COMENZAMOS: 13 de agosto.
FINALIZAMOS: 21 de agosto.
FESTIVIDAD: 22 de agosto.
ORACIÓN PREPARATORIA.
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero,
Creador y Redentor mío amorosísimo, que
por amor a los hombres bajasteis del seno de vuestro Eterno Padre para haceros
hombre y redimirlos, escogiendo por Madre a la Purísima, Inmaculada y siempre
Virgen María, disponiendo su Corazón con todo género de perfecciones, a fin de
que de la sangre preciosa de tan Santísimo Corazón se formase esa Humanidad
santísima, en que padecisteis la más afrentosa de las muertes, para librarnos
de la servidumbre del demonio y del pecado; os amo, Dios mío, con todas mis
fuerzas, sobre todas las cosas, por esta bondad que para con nosotros habéis
mostrado; y me pesa una y mil veces de haberos ofendido, por ser Vos quien
sois, bondad infinita, y también me pesa, porque me podéis castigar en el
infierno. Espero que, por los méritos de vuestra preciosísima Sangre y por el
Corazón sacratísimo de vuestra divina Madre, me concederéis la gracia que
necesito para hacer bien esta novena, a fin de amaros y seros fiel hasta morir.
Amén.
DÍA PRIMERO. (13 de agosto).
De la grandeza del
Corazón de María.
Aquel Corazón es y se llama grande, que está
siempre dispuesto a dispensar favores, y mucho más incomparablemente el que, no
teniendo en cuenta la ingratitud, ni cualquiera otra suerte de mala correspondencia,
está igualmente pronto a dispensarlos, aunque sea a costa de grandes
sacrificios. Semejante grandeza de corazón es hija legítima de la caridad, la
cual extiende y dilata el corazón para encerrar en él a todos los hombres, sin
distinción de amigos, ni enemigos; porque se complace igualmente en hacer bien a
todos por amor de Dios y no mide su caridad y beneficencia por la
correspondencia que halla en las criaturas, sino por la necesidad y las
desgracias de ellas. Tal es puntualmente el Corazón de nuestra augusta Madre. ¡Qué favores,
qué gracias, qué beneficios ha dispensado siempre su Corazón a pesar del
olvido, de la ingratitud y mala correspondencia de los hombres! ¿Quién, pues, podrá medir la grandeza y anchura de su
Corazón? Todos somos testigos de ella, todos la hemos experimentado;
porque nadie, dice San Bernardo, acude debidamente a aquel Corazón sin ser
consolado por él. A
todos nos tiene dentro de sí con maternal afecto, ninguno está excluido de sus
favores; a él debemos las gracias espirituales que el Señor nos comunica, la
paciencia en los trabajos, el consuelo en las aflicciones, y el remedio de
nuestros males. Y aun los pecadores, que viven alejados de Dios, los herejes
que le blasfeman y los infieles que le desconocen, y son, por lo tanto,
enemigos de Jesús y de ella, deben a la grandeza de su Corazón la vida que tienen,
la salud de que disfrutan y todos los bienes naturales y de fortuna. ¡Oh! ¡Cuán inmensa es la
grandeza del Corazón de María!
¿Queremos
experimentarla, recibiendo de él copiosas gracias? Pensemos en ella, resolvámonos a imitarla, y pidámosle con
fervor esta y las demás gracias que necesitamos.
(Hágase
alguna pausa).
ORACIÓN.
¡Oh Corazón de María, cuya grandeza testifica
y admira el universo!; comunicádnosla
a nosotros, haciéndonos igualmente grandes de corazón, alcanzadnos valor, Madre
querida, para olvidar toda suerte de injurias, y ser todo para todos, a fin de
ganarlos para Jesucristo. Amén.
—Para conseguir esta y demás gracias,
os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave
Marías y las salutaciones siguientes:
SALUTACIONES
Al Santísimo Corazón de María, en unión con los
nueve coros de los Ángeles.
1.
Os saludo, Corazón
Santísimo de María, con
el coro de los Serafines, y os suplico queme alcancéis un corazón
verdaderamente grande para amar y servir a Dios, y para hacer bien a todos los
hombres. Ave María.
2.
Os saludo, purísimo
Corazón de María, con
los Querubines, y os ruego me alcancéis la amabilidad. Ave
María.
3.
Yo os saludo, perfectísimo
Corazón de María,
con el coro de los Tronos, confiando que me obtendréis la gracia de ser
compasivo de corazón. Ave María.
4.
Os saludo, Corazón
amantísimo de María, con
el coro de las Dominaciones, suplicando me concedáis el verdadero fervor. Ave María.
5.
Yo os saludo, Corazón
rectísimo de María,
con el coro de las Virtudes, esperando me concederéis la limpieza de Corazón. Ave María.
6.
Yo os saludo, Corazón
fidelísimo de María, con
el coro de las Potestades, y os ruego que me alcancéis la mansedumbre. Ave
María.
7.
Os saludo, Corazón
clementísimo de María, con
el coro de los Principados, esperando que me ayudaréis a ser humilde de
Corazón. Ave María.
