Medita bien lo que significa y representa
este misterio y procura ahondar en él, pues es muy provechoso conocerlo a
fondo.
1. ° Estado de la humanidad antes del
pecado.
— Recuerda lo que era y lo que hubiera sido el hombre sin el
pecado de Adán.
— ¡Plan sublime y magnífico el de Dios!
— Terminada la creación de los demás seres,
el Señor quiere nombrar y crear un Rey de aquella creación, y piensa en el
hombre... con qué cariño le forma en su cuerpo... con sus propias manos... no
con su palabra, como a las otras criaturas.
— Y, sobre todo, cómo le infunde el alma, espiritual, inmortal,
imagen y semejanza de su divinidad. Esto es poco, recuerda el paraíso
terrestre, lugar de delicias y palacio de ese hombre... la vida feliz, sin
penas, amarguras, sufrimientos, dolores, lágrimas, etc..., nada de pena, todo
era alegría y satisfacción.
— En su alma puso la integridad o sujeción
de las pasiones a la razón... la ciencia infusa para saberlo todo sin trabajo
ni estudio, y sobre todo, la gracia santificante para que fuera santo siempre.
— El destino de la humanidad, ser feliz y
ser santa sirviendo y amando a Dios sin cesar..., su fin, sin pasar por la
muerte, trasladarse al Cielo, para alabar allí a Dios eternamente.
— ¡Magnífico, sublime, divino, el plan le Dios!
— Detente a meditarlo, a saborearlo y
gustarlo como si fuera real y efectivo.
2. ° La caída.
— Vino el pecado y con él todos los males.
— El autor del dolor y del sufrimiento no
fue Dios... Él no nos hizo para sufrir, fuimos nosotros mismos al pecar.
— El maldito pecado, causa de todo mal.
— Contempla las tristezas, angustias,
dolores y tormentos del corazón humano, desde Adán hasta ahora... mira las
enfermedades asquerosas, dolorosas y repugnantes que afligen al hombre, y sobre
todo, la muerte con sus sufrimientos y agonías, con su humillación y corrupción
del sepulcro... ¡qué cuadro más horrible!
— Todo por aquel pecado.
— Compara aquel plan felicísimo de Dios y
este estado tan lastimoso del hombre.
— Ahora, pasiones brutales que nos
asemejan a las bestias..., pecados de todas clases aun los más bajos y
degradantes...pérdida de la santidad, de la inmortalidad y de la vista de Dios...
y más que nada, el infierno como término de esta vida tan triste, pues el cielo
se cerró con aquel pecado y ya nadie podía entrar en él.
Medita bien esto, y deduce de aquí lo que será el pecado cuando
Dios justo así lo castiga.
3. ° Universalidad de este pecado.
— Lo peor de este pecado es que fue universal para todo el
género humano.
— Adán en el Paraíso no era una persona
particular, era la fuente de la vida que se había de propagar a todos los
hombres..., representaba a la humanidad..., allí en él, estábamos todos
incluidos.
— Todo lo que Dios le dio, no fue sólo para
él, sino también para los demás..., todos habíamos de ser iguales a él.
— Esto no es una injusticia ni una
crueldad.
— Si un padre es inmensamente rico, ricos
serán sus hijos..., pero si ese padre dilapida su hacienda y se queda sin nada,
aunque no tengan culpa, sus hijos nacerán en la pobreza, ¡esto es natural!...
Así fue con nosotros.
— Nadie más rico que Adán, nosotros también debíamos serlo, así
lo quiso Dios... pero todo lo perdió él y nacimos sus hijos desnudos en el
cuerpo y en el alma, ¡qué pena!, pero es la verdad.
4. ° María Inmaculada.
— Contempla ahora el alma de María al entrar en el mundo.
— También ella debía ser como nosotros y
nacer como nosotros... pero Dios la exceptúa y Ella sola... la única... nace
tal, cual se formó en las manos del Señor... pura... limpia... sin
mancha...inmaculada.
— Detente a admirar esta hermosura y a felicitar a María por ser
inmaculada.
— Mira a los ángeles acompañándola con
palmas y celebrando su entrada en este mundo que no es una derrota como en
nosotros, sino un triunfo sobre la serpiente.
— Canta con los ángeles alabanzas a la
Virgen, al verla así tan hermosa aparecer en la tierra.
— No ha habido, ni habrá
flor más blanca que el alma de María en su concepción.
— Piensa además, cómo por no pecar, no
debió de sufrir, ni padecer, ni morir, pero Dios quiso que fuera así, para ser
como su Hijo, que por amor se abrazó a la Cruz. Esto es: en Ella, el sufrimiento no fue como en nosotros por
castigo, sino por amor a Dios, para ser como Jesús... y por amor a los hombres,
para servirnos de consuelo.
— Dala gracias por ello, y anímate a sufrir como Ella y a amar
la Cruz también como Ella.
“MEDITACIONES SOBRE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA”.
ILDEFONSO RODRÍGUEZ VILLAR— 1940.
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