viernes, 18 de diciembre de 2020

NOVENA DE NUESTRA SEÑORA DE BELÉN. TERCER DÍA.


 

   Cuya Sagrada Imagen, insigne en milagros, se veneraba en el Religioso Convento de los Padres Mercedarios Descalzos, Redentores de Cautivos, de la ciudad de Granada; sacada de las obras de la venerable Madre María de Jesús de Águeda.


   Que ofrece a los devotos de la Reina del Cielo, a petición de un alma devota de la Santa Imagen. 


   Escrito por Fray Miguel del Santísimo Sacramento, religioso de la misma Orden e impreso en el año 1755.

 

 

COMENZAMOS: 16 de diciembre.

 

FINALIZAMOS: 24 de diciembre.

 

 

 

 

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS.

 

 

   Soberana Señora, Emperatriz de los Cielos y Tierra, Estrella refulgente del Mar, que alumbras a los errados navegantes hijos de Adán: Yo, el más indigno de todos ellos, me postro ante tu sagrada imagen de Belén, venerándote en tu dichoso Parto, como legitima, y natural Madre de Dios, y Virgen Purísima; y te suplico, que, en esta Novena, que consagro a tus aras, te dignes de ser mi Madre, pues lo eres de todos; y me alcances del Trono de tu Santísimo Hijo, pureza de Intención, y conformidad con su Santísima voluntad, para que por tu Santísima intercesión sean mis ruegos, y suplicas oídas de su piedad, para que venerándote en esta vida, ante tu Santa Imagen te adore eternamente en la gloria. Amén.

 

 

 

—Luego se rezan nueve Ave Marías, en memoria de los nueve meses, que estuvo el Verbo Divino en su purísimo Vientre, e inmediatamente se dicen las Oraciones siguientes…

 






DÍA TERCERO. (18 de diciembre)

 

 

 

JÚBILOS Y DIVINOS AFECTOS QUE SINTIÓ MARÍA SANTÍSIMA AL MOVIMIENTO DEL NIÑO PARA NACER.

 

 

   Considera, como volviendo la Reyna del Cielo de aquel sagrado rapto, en que según una sierva suya, se le mostró la visión Beatífica; recobrada a sus sentidos reconoció, que el Cuerpo del Niño Dios se movía en su Virginal Vientre, soltándose, y despidiéndose de aquel natural lugar, donde había estado nueve meses, y se encaminaba a salir de aquel Sagrado Tálamo, cuyo movimiento causó en su Majestad (en vez de los dolores, y penas, que sienten las otras madres) incomparable avenida de Júbilos y alegrías, y afectos tan divinos, y levantados, que sobre exceden a coda ponderación; comunicándole a su Virginal Cuerpo, volviéndolo más resplandeciente, que los rayos del Sol. Y con el semblante gravísimo, con admirable Majestad, y el afecto inflamado, y fervorosa puesta de rodillas en el Pesebre, los ojos elevados al Cielo, las manos juntas, y elevadas al pecho, el espíritu elevado en la Divinidad, y toda ella deificada en el término de aquel Divino rapto, dio al Mundo, la Eminentísima Señora, al Unigénito del Padre, y Suyo, y nuestro Salvador Jesús, Dios, y Hombre verdadero, para bien de todos, a la media noche.

 

 

ORACIÓN.

 

 

 

 

   ¡Oh Soberana Señora, y Madre Virgen!, que en tu dichoso Parto fuisteis la Nave, que de los Cielos condujisteis al Divino Pan de los Ángeles al Puerto de este Mundo, causando tan dichoso desembarco soberanas, y divinas mutaciones en tu alma y en tu cuerpo: Yo te Suplico por la dignidad de Madre Virgen con que resplandeciste en este Sagrado Misterio, que salga yo de la Sagrada Comunión transformado en nueva criatura, y que, desnudándome del viejo Adán, me vista del nuevo, que es mi Redentor Jesucristo, que se dignó a nacer por mí. Amén.

 


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