jueves, 13 de agosto de 2020

NOVENA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA.





COMENZAMOS: 13 de agosto.


FINALIZAMOS: 21 de agosto.


FESTIVIDAD: 22 de agosto.




ORACIÓN PREPARATORIA.


   Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador y Redentor mío amorosísimo, que por amor a los hombres bajasteis del seno de vuestro Eterno Padre para haceros hombre y redimirlos, escogiendo por Madre a la Purísima, Inmaculada y siempre Virgen María, disponiendo su Corazón con todo género de perfecciones, a fin de que de la sangre preciosa de tan Santísimo Corazón se formase esa Humanidad santísima, en que padecisteis la más afrentosa de las muertes, para librarnos de la servidumbre del demonio y del pecado; os amo, Dios mío, con todas mis fuerzas, sobre todas las cosas, por esta bondad que para con nosotros habéis mostrado; y me pesa una y mil veces de haberos ofendido, por ser Vos quien sois, bondad infinita, y también me pesa, porque me podéis castigar en el infierno. Espero que, por los méritos de vuestra preciosísima Sangre y por el Corazón sacratísimo de vuestra divina Madre, me concederéis la gracia que necesito para hacer bien esta novena, a fin de amaros y seros fiel hasta morir. Amén.







DÍA PRIMERO. (13 de agosto).



De la grandeza del Corazón de María.


   Aquel Corazón es y se llama grande, que está siempre dispuesto a dispensar favores, y mucho más incomparablemente el que, no teniendo en cuenta la ingratitud, ni cualquiera otra suerte de mala correspondencia, está igualmente pronto a dispensarlos, aunque sea a costa de grandes sacrificios. Semejante grandeza de corazón es hija legítima de la caridad, la cual extiende y dilata el corazón para encerrar en él a todos los hombres, sin distinción de amigos, ni enemigos; porque se complace igualmente en hacer bien a todos por amor de Dios y no mide su caridad y beneficencia por la correspondencia que halla en las criaturas, sino por la necesidad y las desgracias de ellas. Tal es puntualmente el Corazón de nuestra augusta Madre. ¡Qué favores, qué gracias, qué beneficios ha dispensado siempre su Corazón a pesar del olvido, de la ingratitud y mala correspondencia de los hombres! ¿Quién, pues, podrá medir la grandeza y anchura de su Corazón? Todos somos testigos de ella, todos la hemos experimentado; porque nadie, dice San Bernardo, acude debidamente a aquel Corazón sin ser consolado por él. A todos nos tiene dentro de sí con maternal afecto, ninguno está excluido de sus favores; a él debemos las gracias espirituales que el Señor nos comunica, la paciencia en los trabajos, el consuelo en las aflicciones, y el remedio de nuestros males. Y aun los pecadores, que viven alejados de Dios, los herejes que le blasfeman y los infieles que le desconocen, y son, por lo tanto, enemigos de Jesús y de ella, deben a la grandeza de su Corazón la vida que tienen, la salud de que disfrutan y todos los bienes naturales y de fortuna. ¡Oh! ¡Cuán inmensa es la grandeza del Corazón de María! ¿Queremos experimentarla, recibiendo de él copiosas gracias? Pensemos en ella, resolvámonos a imitarla, y pidámosle con fervor esta y las demás gracias que necesitamos. (Hágase alguna pausa).




ORACIÓN.


   ¡Oh Corazón de María, cuya grandeza testifica y admira el universo!; comunicádnosla a nosotros, haciéndonos igualmente grandes de corazón, alcanzadnos valor, Madre querida, para olvidar toda suerte de injurias, y ser todo para todos, a fin de ganarlos para Jesucristo. Amén.



—Para conseguir esta y demás gracias, os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave Marías y las salutaciones siguientes:





SALUTACIONES



Al Santísimo Corazón de María, en unión con los nueve coros de los Ángeles.



1. Os saludo, Corazón Santísimo de María, con el coro de los Serafines, y os suplico queme alcancéis un corazón verdaderamente grande para amar y servir a Dios, y para hacer bien a todos los hombres. Ave María.


2. Os saludo, purísimo Corazón de María, con los Querubines, y os ruego me alcancéis la amabilidad. Ave María.


3. Yo os saludo, perfectísimo Corazón de María, con el coro de los Tronos, confiando que me obtendréis la gracia de ser compasivo de corazón. Ave María.


4. Os saludo, Corazón amantísimo de María, con el coro de las Dominaciones, suplicando me concedáis el verdadero fervor. Ave María.


5. Yo os saludo, Corazón rectísimo de María, con el coro de las Virtudes, esperando me concederéis la limpieza de Corazón. Ave María.


6. Yo os saludo, Corazón fidelísimo de María, con el coro de las Potestades, y os ruego que me alcancéis la mansedumbre. Ave María.


