COMENZAMOS: 13 de agosto.
FINALIZAMOS: 21 de agosto.
FESTIVIDAD: 22 de agosto.
ORACIÓN PREPARATORIA.
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero,
Creador y Redentor mío amorosísimo, que
por amor a los hombres bajasteis del seno de vuestro Eterno Padre para haceros
hombre y redimirlos, escogiendo por Madre a la Purísima, Inmaculada y siempre
Virgen María, disponiendo su Corazón con todo género de perfecciones, a fin de
que de la sangre preciosa de tan Santísimo Corazón se formase esa Humanidad
santísima, en que padecisteis la más afrentosa de las muertes, para librarnos
de la servidumbre del demonio y del pecado; os amo, Dios mío, con todas mis
fuerzas, sobre todas las cosas, por esta bondad que para con nosotros habéis
mostrado; y me pesa una y mil veces de haberos ofendido, por ser Vos quien
sois, bondad infinita, y también me pesa, porque me podéis castigar en el
infierno. Espero que, por los méritos de vuestra preciosísima Sangre y por el
Corazón sacratísimo de vuestra divina Madre, me concederéis la gracia que
necesito para hacer bien esta novena, a fin de amaros y seros fiel hasta morir.
Amén.
DÍA OCTAVO (20 de agosto).
De la fortaleza del
Corazón de María.
Consideremos que María fué la verdadera mujer fuerte. ¡Qué Corazón tan firme el
de esta Señora! El
celo de la gloria del Señor que la animaba lo vigorizó para las más arduas
empresas. La confianza ilimitada que tenía en Dios lo hizo impávida y hasta
terrible para aplastar la cabeza de la infernal serpiente y acabar con todas
las herejías; y su encendido amor a Dios le dio fuerzas para superar los
mayores sacrificios. Contempladla un instante en el Calvario, en el sacrificio
más sensible y doloroso que presenció el universo. Su Hijo moribundo está
pendiente de la cruz de tres durísimos clavos, con la cabeza coronada de
espinas, los ojos hundidos por la gran flaqueza, el semblante pálido y afeado con
la sangre cuajada que las espinas hicieron brotar de sus sienes, la garganta
seca y atormentada por la abrasadora sed, vertiendo sangre por las llagas de
los pies y de las manos, y todo su cuerpo en tan triste y dolorosa figura, que causa
compasión hasta a las criaturas insensibles, las cuales no pudiendo sufrir tan
cruel espectáculo dan cada una a su manera señales de dolor: el sol se
obscurece, la tierra tiembla, las piedras se parten, se abren los sepulcros y
la naturaleza entera se viste de luto y da muestras de pesar y sentimiento.
Solo María permanece en pie junto a la Cruz, con el Corazón traspasado de dolor
e inundado por mar de amargura, pero con tan divina fortaleza, que ni sus
rodillas tiemblan, ni el Corazón desmaya, ni las gigantescas olas de tan gran
tribulación perturban la paz y tranquilidad de la parte superior de su alma. ¡Qué fortaleza! ¿La tenemos nosotros?
¡Ah! ¡Cuán diferente es nuestro Corazón del suyo! El afecto
desordenado a la vida, a la salud, a los mezquinos intereses, un simple respeto
humano, un qué dirán, ocasionan con frecuencia la omisión de los deberes más
graves y la comisión de pecados del todo inexcusables. ¿No es esta la conducta de muchos
cristianos? ¡Ah! Confundámonos, hagamos firmes propósitos de la enmienda y
pidamos gracias para cumplirlos. (Deténgase
un poco).
ORACIÓN.
¡Madre mía amabilísima! Vos
conocéis bien mi cobardía y debilidad, que por desgracia me han acompañado casi
siempre; por el admirable valor que tanto os distinguió, os ruego que infundáis
en mi corazón la fortaleza necesaria para confesar la fe, para guardar la santa
Ley de Dios, y para prescindir de todo respeto humano en la práctica de las
virtudes. Para conseguir esta y demás gracias, os saludaremos…
—Para conseguir esta y demás gracias,
os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave
Marías y las salutaciones siguientes:
SALUTACIONES
Al Santísimo Corazón de María, en unión con los
nueve coros de los Ángeles.
1.
Os saludo, Corazón
Santísimo de María, con
el coro de los Serafines, y os suplico queme alcancéis un corazón
verdaderamente grande para amar y servir a Dios, y para hacer bien a todos los
hombres. Ave María.
2.
Os saludo, purísimo
Corazón de María, con
los Querubines, y os ruego me alcancéis la amabilidad. Ave
María.
3.
Yo os saludo,
perfectísimo Corazón de María,
con el coro de los Tronos, confiando que me obtendréis la gracia de ser
compasivo de corazón. Ave María.
4.
Os saludo, Corazón
amantísimo de María, con
el coro de las Dominaciones, suplicando me concedáis el verdadero fervor. Ave María.
5.
Yo os saludo, Corazón
rectísimo de María,
con el coro de las Virtudes, esperando me concederéis la limpieza de Corazón. Ave María.
6.
Yo os saludo, Corazón
fidelísimo de María, con
el coro de las Potestades, y os ruego que me alcancéis la mansedumbre. Ave María.
7.
