jueves, 20 de agosto de 2020

NOVENA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA. DÍA OCTAVO.




COMENZAMOS: 13 de agosto.



FINALIZAMOS: 21 de agosto.



FESTIVIDAD: 22 de agosto.





ORACIÓN PREPARATORIA.



   Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador y Redentor mío amorosísimo, que por amor a los hombres bajasteis del seno de vuestro Eterno Padre para haceros hombre y redimirlos, escogiendo por Madre a la Purísima, Inmaculada y siempre Virgen María, disponiendo su Corazón con todo género de perfecciones, a fin de que de la sangre preciosa de tan Santísimo Corazón se formase esa Humanidad santísima, en que padecisteis la más afrentosa de las muertes, para librarnos de la servidumbre del demonio y del pecado; os amo, Dios mío, con todas mis fuerzas, sobre todas las cosas, por esta bondad que para con nosotros habéis mostrado; y me pesa una y mil veces de haberos ofendido, por ser Vos quien sois, bondad infinita, y también me pesa, porque me podéis castigar en el infierno. Espero que, por los méritos de vuestra preciosísima Sangre y por el Corazón sacratísimo de vuestra divina Madre, me concederéis la gracia que necesito para hacer bien esta novena, a fin de amaros y seros fiel hasta morir. Amén.








DÍA OCTAVO (20 de agosto).





De la fortaleza del Corazón de María.



   Consideremos que María fué la verdadera mujer fuerte. ¡Qué Corazón tan firme el de esta Señora! El celo de la gloria del Señor que la animaba lo vigorizó para las más arduas empresas. La confianza ilimitada que tenía en Dios lo hizo impávida y hasta terrible para aplastar la cabeza de la infernal serpiente y acabar con todas las herejías; y su encendido amor a Dios le dio fuerzas para superar los mayores sacrificios. Contempladla un instante en el Calvario, en el sacrificio más sensible y doloroso que presenció el universo. Su Hijo moribundo está pendiente de la cruz de tres durísimos clavos, con la cabeza coronada de espinas, los ojos hundidos por la gran flaqueza, el semblante pálido y afeado con la sangre cuajada que las espinas hicieron brotar de sus sienes, la garganta seca y atormentada por la abrasadora sed, vertiendo sangre por las llagas de los pies y de las manos, y todo su cuerpo en tan triste y dolorosa figura, que causa compasión hasta a las criaturas insensibles, las cuales no pudiendo sufrir tan cruel espectáculo dan cada una a su manera señales de dolor: el sol se obscurece, la tierra tiembla, las piedras se parten, se abren los sepulcros y la naturaleza entera se viste de luto y da muestras de pesar y sentimiento. Solo María permanece en pie junto a la Cruz, con el Corazón traspasado de dolor e inundado por mar de amargura, pero con tan divina fortaleza, que ni sus rodillas tiemblan, ni el Corazón desmaya, ni las gigantescas olas de tan gran tribulación perturban la paz y tranquilidad de la parte superior de su alma. ¡Qué fortaleza! ¿La tenemos nosotros? ¡Ah! ¡Cuán diferente es nuestro Corazón del suyo! El afecto desordenado a la vida, a la salud, a los mezquinos intereses, un simple respeto humano, un qué dirán, ocasionan con frecuencia la omisión de los deberes más graves y la comisión de pecados del todo inexcusables. ¿No es esta la conducta de muchos cristianos? ¡Ah! Confundámonos, hagamos firmes propósitos de la enmienda y pidamos gracias para cumplirlos. (Deténgase un poco).



ORACIÓN.


   ¡Madre mía amabilísima! Vos conocéis bien mi cobardía y debilidad, que por desgracia me han acompañado casi siempre; por el admirable valor que tanto os distinguió, os ruego que infundáis en mi corazón la fortaleza necesaria para confesar la fe, para guardar la santa Ley de Dios, y para prescindir de todo respeto humano en la práctica de las virtudes. Para conseguir esta y demás gracias, os saludaremos…







—Para conseguir esta y demás gracias, os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave Marías y las salutaciones siguientes:





SALUTACIONES



Al Santísimo Corazón de María, en unión con los nueve coros de los Ángeles.


1. Os saludo, Corazón Santísimo de María, con el coro de los Serafines, y os suplico queme alcancéis un corazón verdaderamente grande para amar y servir a Dios, y para hacer bien a todos los hombres. Ave María.


2. Os saludo, purísimo Corazón de María, con los Querubines, y os ruego me alcancéis la amabilidad. Ave María.


3. Yo os saludo, perfectísimo Corazón de María, con el coro de los Tronos, confiando que me obtendréis la gracia de ser compasivo de corazón. Ave María.


4. Os saludo, Corazón amantísimo de María, con el coro de las Dominaciones, suplicando me concedáis el verdadero fervor. Ave María.


5. Yo os saludo, Corazón rectísimo de María, con el coro de las Virtudes, esperando me concederéis la limpieza de Corazón. Ave María.


6. Yo os saludo, Corazón fidelísimo de María, con el coro de las Potestades, y os ruego que me alcancéis la mansedumbre. Ave María.


