sábado, 9 de mayo de 2020

MES DE MAYO… MES DE MARÍA. DÍA NOVENO.






   S. S. el Papa Pío VII concedió, el 21de marzo de 1885, y el 18 de junio de 1822, 300 días de indulgencia por cada día a todos los fieles del mundo católico que pública o privadamente honraren en el mes de mayo, a la Virgen Santísima con particulares obsequios, devotas oraciones u otros actos. Indulgencia plenaria por una vez, en el referido mes, en uno de los primeros ocho días de junio el día en que, confesados y comulgados, rogaren al Señor por la Santa Iglesia y demás intenciones de su Santidad.


MODO DE CELEBRAR EL PIADOSO EJERCICIO


Si es posible, se reza la tercera parte del Santo Rosario, con misterios cantados. Después de la Salve.

Por la señal. . .

Acto de contrición. . .


Oración Preparatoria


   Estamos a tus plantas, ¡oh dulce Madre Nuestra! Venimos a admirar tu excelsa dignidad y tus privilegios; a ensalzar tu nombre mil veces bendecido: a estudiar tus virtudes incomparables para alabar a Dios que te llenó de gracias y pedirte tu ayuda misericordiosa a fin de imitarte.

   Queremos recrearnos en tu grandeza, en tu hermosura, regocijarnos en tus bondades, quedar más y más embriagados de tu dulzura y de tu amor.

   Somos indignos de estar en tu presencia; pero eres buena y perdonarás nuestro atrevimiento.

   Si el pecado nos impide llegar hasta tí, aborrecemos el pecado con todo nuestro corazón y lo detestamos con todas nuestras fuerzas.

   Ilumina, purifica, enciende, consuela nuestras almas.

   Tuyas son, te pertenecen, te aclaman y quieren amarte durante toda la eternidad.

   Muéstranos tu vida angelical, tus virtudes, tus excelencias y tus bondades.

   ¡Oh augusta Madre de Dios!, te alabamos, te bendecimos y te glorificamos.

   ¡Oh Madre tierna de los hombres! te suplicamos nos consigas el remedio de todas nuestras necesidades, la gracia santificante y la perseverancia final.

   Queremos vivir sirviéndote, morir amándote y estar en la eternidad cantando en tu comparsa las misericordias del Señor. Amén.






DÍA NOVENO (9 de mayo).




MEDITACIÓN. —NATIVIDAD DE MARÍA.



Punto primero.Después de ser concebida sin pecado la Virgen María, a los nueve meses nació pura, bella, agraciada, incomparable. Su nacimiento produjo gozos nobilísimos para los justos de Israel que habían ya muerto y estaban en el seno de Abraham. (Breve pausa).


Punto segundo.Llenó de gozo a los que entonces esperaban la venida del Mesías; era la aurora del sol irradiante de justicia. (Breve pausa).


Punto tercero. Llenó de gozo a los cristianos que nacieron después; a los justos, porque los preserva y recrea; a los pecadores, porque les consigue el arrepentimiento. ¿No quieres nacer espiritualmente a nueva vida de fervor y de perfección? (Breve pausa).



Fruto. —No poner obstáculos a la gracia de Dios.


Aspiración.¡Oh divina Infantita!, hazme nacer y crecer en santidad delante de Dios.



LECTURA. —OTROS SABIOS, DEVOTOS DEL ROSARIO.


   La Virgen Santísima ha visto postrarse ante sus aras a multitud de nobles, de aguerridos militares y de hombres de Estado.

   Armonizaron éstos la f e y la piedad con sus intrincadas funciones públicas, y, siendo grandes ante el mundo, no se avergonzaron de intitularse hijos humildes de María.

   Algunos sabios que pasaban instantes de mística dulzura recitando con frecuencia el Salterio de la Virgen.

   Se hizo notabilísimo por esta devoción, por su valentía en pro de la libertad de su patria y de sus relevantes prendas personales el abogado irlandés Daniel O'Connell. Cuando, para arreglar los trascendentales negocios de su país, permanecía en las antesalas de los palacios británicos, allí se ocupaba de hablar, por medio del Rosario, con la augusta Madre de Dios.



ORACIÓN: Ante las imágenes de la Divina Infantita.







   ¡Oh Niña candorosa e incomparable!, vengo a venerarte recién nacida en tu cuna. Eres agraciada, bellísima encantadora.

   Tus dulces ojos, tu mirada apacible tu sonrisa angelical, fueron el embeleso de tus dichosísimos padres.

   Al contemplarte admiraron tu hermosura, te cantaron himnos de glorificación y se postraron para venerar a la que iba a ser Madre del Dios Hombre.

   A sus caricias y transportes de alegría unieron el homenaje de su fe y de su devoción hacia tí.

   Yo también te admiro, te amo y te ensalzo en los primeros días de tu vida: en el regazo de Santa Ana, en tu casa de Nazaret, en la edad bendita, durante la cual, aprendiste de tu santa madre las lecciones que te daba.

    Niña inocente, comunica tu candor virginal a los pequeñuelos, presérvales del mundo, defiéndelos de la corrupción, hazlos crecer en santidad como lirios de pureza inmaculada.

   Concede a tus siervos, Infantita divina, la gracia de honrarte, imitarte y servirte toda la vida.

   Queremos ser como niños para merecer, un día, el galardón que el Señor prometió a los limpios de corazón, a los que se parecían a los inocentes que él bendijo y acarició.

   Pídelo así a Cristo Nuestro Señor. Amén.



ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS


  
   Acuérdate ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir, que alguno de los que han acudido a tu protección, implorado tu auxilio y pedido tu socorro, haya sido abandonado. Animado con esta confianza a tí también acudo, ¡oh Virgen de las Vírgenes!, y aunque gimiendo bajo el peso de nuestros pecados, me atrevo a aparecer ante tu presencia soberana, no deseches mis súplicas, antes bien escúchalas y acógelas benignamente. Amén.



MES DE MARÍA
Por el Pbro. Cantu Corro. (1918).



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