8. Os saludo, Corazón piadosísimo de María, con el coro de los Arcángeles,
confiando que me alcanzaréis fortaleza para cumplir siempre la santa ley de
Dios. Ave
María.
9.
Os saludo, Corazón
prudentísimo de María, con
el coro de los Ángeles, suplicándoos me alcancéis la paciencia y resignación en
los trabajos y padecimientos. Ave María y Gloria.
Oración final para todos los días.
¡Oh
Santísimo é Inmaculado Corazón de María, fuente de la Humanidad de Jesús,
adornado de todas las gracias, prerrogativas y excelencias para ser habitación
del mismo Dios! ¡Oh Corazón riquísimo y
trono del Altísimo, desde donde se dispensan todas las gracias al género humano!
¡Oh Corazón preciosísimo, sagrario de la Divinidad y centro del verdadero amor a
Dios y a los hombres! ¡Oh Corazón dulcísimo, víctima del dolor por las penas de
Jesús y por los pecados de los hombres! Aquí me presento, ¡oh Corazón
suavísimo!; con toda confianza me acerco a ese trono de gracia y de
misericordia. ¡Oh Corazón generoso y compasivo de María, Madre de Jesús y
también mía!
Sí; aquí me presento, esperando me concederéis el perdón de mis pecados, la
perseverancia final y cuantas gracias Vos sabéis que necesito para servir a Dios
y a Vos con toda fidelidad y amor. También os pido por la conversión de los
pobres pecadores: compadeceos, Señora, de su triste situación: iluminadlos con
la luz que es vuestro Hijo: concededles la gracia de una verdadera contrición
de sus pecados, y encended en sus pechos una hoguera de verdadera caridad.
Estas y demás gracias que Vos sabéis serme necesarias, las espero de vuestro
maternal cariño con tal confianza que las reputo ya concedidas; porque Vos no
olvidaréis que sois el Refugio de los pecadores, la salad de los enfermos, la Consoladora
de los afligidos, el Auxilio de los cristianos y la Madre de la divina gracia:
no habréis olvidado que, al espirar Jesús, os hizo el encargo de que nos tomaseis
por hijos; por lo mismo, pues, aunque indignos, hijos vuestros somos, y Vos
nuestra Madre, y como a tal os invocaremos; y por ser yo el más miserable de todos,
me juzgo con derecho para desde este valle de lágrimas saludaros, diciendo: Madre mía, he aquí
vuestro hijo; Madre mía, he aquí vuestro hijo, Madre mía, he aquí vuestro hijo;
confío que mis gemidos conmoverán vuestro compasivo Corazón.
—Ahora se cantan los gozos del
Inmaculado Corazón de María.
GOZOS DEL INMACULADO
CORAZÓN DE MARÍA.
Ya
que llenáis de favores
A
todo el que en Vos confía,
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Ya
que sois, Madre divina,
De
todos corredentora,
De
siglos restauradora,
De
salvación rica mina,
Hallen
en Vos medicina
Tantos
prevaricadores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Del
que va errado sois guía,
Ancora
del naufragante;
En
Vos halla el navegante
Sosiego,
puerto, alegría:
Sin
Vos, Madre, ¿qué sería
Del
mundo, lleno de errores?
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Por
el pecador mostrasteis
En
el templo tal ternura,
Que
por él la espada dura
De
Simeón aceptasteis:
Así,
Madre, consolasteis
Nuestros
llantos y clamores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Jesús,
puesto en agonía,
Rica
prenda nos legó,
Pues
por Madre nos dejó,
A
Vos, ¡oh dulce
MARÍA!
Sí,
nacimos, Virgen pía,
Mas
¡ay! de vuestros dolores,
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Cuando
su brazo irritado
Levanta
el divino Asuero,
Y
al pecador con su acero
Va
a dejar exterminado,
Tierna
Ester, a Vos es dado
Desarmarle
en sus rigores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Si
Abigaíl la prudente
A
Nabal logró el perdón,
También
Vos la remisión
Obtendréis
del delincuente,
Pues
vuestro pecho ferviente
A
Dios da tiernos clamores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Acordaos,
¡oh MARÍA!
Que
nadie jamás oyó,
Que
sin consuelo volvió
Quien
su cuita a Vos confía;
Defiéndannos,
Madre pía,
De
vuestro amor los ardores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Por
el dolor vehemente
Que
vuestro pecho oprimió
Cuando
el buen Jesús murió,
De
amor víctima inocente,
Sienta
el mismo impenitente
De
su culpa los horrores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Los
cofrades, que á millones
Junta
la ARCHICOFRADÍA
Del CORAZÓN DE MARÍA,
Os
hacen mil peticiones,
Demandando
conversiones
Siempre
más, siempre mayores:
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Herejes,
moros, paganos,
Incrédulos
y judíos,
Dejando
sus desvaríos,
Que
vengan a ser cristianos,
¡Qué dicha
estar entre hermanos
Y cantad
vuestros loores!
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Vive
libre de temores
El
que dice cada día.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
V. Qui me invenerit, inveniet vitam.
R. Et hauriet salutem a Domino.
NOVENARIO (1895).
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