miércoles, 5 de agosto de 2020

NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES O DEL PESEBRE. —5 de agosto.






   Celebra la santa Iglesia la fiesta de Nuestra Señora de las Nieves el 5 de agosto por la razón que aquí diré:

 

   Siendo sumo pontífice Liberio, hubo en Roma un caballero muy noble y rico, llamado Juan Patricio, el cual estaba casado con una señora principal, o igual suyo en todo, de la cual al cabo de muchos años no tenía hijos: y aunque los deseaban mucho estos caballeros; pero como eran tan temerosos de Dios, como ricos y no menos piadosos que ilustres, se conformaban con su voluntad, entendiendo, que no darles sucesión era lo que mejor les estaba; pues así lo ordenaba él con su paternal providencia. Eran muy devotos de la Virgen María nuestra Señora, y determinaron tomarla por heredera de sus grandes riquezas: y para acertar mejor a servirla, hicieron grandes plegarias, limosnas y buenas obras, suplicándole que los encaminase, y mostrase en que obra quería que ellos gastasen su hacienda en su servicio. Oyó la Reina del cielo las oraciones, que con tanto afecto Juan Patricio y su mujer le hacían; y una noche que fue la precedente al quinto día de agosto, cuando los calores son excesivos en Roma, habló entre sueños a los dos, cada uno por sí, y les dijo, que la mañana siguiente fuesen al collado Ezquilino, y que, en la parte de él, que hallasen cubierta de nieve, le edificasen un templo, donde ella fuese honrada de los fieles, y que haciendo esto, se tendría por su heredera y bien servida. 




   La mañana siguiente confirieron entre sí los dos buenos casados el sueño, o revelación que habían tenido: dieron parte de ello al sumo pontífice Liberio, al cual la Virgen había hecho la misma revelación.

 

   Se convocó el pueblo, se juntó el clero, y se ordenó una devota procesión. Llegados al monte, hallaron cubierto de nieve un espacio muy bastante para una iglesia capaz: se señaló el lugar para ella, y de la hacienda de los caballeros devotos de la Virgen, luego se comenzó a labrar, y se acabó suntuosamente. 




   Esta fué la primera Iglesia que se edificó en Roma, con título y advocación de nuestra Señora. Se llamó al principio Nuestra Señora de las Nieves, por el milagro que aquí queda referido; y también la basílica o templo de Liberio, por haber acaecido este milagro en su tiempo, y después se llamó basílica de Sixto, por haber el papa Sixto III de este nombre, sucesor de Celestino, renovado y reedificado aquella iglesia, adornándola con excelentes imágenes y pinturas sagradas. Tuvo asimismo nombre de Santa María del Pesebre, por haberse puesto en una capilla de dicha iglesia el pesebre en que Cristo nuestro Señor, recién nacido, fué reclinado en el portal de Belén: más después como en Roma se hubiesen edificado muchas y muy grandes iglesias de nuestra Señora, dieron a esta de las Nieves título de Santa María la Mayor, para diferencia de las demás y mostrar la excelencia que tiene sobre todas las que hay en aquella ciudad: la cual así como en las demás cosas muestra su gran piedad; así en la devoción de la sacratísima Virgen se esmera mucho, y se aventaja sobre las otras ciudades del mundo: porque cierto es cosa que pone admiración y causa devoción el considerar los muchos y magníficos templos que hay de la Virgen en Roma, y que el clero y casi todas las religiones que hay en ella están debajo de la protección y tutela de la santísima Virgen, y tienen iglesia particular suya para servirla y honrarla: porque dejando aparte las iglesias colegiatas de canónigos seglares, como son las de Santa María Transtiberim, y la de la Rotunda, y la de Santa María in Via Lata, y no hablando de la de Santa María de la Estrada, que es de los padres de la Compañía de Jesús (que es religión de clérigos reglares), y pasando en silencio otras muchas iglesias particulares y de menor nombre; la religión de la Cartuja tiene en Roma por su principal morada, el nuevo templo de Santa María de los Ángeles; la de santo Domingo, el de Nuestra Señora de la Minerva: la de san Francisco, el de Nuestra Señora de Ara Cœli: la de los ermitaños de san Agustín , el de Nuestra Señora de la Paz: la del Carmen, el de Nuestra Señora Transpontina: la del Monte Olivete, el de Nuestra Señora la Nueva: la de los Servitas, el de Santa María in Via: de manera que si bien se mira, todas las religiones están debajo de las alas y amparo de la Virgen , y casi todas tienen en Roma templos (y muchos de ellos muy suntuosos) de su advocación, en los cuales ella es reverenciada, y más particularmente en este de las Nieves, cuya fiesta se celebra hoy: y por esto se llama Santa María la Mayor, y el Señor en ella ha obrado grandes maravillas, por los ruegos de su benditísima Madre. A esta iglesia mandó san Gregorio el Magno, que viniese la solemne procesión de todos los estados y condiciones de gente que había en Roma, cuando aquella cruel y horrible pestilencia la asolaba y destruía: de esta iglesia ordenó Estéfano papa II de este nombre, que saliese otra procesión para aplacar la ira del Señor; y León IV en tiempo de Lotario emperador, con otra procesión que mandó hacer desde la iglesia de San Adriano mártir, a la de Santa María la Mayor, libró la ciudad do Roma de una serpiente cruel y venenosa que la inficionaba. Y san Martin papa, estando celebrando en ella, y queriendo Olimpio, exarco, prenderle o matarle, por orden del emperador, su amo, que era hereje, quedó ciego y no pudo salir con su intento, por no haber permitido la sacratísima Virgen que en aquel templo suyo se cometiese tan gran maldad. Otros muchos milagros ha obrado el Señor en aquel templo, y obra cada día por intercesión de su purísima Madre, la cual preside en él.

 

Santa María la Mayor



   Y con haberlo escogido por morada y tabernáculo suyo, hizo mayor beneficio a Juan Patricio y a su mujer, que si les hubiera alcanzado de Dios hijos, los cuales ya estuvieran acabados, y no hubiera memoria de ellos como ahora la hay, y juntamente con este hecho nos enseñó, cuán bien empleadas son las haciendas que se gastan en edificar, honrar y enriquecer los templos, y cuán bien remunera la Reina del cielo los servicios que los fieles le hacen acá en la tierra.




LA LEYENDA DE ORO—1853.


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