7. Os saludo, Corazón clementísimo de María, con el coro de los Principados, esperando que me ayudaréis a ser humilde de Corazón. Ave María.
8. Os saludo, Corazón piadosísimo de María, con el coro de los Arcángeles, confiando que me alcanzaréis fortaleza para cumplir siempre la santa ley de Dios. Ave María.


9. Os saludo, Corazón prudentísimo de María, con el coro de los Ángeles, suplicándoos me alcancéis la paciencia y resignación en los trabajos y padecimientos. Ave María y Gloria.




Oración final para todos los días.



   ¡Oh Santísimo é Inmaculado Corazón de María, fuente de la Humanidad de Jesús, adornado de todas las gracias, prerrogativas y excelencias para ser habitación del mismo Dios! ¡Oh Corazón riquísimo y trono del Altísimo, desde donde se dispensan todas las gracias al género humano! ¡Oh Corazón preciosísimo, sagrario de la Divinidad y centro del verdadero amor a Dios y a los hombres! ¡Oh Corazón dulcísimo, víctima del dolor por las penas de Jesús y por los pecados de los hombres! Aquí me presento, ¡oh Corazón suavísimo!; con toda confianza me acerco a ese trono de gracia y de misericordia. ¡Oh Corazón generoso y compasivo de María, Madre de Jesús y también mía! Sí; aquí me presento, esperando me concederéis el perdón de mis pecados, la perseverancia final y cuantas gracias Vos sabéis que necesito para servir a Dios y a Vos con toda fidelidad y amor. También os pido por la conversión de los pobres pecadores: compadeceos, Señora, de su triste situación: iluminadlos con la luz que es vuestro Hijo: concededles la gracia de una verdadera contrición de sus pecados, y encended en sus pechos una hoguera de verdadera caridad. Estas y demás gracias que Vos sabéis serme necesarias, las espero de vuestro maternal cariño con tal confianza que las reputo ya concedidas; porque Vos no olvidaréis que sois el Refugio de los pecadores, la salad de los enfermos, la Consoladora de los afligidos, el Auxilio de los cristianos y la Madre de la divina gracia: no habréis olvidado que, al espirar Jesús, os hizo el encargo de que nos tomaseis por hijos; por lo mismo, pues, aunque indignos, hijos vuestros somos, y Vos nuestra Madre, y como a tal os invocaremos; y por ser yo el más miserable de todos, me juzgo con derecho para desde este valle de lágrimas saludaros, diciendo: Madre mía, he aquí vuestro hijo; Madre mía, he aquí vuestro hijo, Madre mía, he aquí vuestro hijo; confío que mis gemidos conmoverán vuestro compasivo Corazón.





—Ahora se cantan los gozos del Inmaculado Corazón de María.




GOZOS DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA.




Ya que llenáis de favores
A todo el que en Vos confía,
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.


Ya que sois, Madre divina,
De todos corredentora,
De siglos restauradora,
De salvación rica mina,
Hallen en Vos medicina
Tantos prevaricadores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.



Del que va errado sois guía,
Ancora del naufragante;
En Vos halla el navegante
Sosiego, puerto, alegría:
Sin Vos, Madre, ¿qué sería
Del mundo, lleno de errores?
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.



Por el pecador mostrasteis
En el templo tal ternura,
Que por él la espada dura
De Simeón aceptasteis:
Así, Madre, consolasteis
Nuestros llantos y clamores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.



Jesús, puesto en agonía,
Rica prenda nos legó,
Pues por Madre nos dejó,
A Vos, ¡oh dulce MARÍA!
Sí, nacimos, Virgen pía,
Mas ¡ay! de vuestros dolores,
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.



Cuando su brazo irritado
Levanta el divino Asuero,
Y al pecador con su acero
Va a dejar exterminado,
Tierna Ester, a Vos es dado
Desarmarle en sus rigores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.


Si Abigaíl la prudente
A Nabal logró el perdón,
También Vos la remisión
Obtendréis del delincuente,
Pues vuestro pecho ferviente
A Dios da tiernos clamores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.


Acordaos, ¡oh MARÍA!
Que nadie jamás oyó,
Que sin consuelo volvió
Quien su cuita a Vos confía;
Defiéndannos, Madre pía,
De vuestro amor los ardores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.


Por el dolor vehemente
Que vuestro pecho oprimió
Cuando el buen Jesús murió,
De amor víctima inocente,
Sienta el mismo impenitente
De su culpa los horrores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.



Los cofrades, que á millones
Junta la ARCHICOFRADÍA
Del CORAZÓN DE MARÍA,
Os hacen mil peticiones,
Demandando conversiones
Siempre más, siempre mayores:
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.


Herejes, moros, paganos,
Incrédulos y judíos,
Dejando sus desvaríos,
Que vengan a ser cristianos,
¡Qué dicha estar entre hermanos
Y cantad vuestros loores!
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.


Vive libre de temores
El que dice cada día.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.



V. Qui me invenerit, inveniet vitam.


R. Et hauriet salutem a Domino.



NOVENARIO (1895).



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