jueves, 23 de marzo de 2017

LA CASULLA QUE MARÍA LE REGALÓ A SAN ILDEFONSO



Toda la vida de este gran obispo y apóstol de María es un tejido de maravillas, en el cual no sabe uno qué admirar más: si la pasión ardiente hacia la Madre de Dios, que consumía el corazón del santo, o la ternura con que la divina Virgen rodeaba a su fiel hijo.

     El santo era todo de María, sin reserva, y parecía no vivir más que para Ella. Ciertos herejes, siguiendo los errores de Eldivio, atacaron la virginidad perpetua de María, y el Santo, oponiéndose a su herejía, les salió al paso y los confundió con la palabra y con la pluma.


—“¡OH MARÍA, DIVINA MADRE MÍA!— exclamaba—. YO SOY TODO VUESTRO, SOY VUESTRO HUMILDE ESCLAVO; SERVÍOS DE MÍ CORAZÓN PARA AMAR A LAS ALMAS, DE MIS LABIOS PARA DAROS A CONOCER, DE MI ENTENDIMIENTO PARA COMBATIR A VUESTRO ENEMIGOS… YO OS OFREZCO MI VIDA ENTERA, OS PRESTO CADA UNO DE MIS MIEMBROS; EMPLEADLOS PARA EXTENDER VUESTRO REINADO HASTA HACEROS EN REALIDAD LA DUEÑA Y SOBERANA DEL UNIVERSO MUNDO”.

     Conmovida la Madre de Dios ante los ardores amorosos y noble generosidad de su carísimo hijo, quiso recompensarle aun en esta vida.

     Dirigiéndose el día de la Asunción a la Iglesia para cantar los maitines, según la costumbre, apenas los diáconos y clérigos abrieron las puertas, se detuvieron repentinamente a la vista de los deslumbrantes resplandores que inundaban el sagrado recinto; y, sin que la presencia del pontífice fuese suficiente a contenerlos, arrojan las antorchas que llevan en las manos y huyen despavoridos hacia sus compañeros.

     Pero en cambio, San Ildefonso, lejos de alterarse, se adelanta resueltamente hacia el altar de la Virgen, y allí… sus ojos admirados contemplan un magnífico espectáculo. Ve a la Madre de Dios sentada en la silla episcopal, y, alzando un poco más su estática mirada, descubre todo el ábside (parte posterior del altar) lleno de una gran multitud de vírgenes que cantan el oficio divino con voces de arrobadora dulzura. Entonces María, llegándose hasta él, con una casulla de blancura deslumbradora en las manos, le dice:

“ACÉRCATE, SIERVO MÍO FIDELÍSIMO, VEN A RECIBIR ESTE PEQUEÑO PRESENTE QUE TE OFREZCO, SACADO POR MÍ DE LOS TESOROS DE MI HIJO, PARA QUE LO LLEVES EN EL DÍA DE MI FIESTA. Y EN RECOMPENSA DE HABER VIVIDO CONSTANTEMENTE OCUPADO EN MI SERVICIO Y DE HABER REALZADO CON LA ELOCUENCIA DE TUS LABIOS LA GLORIA DE MI VIRGINIDAD Y PUBLICADO MIS ALABANZAS ANTE LOS FIELES, QUIERO QUE EN ESTA VIDA SEAS DISTINGUIDO CON ESTE PRECIOSO ORNAMENTO, Y TE DOY SEGURIDAD DE PARTICIPAR EN LA OTRA, ENTRE LOS VERDADEROS AMIGOS  DE MI HIJO, DE LAS DELICIAS INCOMPRENSIBLES DEL PARAÍSO”.



“ESPÍRITU DE LA VIDA DE INTIMIDAD CON LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA”


R.P. Lombaerde – Misionero de la Sagrada Familia.

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