Esta advocación nos recuerda la manera amorosísima que
tuvo la Santísima Virgen de libertar en los tiempos pasados a los cautivos cristianos
que gemían en las mazmorras sarracenas, llegando para ello a fundar una Orden
Religiosa con este nobilísimo y caritativo objeto.
Pero no creamos
por eso que ha pasado la actualidad de esta advocación. La misma Iglesia así lo
reconoce al conservar esta fiesta y al indicarnos el espíritu de la misma en la
oración litúrgica del día.
1.° Esclavitud corporal.
— Es el estado más triste que puede decirse...; la
libertad es el don que todos más apetecen..., sin ella no se concibe la
alegría, la paz, la felicidad.
— Un esclavo no parece un hombre..., es una cosa de la
que dispone su dueño a su antojo.
—Pero aún mucho más negra será la esclavitud de un bárbaro
tirano que se complace en hacer sufrir y en atormentar a sus esclavos.
—Éste era el caso de la esclavitud cristiana con los
sarracenos.
—Cogidos o más bien robados muchas veces por los piratas
en alta mar, eran conducidos como bestias a los mercados, donde eran comprados
por amos que los arrojaban en oscuros calabozos, de donde les sacaban para
hacerlos trabajar bárbaramente bajo el látigo del castigo, o para hacerles
morir cruelmente, si es que no morían extenuados entre los barrotes de su
prisión.
Detente a contemplar este cuadro e
imagínate que te encuentras tú en caso semejante sin tu familia..., sin tu
casa..., sin tus amistades..., sin tu libertad...
Y
así comprenderás la corazonada de aquella Madre de Dios y de los hombres, que
no puede sufrir el ver así a sus hijos y trata de enviarles un alivio, una
solución, inspirando a los fundadores de la Orden de la Merced los actos
heroicos de caridad en favor suyo.
— ¿Qué sentirían aquellos
pobres cautivos cuando vieran en medio de la lobreguez de sus mazmorras, la luz
de la libertad..., la dicha de volver a su patria..., la alegría inmensa de
regresar a sus casas y todo... por medio de la Santísima Virgen?... ¿Qué amor
tan grande... qué gratitud no brotaría en sus corazones para aquella Madrecita
que así les auxiliara en sus sufrimientos?...
Alégrate tú también con ellos y da gracias una vez más al
Señor por tener una Madre como ésta que así siente como suyas las penas y los
sufrimientos tuyos.
— Qué ternura debe
inspirarnos este rasgo tan maternal que caracteriza el título de las Mercedes.
2.° Esclavitud espiritual.
— Pero si no has probado lo duro que es la esclavitud
corporal..., no podrás decir seguramente lo mismo de la espiritual de tu alma.
— Ésta, como todas las cosas del alma, al no entrar por
lo sentidos, parece no nos llama tanto la atención..., no nos impresiona
tanto... y lo que es peor, la damos mucha menos importancia.
— Y no obstante, ésta sí que es verdadera esclavitud..., negra
esclavitud..., espantosa, indigna, denigrante esclavitud.
— Es aquélla de la que habla el mismo Jesucristo cuando
nos dice: «el que comete un pecado
se hace esclavo del pecado».
Naturalmente, que el pecado que totalmente esclaviza al
alma y la reduce al estado más triste y lamentable es el pecado mortal..., pero
también en cierto modo esclavizan al alma los pecados veniales deliberados...,
cotidianos o al menos frecuentemente cometidos...; las pasiones..., las malas y
perversas inclinaciones..., la maldita concupiscencia... ¡cuántos tiranos para nuestra pobre alma! Y cuántas veces nos creemos libres y somos cautivos de
alguno de ellos.
Y además piensa, ¡qué
tiranos!
— ¡Quién no tiene
experiencia de sus exigencias brutales e insaciables!... Mira un
poco tus pasiones..., especialmente tu pasión dominante y te convencerás de
ello.
— ¿Quién nos
libertará de esta esclavitud vergonzosa? ..., ¿dónde encontrar la libertad
dulce y amada de los hijos de Dios?... No lo dudes, en la devoción a la Santísima
Virgen la encontrarás.
La
Iglesia, en la oración de la Santa Misa, te lo dice.
— Escucha y medita: «Oh
Dios, que, por la gloriosísima Madre de tu Hijo, para librar a los fieles
cristianos de la esclavitud pagana quisiste aumentar en tu Iglesia una nueva
familia religiosa, os suplicamos nos concedáis vernos libres de todos los
pecados y de la cautividad del demonio por los méritos e intercesión de Aquélla
a quien piadosamente veneramos como Fundadora de tan grande obra.»
Ahí
lo tienes claramente..., no por tus méritos..., sino por los de la Virgen... y
a la vez por su intercesión... serás libre del cautiverio del demonio y de su
obra, el pecado.
— Pero por eso exige de tu parte amor
y oración.
— Amor, para
apropiarte sus merecimientos... y oración
para suplicarla interponga su poderosa intercesión.
—
Pídeselo así..., como esta Madre tan dulce y cariñosa se merece.
3.° La santa esclavitud.
— Oportunidad extraordinaria te da esta festividad de la
Santísima Virgen, para volver a insistir en la vida de la santa esclavitud... y
especialmente para que te examines sobre ella.
— No olvides que ésta es la verdadera devoción a la
Virgen..., que toda devoción y consagración a Ella debe incluir de un modo o de
otro esta dulcísima y amorosísima esclavitud.
— Recuerda que no es posible darte y entregarte a la Virgen
sino es renunciando a tus cosas..., a ti mismo... y que tanto más prácticamente
la amarás cuanto más la entregues la llave de tu voluntad..., cuanto más pongas
en sus manos tu libertad... y, por tanto, más te esclavices a su purísimo
Corazón. Detente mucho en esto y no pases por alto este punto..., antes bien,
con toda calma y con toda sinceridad, haz este examen de la práctica de tu
esclavitud mariana.
— Sin duda que muchas veces se lo habrás dicho y
prometido a la Santísima
Virgen..., pero la esclavitud no es cosa de
palabras... sino de hechos y obras.
— Insiste en contemplar el modelo, que es Ella misma..., ¡cómo se esclavizó de palabra y de obra al Señor! ...; la
Esclava del Señor era su título y el programa de su vida..., por eso siempre
vivió aquello de que «hágase
en mí según tu palabra» ... ¿Tú también lo vives?
..., ¿también es tu ideal acomodarte a la voluntad del Señor y cumplir su
palabra y sus deseos como tu Madre?
Pídela que sea éste el fruto grande de esta
fiesta..., el que sepas renunciar a toda esclavitud vergonzosa... para vivir
siempre esta esclavitud de amor a Dios por medio de María.
ADVOCACIONES LITÚRGICAS
DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA.
ILDEFONSO RODRÍGUEZ VILLAR
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