martes, 11 de agosto de 2020

NOVENA EN HONOR DE LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA. DÍA 6.

 


COMENZAMOS: 6 de agosto.

 

FINALIZAMOS: 14 de agosto. (Vigilia de la Asunción).

 

FESTIVIDAD: 15 de agosto.

 

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN.

 

   Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador, Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero, a quien amo más que a mi alma, más que a mi vida y más que a todas las cosas: por ser Vos quien sois, y por vuestra bondad infinita, a mí me pesa, pésame mi Dios de todo corazón de haberos ofendido: propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Os ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados; y así como os lo suplico, así confío en vuestra divina bondad y misericordia infinita me los perdonaréis por los merecimientos de vuestra preciosísima Sangre, Pasión y Muerte, me daréis gracia para enmendar mi vida y para perseverar en vuestro santo servicio hasta la hora de mi muerte. Amén.

 

 

 

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS.

 

 

   Soberana Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, aquí tenéis postrado a vuestros sacratísimos pies a este hijo pródigo, penetrado de confusión, de dolor y de arrepentimiento por haber pecado contra el cielo y contra Vos: conozco, Señora, y confieso en presencia del cielo y de la tierra, que no soy digno de honrarme con el título de hijo vuestro: recibid, Madre de misericordia, esta humilde confesión de mi fea ingratitud, y mala correspondencia, dispensándome la gracia de admitirme en el número de vuestros esclavos: miradme con ojos de piedad, como acostumbráis ejecutarlo con vuestros siervos; y alcanzadme del Todopoderoso la gracia que principalmente os pido en esta santa Novena; y es, que reconocido de todos los yerros y extravíos de mi vida pasada, empiece desde ahora a llorar con amargas lágrimas todas mis culpas, a implorar las divinas misericordias, arreglando los pasos de mi vida de tal manera que logre por vuestra poderosa intercesión una preciosa muerte para gozar de Dios en vuestra compañía por eternidades de gloria. Amén.

 

 

 

—Aquí se rezarán tres Ave Marías en reverencia de los tres días, que piadosamente se cree haber mediado entre la muerte de María y su resurrección.

  




DÍA SEXTO. (11 de agosto).

 

 

     

—MEDITACIÓN SOBRE LA CASTIDAD: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios». (Mateo 5, 8).

 

 

 

ORACIÓN

 

 

   Dios purísimo, que miráis como templo vuestro aquellas almas que viven en castidad, y les ofrecéis la dicha incomparable de veros eternamente en vuestra gloria, y en cumplimiento de vuestra promesa premiasteis la pureza singular de María Santísima, no permitiendo que su cuerpo purísimo estuviese sujeto a la muerte ni a la corrupción del sepulcro, sino que en compañía de su bendita alma fuese conducido por los espíritus puros de vuestros Ángeles al trono de la gloria: yo, os suplico, Señor, me concedáis que imite en cuanto me sea posible, la castidad y pureza de esta Señora. Dadme, Señor, por su intercesión, unos oídos castos, una lengua pura, unos ojos modestos, creado de nuevo en mí un corazón limpio, renovado en lo íntimo de mi alma la rectitud de vuestro espíritu: purificadme de toda mancha de alma y cuerpo, para que viviendo y muriendo adornado de castidad y pureza, me haga digno de veros, poseeros, y gozaros en la gloria. Amén.

 

 

 

 

—Aquí, levantando el corazón a Dios, y valiéndose de la intercesión de María Santísima, hará cada uno la petición que le dice su devoción, y se concluirá con la oración siguiente, que servirá para todos los días de la Novena.

 

 

 

ORACIÓN PARA CONCLUIR TODOS LOS DÍAS

 

 

   Dios de bondad, en quien vivo, en quien me muevo, y en quien disfruto el ser que tengo: que por un efecto de vuestra infinita misericordia tenéis empeñada vuestra divina palabra, de que no queréis la muerte eterna del pecador, sino que se convierta a Vos para vivir eternamente en vuestra amistad y gracia: yo os suplico, Señor, por vuestra bondad, por la vida, muerte y pasión de mi Redentor Jesucristo, y por los méritos de vuestra Madre María Santísima, elevada a los Cielos en cuerpo y alma, me otorguéis la gracia de convertirme a Vos con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas las fuerzas de mi vida; viva yo, Señor, en adelante para amaros, muévame para serviros y emplee todo cuanto soy en obedeceros; no permitáis, Señor, se abran mis ojos, sino para miraros; no se empleen mis oídos, sino en escucharos; mi lengua no tenga otro ejercicio que alabaros y bendeciros; no se dirijan mis pasos sino a buscaros. Hacedme, en fin, Señor, la misericordia de que mi alma y mi cuerpo detesten y aborrezcan sobre todo la muerte eterna de la culpa y suspiren incesantemente por la vida de vuestra amistad y gracia, para bendecir y alabar vuestras misericordias eternamente en la gloria. Amén.

