martes, 27 de noviembre de 2018

NOVENA A NUESTRA SEÑORA LA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA




¡OH MARÍA SIN PECADO CONCEBIDA!
RUEGA POR NOSOTROS
QUE RECURRIMOS A TI.


ORACIÓN PREPARATORIA.

Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos al hijo que viene a Ti, lleno de confianza y amor, a implorar tu maternal protección, y a darte gracias por el gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.

Creo y espero en tu Medalla, Madre mía del cielo, y la amo con todo mi corazón, y tengo la plena seguridad de que no me veré desatendido. Amén.

—Leer la reflexión del día correspondiente.

DÍA PRIMERO

En una medianoche iluminada con luz celeste como de Nochebuena –la del 18 de julio de 1830- aparecióse por primera vez la Virgen Santísima a Santa Catalina Labouré, Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl.

Y le habló a la santa de las desgracias y calamidades del mundo con tanta pena y compasión que se le anudaba la voz en la garganta y le saltaban las lágrimas de los ojos.

¡Cómo nos ama nuestra Madre del Cielo! ¡Como siente las penas de cada uno de sus hijos! Que tú recuerdo y tu medalla, Virgen Milagrosa, sean alivio y consuelo de todos los que sufren y lloran en desamparo.




ORACIONES FINALES

Después de unos momentos de pausa para meditar el punto leído y pedir la gracia o gracias que se deseen alcanzar en esta Novena, se terminara rezando:

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Oh Madre de Dios, no desechéis mis suplicas, ante bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.

Rezar tres Avemarías con la jaculatoria: OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS.


DÍA SEGUNDO

En su primera aparición, la Virgen Milagrosa enseño a Santa Catalina la manera como había de portarse en las penas y tribulaciones que se avecinaban.

“Venid al pie de este altar –decíale la celestial Señora-, aquí se distribuirán las gracias sobre cuantas personas las pidan con confianza y fervor, sobre grandes y pequeños”.

Que la Virgen de la santa medalla y Jesús del sagrario sean siempre luz, fortaleza y guía de nuestra vida.

—Meditar y terminar con las oraciones finales.




DÍA TERCERO

 En sus confidencias díjole la Virgen Milagrosa a Sor Catalina: “Acontecerán no pequeñas calamidades. El peligro será grande. Llegará un momento en que todo se creerá perdido. Entonces yo estaré con vosotros: tened confianza…”.

Refugiémonos en esta confianza, fuertemente apoyada en las seguridades que de su presencia y de su protección nos da la Virgen Milagrosa. Y en las horas malas y en los trances difíciles no cesemos de invocarla: “Auxilio de los cristianos, rogad por nosotros”.

—Meditar y terminar con las oraciones finales.




DÍA CUARTO

En la tarde del 27 de noviembre de 1830, baja otra vez del cielo la Santísima Virgen para manifestarse a Santa Catalina de Labouré.

De pie entre resplandores de gloria, tiene en sus manos una pequeña esfera y aparece en actitud extática, como de profunda oración. Después, sin dejar de apretar la esfera contra su pecho, mira a Sor Catalina para decirle: “Esta esfera representa al mundo entero…, y a cada persona en particular”.

Como el hijo pequeño en brazos de su madre, así estamos nosotros en el regazo de María, muy junto a su corazón Inmaculada. ¿Podría encontrarse un sitio más seguro?

—Meditar y terminar con las oraciones finales.




DÍA QUINTO

De las manos de María Milagrosa, como de una fuente luminosa, brotaban en cascada los rayos de luz. Y la Virgen explico: “Es el símbolo de las gracias que Yo derramo sobre cuantas personas me las piden”, haciéndome comprender –añade Santa Catalina- lo mucho que le agradan las súplicas que se le hacen y la liberalidad con que las atiende.

La Virgen Milagrosa es la Madre de la divina gracia que quiere confiar y afianzar nuestra fe en su omnipotente y universal mediación. ¿Por qué, pues, no acudir a ella en todas nuestras necesidades?

—Meditar y terminar con las oraciones finales.





DÍA SEXTO

Como marco “¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos!”.

Y enseguida oyó una voz que recomendaba llevar la medalla y repetir a menudo aquella oración-jaculatoria, y prometía gracias especiales a los que así lo hiciesen.

¿Dejaremos nosotros de hacerlo? Sería imperdonable dejar de utilizar un medio tan fácil de asegurarnos en todo momento el favor de la Santísima Virgen.

—Meditar y terminar con las oraciones finales.



DÍA SÉPTIMO

Nuestra Señora ordenó a Sor Catalina que fuera acuñada una medalla según el modelo que Ella misma le había diseñado.

Después le dijo: “Cuantas personas la lleven, recibirán grandes gracias que serán más abundantes de llevarla al cuello y con confianza”.

Esta es la Gran Promesa de la Medalla Milagrosa. Agradezcámosle tanta bondad, y escudemos siempre nuestro pecho con la medalla que es prenda segura de la protección de María.

—Meditar y terminar con las oraciones finales.



DÍA OCTAVO

Fueron tantos y tan portentosos los milagros obrados por doquier por la nueva medalla (conversiones de pecadores obstinados, curación de enfermos desahuciados, hechos maravillosos de todas clases) que la voz popular empezó a denominarla con el sobrenombre de la medalla de los milagros, la medalla milagrosa; y con este apellido glorioso se ha propagado rápidamente por todo el mundo.

Deseosos de contribuir también nosotros a la mayor gloria de Dios y honor de su Madre Santísima, seamos desde este día apóstoles de su milagrosa medalla.

—Meditar y terminar con las oraciones finales.





DÍA NOVENO

Las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa constituyen indudablemente una de las pruebas más exquisitas de su amor maternal y misericordioso.

Amemos a quien tanto nos amó y nos ama. “Si amo a María –decía San Juan Bérchmans- tengo asegurada mi eterna salvación”.

Como su feliz vidente y confidente, Santa Catalina Labouré, pidámosle cada día A Nuestra Señora, la gracia de su amor y de su devoción.


—Meditar y terminar con las oraciones finales.





DEVOCIONARIO CATÓLICO.


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