VIRGEN DIGNA DE ALABANZA.
Non
recedat laus tua de ore hominum. Judith 13.
No
se aparte tu alabanza de la boca de los hombres.
CONSIDERACION I.
El nombre de María
puede representarse como publicado por cuatro Ángeles, para denotar como en
todas cuatro partes del mundo sea promulgada la alabanza de María: ¿Y por qué
no? a Judit, cuando venció a Holofernes, todo el pueblo aclama: Tú eres la
gloria de Jerusalén; tú la alegría de Israel, tú la honra de nuestro Pueblo.
¿Porque no ha de ser predicada María
que quebrantó la cabeza de la infernal serpiente y parió al Salvador de todo el
género humano? ¡Oh
María! Tu eres digna de todo elogio y por eso: no se aparte tu alabanza de la boca dé los
hombres.
CONSIDERACION II.
Si
es cierto, según la Escritura Santa, que al médico debe darse honor por la
necesidad, muy bien corresponde a María toda alabanza, porque es salud de los enfermos y consuelo de los afligidos, y por
qué da auxilio a todos los que la invocan en los grandes peligros y necesidades.
Si merece ser alabada toda virtud, y el hombre esclarecido en ella; ¿por qué no hade
merecer María Santísima la mayor alabanza, pues contiene en sí tantas virtudes
cuantas gotas de agua el mar y casi tantas gracias como rayos él sol? Aquella
mujer del Evangelio llamada Marcela, conoció esto y elogió a María diciéndole a
Jesús: bienaventurado el vientre que te cargó.
CONSIDERACION III.
A más de esto, pregunto: ¿por ventura no merece ser alabada la obra
de algún artífice acabada sin el menor defecto o lunar? Ciertamente lo merece según aquello: las obras
serán alabadas en las manos del artífice. He aquí que María es obra de excelso
y divino artífice, obra sin lugar alguno de pecado, luego merece ser acabada.
Pregunto otra vez, ¿por ventura no se alaba un
jardín por el olor, por la flor y por el fruto? ¿Una fuente por la multitud de aguas saludables? Es así que
María Santísima es huerto en que nació aquel que de sí mismo dijo: yo soy flor del campo: María es fuente de agua, que
mana para la vida eterna, luego con verdad se llama Virgen
laudable.
ORACION.
¡Oh María Virgen laudable, y dignísima de todo elogio! Dígnate que yo te
alabe, dame tu gracia para que mi lengua siempre hable tu alabanza; para que mi
corazón medite siempre tu alabanza: para que mis obras siempre se efectúen para
tu alabanza y así, con el corazón, con la boca, y con las obras, siempre
publique y aumente tu alabanza lo cual es oficio y obligación del devoto de María.
Por tanto, para que yo satisfaga este oficio y obligación: ¡Oh Señora!
Virgen
laudable, ruega por nosotros.
P. FRANCISCO JAVIER DORNN
DEAN Y PREDICADOR DE PRIDBER
(1834).
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