 

 

 

GOZOS EN HONOR A LA ASUNCIÓN DE SANTA MARÍA

  

Pues sois Ave que, hasta el cielo,

María, voláis ansiosa;

Dadnos alas, Ave hermosa,

Para seguir vuestro vuelo.

 

Lleno de celestial luz

Vuestra muerte os anunció

Un ángel que os envió

Vuestro amado Hijo Jesús:

Logrando el mayor consuelo

En nueva tan misteriosa.

Dadnos alas, Ave hermosa,

Para seguir vuestro vuelo.

 

Los Apóstoles que acaso

En vuestra muerte asistieron,

Devotos se enternecieron

Al ver tan cerca el ocaso

De ese sol, que al mismo cielo

Supo dar luz tan copiosa.

Dadnos alas, Ave hermosa,

Para seguir vuestro vuelo.

  

Sin achaque de dolor

Os ponéis en una cama,

Y viendo a Jesús que os llama,

Expiráis fénix de amor:

Rindiéndole vuestro anhelo

El alma más prodigiosa.

Dadnos alas, Ave hermosa,

Para seguir vuestro vuelo.

   

Del pecado y de su muerte,

Del infierno y su adalid,

Divina y bella Judit,

Triunfó vuestro valor fuerte:

Y a pesar de su desvelo

Os aclaman victoriosa.

Dadnos alas, Ave hermosa,

Para seguir vuestro vuelo.

  

Tomás que aún no sabía

De vuestra muerte, llegó

A Getsemaní, y abrió

El sepulcro al tercer día:

Mas solo halló vuestro velo,

Y vestidura preciosa.

Dadnos alas, Ave hermosa,

Para seguir vuestro vuelo.

    

En premio de la victoria

Que en este mundo alcanzasteis,

Desde el sepulcro volasteis

En cuerpo y alma a la gloria;

Como lo confiesa el celo

De la religión piadosa.

Dadnos alas, Ave hermosa,

Para seguir vuestro vuelo.

   

Al ver tantas perfecciones,

Pasmados los querubines,

Ángeles y Serafines,

Dicen con admiraciones:

«¿Quién es esta, que del suelo

Se remonta tan gloriosa?».

Dadnos alas, Ave hermosa,

Para seguir vuestro vuelo.

  

En los brazos recostada

De vuestro Hijo querido,

Sobre el trono más lucido

Sois, María, colocada:

Cual iris que con desvelo

Anuncia la paz dichosa.

Dadnos alas, Ave hermosa,

Para seguir vuestro vuelo.

  

Mejor que Betsabé vos

Del Hijo al lado os sentáis,

Tan hermosa, que os lleváis

La atención del mismo Dios:

Si sois el mejor modelo

De su mano poderosa.

Dadnos alas, Ave hermosa,

Para seguir vuestro vuelo.

  

Allí con celeste canto

Por Hija os corona el Padre,

El Hijo por dulce Madre,

Por Esposa el Amor Santo:

Reina sois de tierra y cielo,

Y Abogada portentosa.

Dadnos alas, Ave hermosa,

Para seguir vuestro vuelo.

  

Salve, Virgen pura y bella,

Salve, sagrario divino,

Salve, espejo cristalino,

Salve, sol, luna y estrella:

Salve, universal consuelo,

Salve, en fin, Madre amorosa.

Dadnos alas, Ave hermosa,

Para seguir vuestro vuelo.

 

Pues sois Ave que, hasta el cielo,

María, voláis ansiosa;

Dadnos alas, Ave hermosa,

Para seguir vuestro vuelo.

  

Antífona: Hoy la Virgen María ascendió a los Cielos, alegraos, Ella reina con Cristo eternamente.

 

 

. Exaltada es la Santa Madre de Dios.

 

 

. Sobre los coros angélicos como Reina celestial.

 

 

 

 

ORACIÓN

 

 

   Perdona misericordiosamente, Señor, las faltas de tus servidores, y, dada la impotencia en que nos encontramos de agradarte por nuestros propios méritos, concédenos la salvación por la intercesión de Aquella que elegiste para que fuera la Madre de tu Hijo, Nuestro Señor, que, siendo Dios, vive y reina contigo en unidad con el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

  

   Omnipotente y sempiterno Dios, que llevaste a la gloria celestial a la Inmaculada Virgen María, la Madre de tu Hijo: suplicámoste nos concedas que, siempre atentos a las cosas del cielo, merezcamos ser participantes de su gloria. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

. Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.

 

 

. Sea por siempre bendito y alabado Jesús Sacramentado.

 

 

 

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

 


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