viernes, 3 de mayo de 2019

BREVE PRÁCTICA, DEL MES DE MAYO CONSAGRADO A LA MADRE DE DIOS: MEDITACIÓN DÍA 3 DE MAYO.




POR FELIX SARDA Y SALVANY, PBRO.


ACTO DE CONTRICIÓN.


Por la señal, etc.

   A vuestra soberana Madre vengo a honrar, Señor mío Jesucristo, y al querer debidamente hacerlo, me avergüenza ante todo el estado de mi pobre alma, tan llena de ofensas a Vos. Os he faltado, Señor, mil veces, y agraviándoos a Vos, he agraviado juntamente a vuestra dulcísima Madre y mía. ¿Cómo he de poder, pues, presentarme en su presencia sin que le provoque a asco y enojo mi indignidad?

   Vos, Señor mío, que tan misericordioso sois y que desde las entrañas de vuestra dulce Madre habéis traído al mundo tesoros de bondad y de compasión, tenedla de ese pobrecito pecador, y perdonadle una vez más sus negras ingratitudes. ¡Pésame, Señor en lo más vivo de mi alma haber herido con ellas vuestro amante Corazón! ¡Pésame, Padre mío y no quiero ofenderos con ellas ya más! Ayudadme con vuestra gracia para perseverar en este mi arrepentimiento y firme propósito hasta el fin de mi vida. Amén.


ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA.


   Vuestro permiso imploro, Madre y Señora mía, para acercarme, a pesar de mi indignidad, a vuestro altar sagrado. A él vengo, celestial Maestra, para que me instruyáis; a él corro, bondadosa Madre, para que me consoléis; a él me refugio, Abogada poderosísima, para que me protejáis. Todo lo sois, Señora, para el pueblo cristiano y para este infeliz pecador, luz, consuelo, amparo, fuerza, esperanza y segura protección. Enseñadme con el ejemplo de vuestra vida, especialmente con el paso de ella que me propongo hoy meditar; fortalecedme con la divina gracia que benévolamente me alcanzaréis de vuestro Hijo Jesús; consoladme y acariciadme con las infinitas dulzuras de vuestro culto y amor, singularmente en este vuestro devoto Mes. Amén.

   ¡Madre y Señora mía! De vuestro Soberano Hijo y Señor mío otorgadme en estos momentos el especial beneficio de hacer con fruto para mi alma estos breves puntos de meditación.



MEDITACIÓN DÍA 3 DE MAYO.




María en su infancia. —Compensación por los años perdidos.



   Crecía la tierna Hija de Ana y Joaquín, y es de suponer que, como se dijo más tarde del Divino Jesús, adelantaba cada día en sabiduría y gracia ante Dios y ante los hombres. Veíala el Eterno y se complacía en esa delicada Flor, de la que esperaba muy en breve tan suaves como sazonados frutos.

   ¿En qué has empleado, alma mía, los años de tu niñez y juventud? ¿Para quién fueron aquellas primicias de la vida, aquella lozana flor de ella, aquella su deliciosa primavera? ¿No es cierto que tal vez las ofreciste al enemigo de tu alma y de tu Dios por la disipación, por la liviandad, o siquiera por la ociosidad y descuido en el divino servicio? Grave obligación te nace de ahí. Los años perdidos para Dios debes en adelante compensarlos con más extraordinario fervor y con abundantes obras de su pererogación. No te limites a lo prescrito y mandado, pues tienes pendientes con Su Divina Majestad tales deudas y atrasos. Podrías en cierta manera regatearle al Señor tus obras voluntarias, cuando durante toda tu vida hubieses sido para con El fiel y exacto pagador. Has de obrar ahora sin pararte en tasas y medidas, ya que largos tiempos de tu vida y los más preciosos se los has vilmente defraudado. Nuevo estímulo del fervor y de la devoción debe serte este recuerdo de los años robados al servicio de tu Señor. Aprovecha la vida que hoy se te da para tomar el desquite y saldar cuentas con el Divino Juez.



   Medita seriamente estas tremendas verdades, y ponte luego a los pies de María, pidiéndole decisión para trabajar en adelante con más ahínco en la obra de tu salvación.






DESPUÉS DE LA MEDITACIÓN.


   Ahora saludaremos fervorosamente el Nombre suavísimo de nuestra Divina Madre con las siguientes jaculatorias y Ave Marías:

Madre mía amantísima, en todos los instantes de mi vida acordaos de mí, pobre pecador. Ave María.

Arca de Dios y Tesorera del cielo, concededme abundantes gracias para detestar y llorar mis pecados. Ave María.

Reina de cielos y tierra, sedme amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos. Ave María.

Inmaculada Madre de mi Dios y Señor, alcanzadme lo que os pido para mi salvación. Ave María.

Abogada mía y refugio mío, amparadme en el trance espantoso de la muerte y abridme las puertas del cielo. Ave María y Gloria.




ORACIÓN DE SAN BERNARDO.

(Memorare).



   Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se oyó decir que alguno de los que acudieron a vuestra mediación e imploraron vuestro auxilio fuese desamparado de Vos. Alentado con esta seguridad, a Vos acudo, Virgen Reina de las vírgenes, y aunque agobiado bajo el peso de mis culpas, atrévome á parecer ante vuestra presencia. No despreciéis mis ruegos, antes dignaos atenderlos y favorablemente despacharlos. Amén.



OFRECIMIENTO DEL DÍA...


   Cuanto piense, cuanto hable, cuanto obre y cuanto quiera en este día de vuestro sagrado Mes, os lo ofrezco, purísima Reina de los cielos, como florido homenaje de amor consagrado a vuestra devoción. Sean por Vos todas y cada una de mis respiraciones. Sean por Vos todos y cada uno de los latidos de mi corazón, sean por Vos los deseos más íntimos de mi alma. Os dedico muy especialmente el obsequio o flor espiritual de hoy, y deseo lo recibáis como nueva prenda de mi fidelidad a vuestro amor. Y haced, Señora, que según Vos viva, y en Vos muera, y con Vos reine felizmente por toda la eternidad. Amén.




FLORES ESPIRITUALES:



—3. Privarse de un rato de recreo, como mortificación por los pecados veniales.




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