lunes, 4 de mayo de 2020

MES DE MAYO… MES DE MARÍA. DÍA CUARTO.




S. S. el Papa Pío VII concedió, el 21de marzo de 1885, y el 18 de junio de 1822, 300 días de indulgencia por cada día a todos los fieles del mundo católico que pública o privadamente honraren en el mes de mayo, a la Virgen Santísima con particulares obsequios, devotas oraciones u otros actos. Indulgencia plenaria por una vez, en el referido mes, en uno de los primeros ocho días de junio el día en que, confesados y comulgados, rogaren al Señor por la Santa Iglesia y demás intenciones de su Santidad.




MODO DE CELEBRAR EL PIADOSO EJERCICIO



Si es posible, se reza la tercera parte del Santo Rosario, con misterios cantados. Después de la Salve.


Por la señal. . .

Acto de contrición. . .




Oración Preparatoria



   Estamos a tus plantas, ¡oh dulce Madre Nuestra! Venimos a admirar tu excelsa dignidad y tus privilegios; a ensalzar tu nombre mil veces bendecido: a estudiar tus virtudes incomparables para alabar a Dios que te llenó de gracias y pedirte tu ayuda misericordiosa a fin de imitarte.

   Queremos recrearnos en tu grandeza, en tu hermosura, regocijarnos en tus bondades, quedar más y más embriagados de tu dulzura y de tu amor.

   Somos indignos de estar en tu presencia; pero eres buena y perdonarás nuestro atrevimiento.

   Si el pecado nos impide llegar hasta tí, aborrecemos el pecado con todo nuestro corazón y lo detestamos con todas nuestras fuerzas.

   Ilumina, purifica, enciende, consuela nuestras almas.

   Tuyas son, te pertenecen, te aclaman y quieren amarte durante toda la eternidad.

   Muéstranos tu vida angelical, tus virtudes, tus excelencias y tus bondades.

   ¡Oh augusta Madre de Dios!, te alabamos, te bendecimos y te glorificamos.

   ¡Oh Madre tierna de los hombres! te suplicamos nos consigas el remedio de todas nuestras necesidades, la gracia santificante y la perseverancia final.

   Queremos vivir sirviéndote, morir amándote y estar en la eternidad cantando en tu comparsa las misericordias del Señor. Amén.







DÍA CUARTO (4 de mayo).




MEDITACIÓN. —MARÍA MADRE DE DIOS.



Punto primero.María es madre verdadera de Dios. De su sangre inmaculada formó el Espíritu Santo el cuerpo de Jesús; el Padre eterno creó el alma; y el Verbo se unió a ambos haciéndolos subsistir por su Augusta personalidad. (Breve pausa).


Punto segundo.María concibió a Cristo, lo dio a luz sin perder su virginidad y lo alimentó con el néctar suavísimo de sus pechos. Como Madre del Redentor la han venerado todas las generaciones. (Breve pausa).


Punto tercero.¿Has meditado con frecuencia en este privilegio de María? ¿Te regocijas? ¿La alabas? (Breve pausa).


Fruto.Saludar a la Virgen como Madre de Dios.


Aspiración.Madre augusta de mi Redentor, condúceme hasta él, quiero amarlo con todo mi corazón.




LECTURA. —NOBLES DEVOTOS DEL ROSARIO.




   Algunos creen que la piedad es propia de almas tímidas, que la devoción amengua el carácter y deprime los acometimientos de la heroicidad.

   Nada más falso. La religión, el culto y sus prácticas comunican al espíritu energías sobrenaturales, confirman, depuran y elevan todos los anhelos legítimos, impulsan al creyente por los senderos de las obras más difíciles y lo hacen capaz de todos los sacrificios.

   La historia está llena de brillantes ejemplos.

   Concentrándome sólo al asunto que nos ocupa, hay infinidad de ilustres personajes, de noble prosapia, que en medio de los azares de la guerra y de la política, no obstante, sus defectos morales, eran férvidos devotos de la Santísima Virgen y le demostraban, por el rosario, su afecto filial.

   Doña Blanca de Castilla, Luis XI y Enrique IV fueron fervorosos devotos del Rosario.





ORACIÓN



   Te aclaman, ¡oh María! las criaturas como a Señora misericordiosa y compasiva del refugio. En tí hallan auxilio los necesitados, fuerza los débiles, luz los ciegos, consuelo los afligidos, perdón los pecadores y perseverancia los justos. En tí se hallan todos los bienes, porque eres la Madre de Dios, la abogada de los pecadores y la esperanza de los que te invocan.

   Recurrimos a tí los que gemimos en este valle de lágrimas, defiéndenos de Satanás, de sus seducciones y engaños, defiéndenos del mundo prevaricador y criminal; defiéndenos de las pasiones que hierven en nuestro ser. Mira ¡oh Madre! nuestros peligros y debilidades.

   Te ruego que sigas siendo nuestro Refugio y amparo, nuestra delicia y consuelo que nos lleve hasta Dios para verlo y gozarlo en toda la Eternidad. Amén.




—Rezar una Salve.




ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS


  
   Acuérdate ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir, que alguno de los que han acudido a tu protección, implorado tu auxilio y pedido tu socorro, haya sido abandonado. Animado con esta confianza a tí también acudo, ¡oh Virgen de las Vírgenes!, y aunque gimiendo bajo el peso de nuestros pecados, me atrevo a aparecer ante tu presencia soberana, no deseches mis súplicas, antes bien escúchalas y acógelas benignamente. Amén.



MES DE MARÍA
Por el Pbro. Cantu Corro. (1918).



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