Yo soy la Madre de los pecadores, a condición de que se arrepientan (Palabras de N. Sra. a Sta. Brígida)
Sabemos
que una sola es la Virgen, la Madre de Jesús y Madre nuestra. Se le invoca con
títulos diferentes según el lugar donde ha manifestado su protección o según se
quiere hacer resaltar una característica de su amor.
Por su intercesión, muchos pecadores han encontrado el camino de la
salvación. Es por eso que se le ha invocado como el “Refugio de los
Pecadores”.
En
efecto, cuando un pecador recurre a María con voluntad de cambiar, siempre la
encuentra pronta a acogerlo. Solamente le exige que renuncie al pecado.
El Papa San Gregorio VII le escribió a la princesa Matilde: “Poned fin a vuestra voluntad de pecar y yo no dudo en
prometeros que encontraréis a María más dispuesta a amaros que una madre según
la carne”.
La
Santísima Virgen rehúsa su ayuda solamente a aquellos que se obstinan en su
mala conducta. Pero no puede permanecer sorda a los ruegos de quienes recurren
a Ella con confianza y con el propósito de librarse de las cadenas del pecado.
Acudirá en su ayuda y los guiará al camino de salvación. En una ocasión, Santa Brígida oyó a Nuestro Señor decirle a su Madre: “A aquellos que
se esfuercen en retornar a Dios, Vos les prestaréis vuestra ayuda y no dejaréis
a nadie sin consuelo”.
Según
la tradición, esta imagen de la Santísima Virgen fue encontrada en el hueco del
tronco de una encina, en Montepulciano (Italia), por lo que, al inicio de su
veneración, se le conoció como Nuestra Señora de la
Encina. Las misiones de franciscanos y jesuitas
la reconocían como su protectora en su labor evangelizadora y la invocaban como
Refugio de Pecadores. En el siglo XVIII, el padre Juan Giuca llevó a la
ciudad de Puebla (México) una copia de la pintura.
Iconografía: aparece
con vestido color de rosa, rodeada de nubes y cuatro querubines; un Niño Jesús,
coronado, en el brazo izquierdo; sobre la cabeza de la Virgen figura una aureola
de doce estrellas y cuatro rosas. Es patrona principal de las ciudades
mexicanas de Matamoros, Tampico y Acámbaro (Guanajuato).
Para promover esta devoción de pedir la intercesión de la Virgen en favor de los pecadores, se escogió una copia de la imagen pintada en 1709, conocida como “Nuestra Señora de la Encina”, que se venera en Poggio Prato (Italia). Fue el beato Antonio Baldinucci que la mandó hacer para llevarla consigo en sus misiones. La ternura de esta imagen y la predicación del misionero causaba arrepentimiento en los pecadores. Esto hizo que algunos empezaran a darle el título de “Refugio de Pecadores”. Esta misma imagen se conserva ahora en Frascati, cerca de Roma.
Llegó
a México por iniciativa de algunos misioneros, quienes en el mismo siglo XVIII
la llevaron allí para exponerla a la devoción del pueblo y educarlo a pedir por
la conversión de los pecadores.
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