LETANÍAS LAURETANAS.
…Cujus es filia, indica
mihi…
(Gen.
24,23).
…Dime, ¿de quién eres
hija?...
CONSIDERACION I.
La primera pregunta que el criado de Abraham hizo en otro
tiempo a la futura esposa Rebeca, fué esta: dime: ¿de quién eres hija? Esta
misma pregunta, según el testo citado, se le hace también a la santísima
Virgen: a ella se dan tres respuestas;
conviene a saber: el Padre celestial dice a María: alégrate hija: María dice: Padre nuestro que estás en
los cielos; y la Iglesia canta: Dios te guarde hija de Dios Padre; de cuyas palabras se manifiesta
claramente de quien es hija María santísima, pues queda demostrado que es hija
de Dios Padre.
CONSIDERACION II.
Por esto María como
Hija de Dios Padre, puede justamente decir de sí: “yo soy determinada desde
lo eterno”, Como
que estas palabras según la interpretación de la iglesia significan sus excelencias
y prerrogativas. Por tanto si alguno considera seriamente la generación de María y sus
admirables dotes, debe decir que esta santísima Señora es más bien hija del
cielo que de la tierra, pues por una especial gracia del Señor fué concebida
por una Madre infecunda, y fué llena de gracia y celestiales dones.
CONSIDERACION III.
Siendo, pues, María hija
escogida del divino Padre, Madre dilectísima del divino Hijo y Esposa
gloriosísima del Espíritu Santo; por esto mismo fué elevada al supremo grado de
honor que ninguna pura criatura alcanzó ni puede alcanzar mayor, de lo que a nosotros
nos resulta un gran consuelo, porque como Hija, Madre y Esposa de Dios nos abre como tres sendas para ir al trono de la
gracia y de la gloría.
ORACION.
¡Oh Dios! Creador del
cielo y de la tierra, que criaste al hombre de la misma nada por sola tu
misericordia, y lo que es más, lo formaste a tu imagen y semejanza: en gran
manera me duelo y me pesa de haber ofendido tan torpemente con mis pecados a mi
alma, hecha como una efigie preciosísima de Dios; te ruego me concedas que
derramen mis ojos lágrimas amargas, por largo tiempo, hasta que en mi alma se laven
todas las manchas de mis pecados, y para este fin te clamo por tu santísima
Hija:
Dios Padre celestial,
ten misericordia de
nosotros.
P. FRANCISCO JAVIER DORNN
DEAN Y PREDICADOR DE PRIDBER
(1834).
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