miércoles, 1 de diciembre de 2021

NOVENA EN HONOR DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA. DÍA TERCERO.







 

Novena compuesta por un religioso del convento del Seráfico Padre San Francisco en Santa Fe de Bogotá en el año 1848, y reimpresa en 1906. Imprimátur de Mons. Juan Vicente Arbeláez Gómez, Arzobispo de Santa Fe de Bogotá, quien le concedió 80 días de Indulgencia a cada oración de la Novena.

 

 

COMENZAMOS: 29 de noviembre.

 

FINALIZAMOS: 7 de diciembre.

 

FESTIVIDAD: 8 de diciembre.

 

 

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN

 

 

   Pésame, Señor, de todo corazón de haberos ofendido por ser Vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, y propongo firmemente la enmienda.

 

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

 

 

   Soberana Señora, Emperatriz de los Cielos y tierra, Estrella refulgente del mar, que fija en los candores de vuestra Inmaculada pureza diriges los errados navegantes, hijos de Adán. Yo el más indigno de todos ellos, me postro ante tu Sagrada Imagen, venerándote en el primer instante de tu Purísima Concepción, desde el cual fuiste escogida para Madre de Dios y Virgen Purísima, y te suplico en esta novena, que consagro a tus aras, que te dignes de ser mi Madre, pues lo eres de todos los miserables hijos de Adán; y me alcances del trono de la Beatísima Trinidad pureza de intención y conformidad con su santísima voluntad, para que por vuestra santísima intercesión sean mis súplicas oídas de su piedad; y en especial, Señora, se digne concederme el remedio de esta especial necesidad que os manifiesta mi corazón, lo que con gran confianza espero de vuestras piedades para que, una vez conseguida, te rinda en esta vida las gracias, hasta que logre congratularte en la gloria eternamente. Amén.

 

 


 

DÍA TERCERO - 1 DE DICIEMBRE.

 

 

MEDITACIÓN: «Ella aplastará tu cabeza» (Génesis 3, 15).

 

 

Contemplad, almas, cómo habiéndose determinado en el Consistorio de la Beatísima Trinidad la creación del alma de María Santísima, Señora nuestra, manifestó el Altísimo a los Santos Ángeles, cómo, por qué y para qué habían de cuidar de esta Soberana Reina, y así hablando por todos les dijo: «Ya sabéis cómo la antigua Serpiente, después de la señal que vio de esta maravillosa mujer, la andaba rodeando a todas y desde la primera que criamos persigue con astucia y asechanzas a las que conoce más perfectas, pretendiendo encontrar entre todas a la que ha de llorar, y quebrantar su cabeza, y cuando atento a esta purísima e incomparable criatura la reconociere tan Santa, pondrá todo su esfuerzo en perseguirla; pero nuestra voluntad es que esta nuestra Ciudad Santa, y Tabernáculo del Verbo Encarnado, tengáis especial cuidado para guardarla, asistirla, defenderla, consolarla con digno cuidado y reverencia mientras fuere viadora entre los mortales». Contemplad cómo en la manifestación de la Divina voluntad recibieron los Ángeles nuevo júbilo y gloria accidental, y rindieron gracias al Altísimo, y con santa emulación cada uno deseaba que le tocase en suerte de ser guardia de la Reina: entonces la Divina Majestad eligió de los nueve Coros de cada uno cien, que son novecientos. Luego señaló otros doce para que más de ordinario la asistiesen en forma corporal y visible; fuera de estos, designó el Señor otros dieciocho de los más superiores, para que subiesen y bajasen por esta mística escala con embajadas de la Reina a su Alteza, y del mismo Señor a ella; sobre todos estos, señaló el Altísimo otros setenta Serafines de los supremos y allegados al Trono de la Divinidad para que confiriesen con la Princesa del Cielo y la comunicasen, del mismo modo que ellos mismos entre sí comunican y hablan, y los superiores iluminan a los inferiores, que todos hacen el número de mil Ángeles, entre Serafines y los demás de los Órdenes inferiores; con que esta ciudad de Dios quedó superabundantemente guarnecida contra los ejércitos infernales.

 

  

—Rezar nueve Avemarías contemplando este Misterio.

 

 

 

ORACIÓN PARA EL DÍA TERCERO.

 

 

Soberanos y celestiales Espíritus, Grandes de la Corte del Cielo, fuertes que guardáis el vivo Templo del mejor Salomón, Cristo Señor nuestro, mil parabienes os damos por el gozo y gloria accidental que recibisteis en ser guardas y custodios de la que se concebía pura y sin mancha para ser Madre del Divino Verbo, y os suplicamos humildes nos asistáis con vuestros soberanos influjos, para que libres de las asechanzas de nuestros comunes enemigos, podamos celebrar con toda pureza esta Novena de la Inmaculada Concepción de vuestra Reina y Señora nuestra, María Santísima, y que se digne concedernos lo que en ella le suplicamos, y en especial nos guardéis y defendáis de los enemigos del nombre Cristiano, para que triunfando nuestras almas de su poder, sirviendo a su Majestad en esta vida, os acompañemos en la Gloria. Amén.

  

 

 

 

INVOCACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

 

 

—Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que pues el Padre, como a Hija suya, os hizo poderosísima, que en vida y en muerte me libréis del poder del Demonio. Amén. Ave María y Gloria.