7. Os saludo, Corazón clementísimo de María, con el coro de los Principados, esperando que me ayudaréis a ser humilde de Corazón. Ave María.
8. Os saludo, Corazón piadosísimo de María, con el coro de los Arcángeles, confiando que me alcanzaréis fortaleza para cumplir siempre la santa ley de Dios. Ave María.


9. Os saludo, Corazón prudentísimo de María, con el coro de los Ángeles, suplicándoos me alcancéis la paciencia y resignación en los trabajos y padecimientos. Ave María y Gloria.






Oración final para todos los días.



   ¡Oh Santísimo é Inmaculado Corazón de María, fuente de la Humanidad de Jesús, adornado de todas las gracias, prerrogativas y excelencias para ser habitación del mismo Dios! ¡Oh Corazón riquísimo y trono del Altísimo, desde donde se dispensan todas las gracias al género humano! ¡Oh Corazón preciosísimo, sagrario de la Divinidad y centro del verdadero amor a Dios y a los hombres! ¡Oh Corazón dulcísimo, víctima del dolor por las penas de Jesús y por los pecados de los hombres! Aquí me presento, ¡oh Corazón suavísimo!; con toda confianza me acerco a ese trono de gracia y de misericordia. ¡Oh Corazón generoso y compasivo de María, Madre de Jesús y también mía! Sí; aquí me presento, esperando me concederéis el perdón de mis pecados, la perseverancia final y cuantas gracias Vos sabéis que necesito para servir a Dios y a Vos con toda fidelidad y amor. También os pido por la conversión de los pobres pecadores: compadeceos, Señora, de su triste situación: iluminadlos con la luz que es vuestro Hijo: concededles la gracia de una verdadera contrición de sus pecados, y encended en sus pechos una hoguera de verdadera caridad. Estas y demás gracias que Vos sabéis serme necesarias, las espero de vuestro maternal cariño con tal confianza que las reputo ya concedidas; porque Vos no olvidaréis que sois el Refugio de los pecadores, la salad de los enfermos, la Consoladora de los afligidos, el Auxilio de los cristianos y la Madre de la divina gracia: no habréis olvidado que, al espirar Jesús, os hizo el encargo de que nos tomaseis por hijos; por lo mismo, pues, aunque indignos, hijos vuestros somos, y Vos nuestra Madre, y como a tal os invocaremos; y por ser yo el más miserable de todos, me juzgo con derecho para desde este valle de lágrimas saludaros, diciendo: Madre mía, he aquí vuestro hijo; Madre mía, he aquí vuestro hijo, Madre mía, he aquí vuestro hijo; confío que mis gemidos conmoverán vuestro compasivo Corazón.





—Ahora se cantan los gozos del Inmaculado Corazón de María, concluyendo con el versículo y oración.





GOZOS DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA.



Ya que llenáis de favores
A todo el que en Vos confía,
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.


Ya que sois, Madre divina,
De todos corredentora,
De siglos restauradora,
De salvación rica mina,
Hallen en Vos medicina
Tantos prevaricadores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.



Del que va errado sois guía,
Ancora del naufragante;
En Vos halla el navegante
Sosiego, puerto, alegría:
Sin Vos, Madre, ¿qué sería
Del mundo, lleno de errores?
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.



Por el pecador mostrasteis
En el templo tal ternura,
Que por él la espada dura
De Simeón aceptasteis:
Así, Madre, consolasteis
Nuestros llantos y clamores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.



Jesús, puesto en agonía,
Rica prenda nos legó,
Pues por Madre nos dejó,
A Vos, ¡oh dulce MARÍA!
Sí, nacimos, Virgen pía,
Mas ¡ay! de vuestros dolores,
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.



Cuando su brazo irritado
Levanta el divino Asuero,
Y al pecador con su acero
Va a dejar exterminado,
Tierna Ester, a Vos es dado
Desarmarle en sus rigores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.


Si Abigaíl la prudente
A Nabal logró el perdón,
También Vos la remisión
Obtendréis del delincuente,
Pues vuestro pecho ferviente
A Dios da tiernos clamores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.


Acordaos, ¡oh MARÍA!
Que nadie jamás oyó,
Que sin consuelo volvió
Quien su cuita a Vos confía;
Defiéndannos, Madre pía,
De vuestro amor los ardores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.


Por el dolor vehemente
Que vuestro pecho oprimió
Cuando el buen Jesús murió,
De amor víctima inocente,
Sienta el mismo impenitente
De su culpa los horrores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.



Los cofrades, que á millones
Junta la ARCHICOFRADÍA
Del CORAZÓN DE MARÍA,
Os hacen mil peticiones,
Demandando conversiones
Siempre más, siempre mayores:
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.


Herejes, moros, paganos,
Incrédulos y judíos,
Dejando sus desvaríos,
Que vengan a ser cristianos,
¡Qué dicha estar entre hermanos
Y cantad vuestros loores!
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.


Vive libre de temores
El que dice cada día.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.




V. Qui me invenerit, inveniet vitam.


R. Et hauriet salutem a Domino.





NOVENARIO (1895).

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