dirás de María?
— Ella ocupaba la mente de Dios más y mejor que todos los demás. — Después de su esencia, que es el pensamiento principal de Dios, lo primero que sus ojos ven es a María... a Ella... antes que a nadie... por Ella, a todos los demás.
— Si por un imposible Dios pudiera olvidarse de todos y dejar de conocernos a todos, no podría dejar de ver y de mirar en su entendimiento a María, por la participación que en Ella hay de Dios... por la unión que tiene Ella con la divinidad.
— En fin, es la idea más grande de Dios, después de la que Él tiene de sí mismo.

2.  ° La idea de María en la creación.
— Cuando un artista quiere expresar en sus obras lo que en su mente concibió, primero se ensaya en el barro para después modelar la imagen con toda perfección.
— Esa es la creación entera... un ensayo de Dios hasta que llegó a formar a María, como la obra maestra de sus manos.
— Ella viene a ser como un resumen de toda la creación.
— Las gracias y bellezas repartidas en otros seres, se encuentran acumulados y sublimados en María.
— Y así al formar Dios a su Madre, parece como que se fue inspirando en todo lo que había hecho para hacerla muy superior a todas las criaturas.
— Se inspiró en los serafines, para abrasarla en amor... se inspiró en los ángeles, para su pureza... en los patriarcas como Abraham para fortalecer y robustecer su fe... en Ruth, para su modestia... en Judit, para su valor... pero... para darla su corazón de Madre, no pudo inspirarse en nada... No hay nada que pueda compararse y asemejarse con el corazón de la Virgen... fue necesario que Dios mirase a su mismo corazón para darla un corazón semejante al suyo... y así, con ese corazón amara a Dios y a los hombres como Él mismo nos amaba. La Iglesia la aplica estas palabras tan magníficas que resumen esta misma idea: «El Señor me tuvo consigo al principio de sus obras antes que crease cosa alguna.
Aún no existían los abismos, ni habían brotado las fuentes de las aguas, aún no se habían asentado en su base los montes, ni los ríos, ni había hecho la redondez de la tierra.
Cuando Él preparaba los cielos, estaba yo ya presente.
Cuando ponía leyes a los astros, y a los mares, con Él estaba yo concertándolo todo y eran mis delicias regocijarme continuamente en su presencia». Por eso, puedes ver a María siempre que mires los seres de la creación... el azul del cielo, te recordará su manto... las estrellas, la orla que lo adornan... el sol, su luz sin sombras ni manchas... la luna, su plácida hermosura... el mar, la inmensidad de su gracia... las flores, su belleza y aroma incomparable, y así... puedes ir discurriendo y como verdadero enamorado, ver en todo la imagen de María, como Ella lo es de Dios.

3.  ° La idea de María en ti.
— Dios ha querido que tú también la imites en esto.
— El desea que esa idea sea también la idea central de tu entendimiento, y la que dé calor y movimiento a la vida de tu alma.
Ella fue predestinada antes que ninguna otra criatura a la gracia... a la gloria... y a la dignidad incomparable de Madre de Dios... pero después de Ella, hemos sido predestinados los demás también, a la gracia que nunca nos falta... a la gloria si correspondemos a esta gracia... a la dignidad incomparable de llamarnos y ser hijos de Dios y hermanos de Jesucristo... pero esta altísima dignidad está ligada íntimamente con María.
¡Ella es tu Madre!..., ¡Ella la que te dará el ser de hijo de Dios! Por tanto, toda tu dignidad y gloria ha de venir de Dios, pero por medio de María.
¿Comprendes ahora porqué el Señor quiere que sea Ella la idea dominante de tu vida?
— Y... ¿es así en realidad?... ¿cómo cumples con este magnífico plan divino?... Procuras de veras que sea María la idea directriz y motriz de todos tus actos?... ¿Realmente tratas de hacerlo todo pensando en Ella..., viéndola a Ella en todo..., procurando acomodarte a Ella, siendo una imagen suya viva y perfecta, adquirida por el ejercicio de la imitación? Pide al Señor gracia y a María ayuda y protección, para hacerlo así en adelante... pues siendo Ella tu constante obsesión, no sabrás ni podrás nunca prescindir de Ella, como es el deseo de Dios. — ¡Que no llegues en tu locura a estropear o inutilizar este plan de Dios por tu amor propio, o por cualquiera otra pasión que te estorbe para así ver... y así conocer... y así amar a tu Madre...!


“MEDITACIONES SOBRE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA”.  


ILDEFONSO RODRÍGUEZ VILLAR— 1940.

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