Os saludo, Corazón
clementísimo de María, con
el coro de los Principados, esperando que me ayudaréis a ser humilde de
Corazón. Ave María.
8. Os saludo, Corazón piadosísimo de María, con el coro de los Arcángeles,
confiando que me alcanzaréis fortaleza para cumplir siempre la santa ley de
Dios. Ave
María.
9.
Os saludo, Corazón
prudentísimo de María, con
el coro de los Ángeles, suplicándoos me alcancéis la paciencia y resignación en
los trabajos y padecimientos. Ave María y Gloria.
Oración final para todos los días.
¡Oh
Santísimo é Inmaculado Corazón de María, fuente de la Humanidad de Jesús,
adornado de todas las gracias, prerrogativas y excelencias para ser habitación
del mismo Dios! ¡Oh Corazón riquísimo y
trono del Altísimo, desde donde se dispensan todas las gracias al género
humano! ¡Oh Corazón preciosísimo, sagrario de la Divinidad y centro del
verdadero amor a Dios y a los hombres! ¡Oh Corazón dulcísimo, víctima del dolor
por las penas de Jesús y por los pecados de los hombres! Aquí me presento, ¡oh
Corazón suavísimo!; con toda confianza me acerco a ese trono de gracia y de
misericordia. ¡Oh Corazón generoso y compasivo de María, Madre de Jesús y
también mía!
Sí; aquí me presento, esperando me concederéis el perdón de mis pecados, la
perseverancia final y cuantas gracias Vos sabéis que necesito para servir a Dios
y a Vos con toda fidelidad y amor. También os pido por la conversión de los
pobres pecadores: compadeceos, Señora, de su triste situación: iluminadlos con
la luz que es vuestro Hijo: concededles la gracia de una verdadera contrición
de sus pecados, y encended en sus pechos una hoguera de verdadera caridad.
Estas y demás gracias que Vos sabéis serme necesarias, las espero de vuestro
maternal cariño con tal confianza que las reputo ya concedidas; porque Vos no
olvidaréis que sois el Refugio de los pecadores, la salad de los enfermos, la
Consoladora de los afligidos, el Auxilio de los cristianos y la Madre de la
divina gracia: no habréis olvidado que, al espirar Jesús, os hizo el encargo de
que nos tomaseis por hijos; por lo mismo, pues, aunque indignos, hijos vuestros
somos, y Vos nuestra Madre, y como a tal os invocaremos; y por ser yo el más
miserable de todos, me juzgo con derecho para desde este valle de lágrimas saludaros,
diciendo: Madre mía, he aquí vuestro hijo; Madre mía, he aquí vuestro
hijo, Madre mía, he aquí vuestro hijo; confío que mis gemidos conmoverán
vuestro compasivo Corazón.
—Ahora se cantan los gozos del
Inmaculado Corazón de María, concluyendo con el versículo y oración.
GOZOS DEL INMACULADO
CORAZÓN DE MARÍA.
Ya
que llenáis de favores
A
todo el que en Vos confía,
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Ya
que sois, Madre divina,
De
todos corredentora,
De
siglos restauradora,
De
salvación rica mina,
Hallen
en Vos medicina
Tantos
prevaricadores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Del
que va errado sois guía,
Ancora
del naufragante;
En
Vos halla el navegante
Sosiego,
puerto, alegría:
Sin
Vos, Madre, ¿qué sería
Del
mundo, lleno de errores?
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Por
el pecador mostrasteis
En
el templo tal ternura,
Que
por él la espada dura
De
Simeón aceptasteis:
Así,
Madre, consolasteis
Nuestros
llantos y clamores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Jesús,
puesto en agonía,
Rica
prenda nos legó,
Pues
por Madre nos dejó,
A
Vos, ¡oh
dulce MARÍA!
Sí,
nacimos, Virgen pía,
Mas
¡ay! de vuestros dolores,
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Cuando
su brazo irritado
Levanta
el divino Asuero,
Y
al pecador con su acero
Va
a dejar exterminado,
Tierna
Ester, a Vos es dado
Desarmarle
en sus rigores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Si
Abigaíl la prudente
A
Nabal logró el perdón,
También
Vos la remisión
Obtendréis
del delincuente,
Pues
vuestro pecho ferviente
A
Dios da tiernos clamores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Acordaos,
¡oh MARÍA!
Que
nadie jamás oyó,
Que
sin consuelo volvió
Quien
su cuita a Vos confía;
Defiéndannos,
Madre pía,
De
vuestro amor los ardores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Por
el dolor vehemente
Que
vuestro pecho oprimió
Cuando
el buen Jesús murió,
De
amor víctima inocente,
Sienta
el mismo impenitente
De
su culpa los horrores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Los
cofrades, que á millones
Junta
la ARCHICOFRADÍA
Del CORAZÓN DE MARÍA,
Os
hacen mil peticiones,
Demandando
conversiones
Siempre
más, siempre mayores:
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Herejes,
moros, paganos,
Incrédulos
y judíos,
Dejando
sus desvaríos,
Que
vengan a ser cristianos,
¡Qué dicha
estar entre hermanos
Y cantad
vuestros loores!
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Vive
libre de temores
El
que dice cada día.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
V. Qui me invenerit, inveniet vitam.
R. Et hauriet salutem a Domino.
NOVENARIO (1895).
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