Virgen del Milagro,
gloria de este pueblo,
en quien siempre halla
todo su remedio
La imagen de la Virgen
del Milagro representa a María de pie sobre la luna en cuarto creciente
aplastando el dragón que enrosca por delante su cabeza y cola aseteada (con forma de flecha).
Su
procedencia no está determinada, pero su análisis muestra que la cabeza y las
manos son de distinto origen al cuerpo tallado, al que fueron añadidas.
Inicialmente
la Virgen del Milagro fue una Inmaculada de bulto completo
con manto, todo tallado en madera. Esta imagen fue labrada nuevamente para
hacerla articulada y poder vestirla con indumentarias de tela. Al respecto, Monseñor
Toscano
escribió: “La novedad que todo lo invade, comenzó por ponerle vestidos de
tela, costumbre que se ha perpetuado hasta hoy, des perfeccionándosele, con
este motivo, algo de la cabeza para acomodarle pelo postizo, y los brazos para
hacerlos susceptibles de ser cubiertos de ropa”.
El
ajuste a la nueva moda fue realizado por Tomás Cabrera, como consta en la tarjeta orlada
sobre el pecho que dice: “Tomás Cabrera, la encarnó. Año 1795”. (Encarnar significa darle color
carne a las esculturas, y nada tiene que ver con el tallado del cuerpo
completo). La túnica tallada está ornamentada con finas líneas de oro sobre
pintura que simulan brocato y una ancha faja de pan de oro en su borde
inferior.
En el año 1692 la imagen de Inmaculada
Concepción de María, que luego se llamaría Virgen del Milagro, se encontraba a tres metros de
altura en un nicho del retablo del Altar Mayor. Cuenta la historia que aquel 13
de septiembre, después de los fuertes y reiterados temblores que destruyeron la
ciudad de Esteco y fueron percibidos con singular intensidad en la ciudad de Salta,
se encontró la imagen de la Inmaculada en el suelo sin que sufrieran daño su
rostro y manos y según la tradición perdió los colores del rostro que quedó
pardo y macilento. La imagen fue llevada a la casa del alcalde
Bernardo Diez Zambrano
donde se oró toda la noche.
Al
día siguiente, 14 de septiembre, se colocó la imagen, que todos
querían venerar, en el exterior de la Iglesia Matriz donde continuaron los
cambios de colores del rostro y fue entonces cuando muchos fieles comenzaron a
llamarla “del Milagro”.
Una
nueva historia empezaba para esta sencilla imagen y para los salteños, que
jamás abandonarían su culto y su devoción Según la tradición oral y el exhorto
de Chávez y Abreu, el padre jesuita José
Carrión
recibe la revelación de que el Santo Cristo Crucificado de la Iglesia Matriz,
que tenían sin devoción y sin sacarlo en procesión, habría perdonado a Salta a
pedido y súplica de la Madre de Dios del Milagro. Los padres jesuitas
recordaron al Santo Cristo y lo liberaron de su encierro; lo colocaron frente a
la iglesia que la Compañía de Jesús tenía en el centro de la ciudad. La imagen fue sacada en procesión por los fieles salteños
con el ruego de que cesaran los temblores, lo que finalmente ocurrió.
En la ciudad de Salta, todos los años, del 6 al 15 de
septiembre, se llevan a cabo las celebraciones del Milagro. Es la mayor manifestación de fe de la
provincia en honor a las sagradas imágenes de Señor y la Virgen del Milagro,
patronos de Salta. El día 15.
La corona
La
corona de la Virgen del Milagro es una corona imperial de oro, constituida por
cerco y diademas formados por dos rebordes en perilla y circunferencia de
turquesas, con un espacio tachonado de esmeraldas y amatistas, un orbe de
Lapislázuli, y coronamiento de la cruz con brillantes y esmeraldas.
Las Coronas de flores
Cada
septiembre engalanan las Santas Imágenes Elaborarlas cada año obedece a una
antigua tradición familiar que viene desde fines del siglo diecinueve.
Fue
aproximadamente en 1.890, cuando doña Florencia González
Sarberry de Ovejero Zerd, esposa de don Sixto Ovejero Zerda - fundador del ingenio “Ledesma” en la provincia de Jujuy y gobernador de
Salta cuando la invasión de las montaneras al mando de Felipe Valera, dispuso
elaborar esas ofrendas en su casa de Florida 62, actual sede de la
Municipalidad capitalina, empleando flores que hacía traer de su quinta “La Noria”, parte de cuya “sala”
se conserva hasta hoy en Pueyrredón al 500, vereda Oeste. A la muerte de doña Florencia,
ocurrida en marzo de 1.920, la responsabilidad de esta tarea se dividió entre sus
hijas doña Adelaida O. Gonzáles de Tamayo,
quien se hizo cargo de la del Señor, y doña Electa O. González de Figueroa
Ovejero,
la de la Virgen.
La
señora de Tamayo falleció en noviembre de 1.949, sustituyéndola su hija doña
Graciela Tamayo Ovejero de Mendióroz,
a la muerte de esta última, quedó a cargo su hija, doña
Cecilia Mendióroz Tamayo de Durand Cornejo,
elaborándose la corona del Señor en su domicilio, situado en Buenos Aires 181.
En
cuanto a la corona de la Virgen, la señora de Figueroa Ovejero falleció en julio de 1.924, quedando
a cargo de la tarea su hija mayor, doña María Luisa Figueroa Ovejero de López, la que al fijar su residencia en
Buenos Aires fue remplazada por una de sus hijas, doña
Alicia López Figueroa de Alderete,
la que cedió la responsabilidad a su tía y segunda hija de doña
Electa, doña Elvira Figueroa Ovejero de Zavalía Esteves, quien al fallecer en junio de1.991
dejó a cargo a su sobrina doña María Hortencia Figueroa, la que a su vez fue sustituida dos
años más tarde por una de las nietas de doña María Luisa, doña
Martha Alicia Alderete López de Puló García,
quien en la actualidad dirige la tarea en casa de una de sus hijas,
doña Mariana Puló Alderete de Goytia Etchevehere, en barrio Tres Cerritos.
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