 

 

—Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que pues el Hijo, como a Madre suya, os hizo sapientísima, que me alcancéis de su Divina Majestad una Fe constante y una esperanza firme, y que ni en vida ni en muerte me pueda pervertir alguna ignorancia o error. Amén. Ave María y Gloria.

 

—Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que pues el Espíritu Santo, como a Esposa suya, os enriqueció de una caridad inmensa, me alcancéis que mi corazón perpetuamente se abrase en el fuego del amor divino. Amén. Ave María y Gloria.

 

—Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que, pues la Santísima Trinidad os hizo templo suyo, sustentado sobre las columnas de las más sólidas virtudes, que me alcancéis de su Divina Majestad que participando de vuestras virtudes, sea yo vivo templo suyo en tiempo y eternidad. Amén. Ave María y Gloria.

 

 

 

GOZOS EN HONOR A LA INMACULADA 

CONCEPCIÓN

 

 

Todo el mundo en general

Os cante con alegría:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Si Dios legislador pudo

Dar en la ley excepción,

Y hacer que en la Concepción

Fueseis la Vara sin nudo;

Armada estáis con escudo

De exenta en la Ley penal:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Si en gracia con su poder

Dios a los Ángeles creó,

Esto mismo ejecutó

En vuestro primer ser;

Que así quiso disponer

Vuestro claustro virginal:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

  

Si Vos fuisteis decretada

Ante toda criatura,

Ya quedasteis, Virgen Pura,

De la culpa preservada,

Para cerrarle la entrada

A la Serpiente infernal:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Si en el diluvio se ve

Que a todo el mundo anegó;

Y no obstante se salvó

Solo el Arca de Noé,

Verdadero anuncio fue

Que sois Arca Celestial:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

  

Si viendo Moisés que ardía

La zarza, y no se quemó,

Que la culpa no os tocó

Confiesa la Iglesia pía,

Porque Dios, que os protegía,

Os libró de incendio tal:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Si su corriente el Jordán

Pasando el Arca, cortó,

Vuestra Concepción pasó

Sin las corrientes de Adán,

Que su contagioso afán

Suspendió reverencial:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Si aquel decreto de Asuero

No se extendió con Ester,

Tampoco a Vos comprender

En el instante primero

Pudo la culpa, ni el fuero

Del decreto universal:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Si Dios como Omnipotente

Libró vuestra Concepción,

Con pía y acorde unión

Cantaremos igualmente,

Diciendo de gente en gente

Con aplauso universal:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Si con tierna devoción

América os ha elegido

Por patrona y aplaudido

Del Papa la decisión,

Sea vuestra protección

Para América especial.

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

    

Árboles de la montaña

Que alzáis las copas al cielo

Nieves, escarchas y hielo

Y bramador vendaval.

Bendecid a vuestra Reina

Y repetid a porfía:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Linda flores de los valles

y flores de los jardines

Violetas, rosas y jazmines

De blancura sin igual

Exhalad blandos aromas

Y repetid cada día:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Estrellas del firmamento

Blanca luna, sol radiante,

Agua clara del torrente

Tan limpia como el cristal

Bendecid al Dios del cielo

Y repetid a porfía:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

  

Apacible primavera

Crudo invierno, ardiente estío

Fuego, granizo y rocío

Y asolador temporal

Ensalzad a nuestra Madre

Repitiendo a porfía:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Pobres ancianos, enfermos,

Y jóvenes valerosos,

Niños que dormís gozosos

Sobre el pecho maternal,

Alzad los ojos al Cielo

Y repetid cada día:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Almas nobles fervorosas

En el mundo desterradas,

Vírgenes puras amadas

Del monarca celestial,

Complaced a vuestro Esposo

Repitiendo cada día:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Pueblos todos de la tierra,

Señores de las naciones,

Valerosos campeones

De este valle terrenal,

Doblad con amor la frente

Y repetid a porfía:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Sacerdotes del Eterno,

Pontífices, Confesores

Y santos habitadores

De la Ciudad Eternal,

Repetid mil y mil veces

Llenos de santa alegría:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Espíritus soberanos

Que cercáis nuestros altares,

Ofreced nuestros cantares

Al Rey del cielo inmortal,

Y ensalzad a vuestra Reina

Repitiendo cada día:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

Santa Iglesia universal,

Repetid con alegría:

Sois concebida, María,

Sin pecado original.

 

 

Por la siguiente antífona y oración, el Papa Pablo V, mediante decreto del 10 de Julio de 1615, concede 100 días de Indulgencia.

 

 

Antífona: Esta es la vara en la cual no hubo ni el nudo del pecado original, ni la corteza de la culpa actual.

 

. En tu Concepción, oh Virgen, fuiste Inmaculada;

. Ruega por nosotros al Padre, cuyo Hijo diste a luz.

 

 

ORACIÓN

 

   ¡Oh, Dios!, que por la Inmaculada Concepción de la Virgen preparaste digna morada para tu Hijo; rogámoste que, así como preservaste a Ella de toda mancha por la muerte prevista de tu mismo Hijo, así también nos concedas que, mediante tu intercesión, lleguemos limpios de toda culpa a tu presencia. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.


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