“El
Ángel repitió tres veces esta oración, se puso de pie y dijo: orad así”.
El Ángel de Fátima acababa de enseñar a los niños la oración bien conocida por
todos: “DIOS
MÍO YO CREO, ADORO, ESPERO Y OS AMO…”. Pero no fue todo, pues el
Ángel repitió a los niños que esa CORTA
oración debía ser repetida a MENUDO.
Nuestra Señora de Fátima enseña igualmente
una oración corta y repetitiva. En la aparición del 13 de julio de 1917 María recomienda
a los tres niños: “DECID A MENUDO A JESÚS,(…), OH JESÚS, ES POR VUESTRO
AMOR, POR LA CONVERSIÓN DE LOS PECADORES, Y EN REPARACIÓN POR LOS PECADOS
COMETIDOS CONTRA EL CORAZÓN INMACULADO”.
Debemos subrayar la importancia de esta
oración repetitiva: se llama “ORACIÓN JACULATORIA”, o también, con nombre
más bonito, “ORACIÓN
DEL CORAZÓN”.
La “ORACIÓN
DEL CORAZÓN” es la del publicano que repetía sin cesar: “SEÑOR, TEN
PIEDAD DE MÍ”. Es también la de
la cananea repitiendo hasta cansar a los discípulos pero para tocar el corazón
de Jesús: “JESÚS,
HIJO DE DAVID, TEN PIEDAD DE MÍ”. Es
aún la oración suplicante de Nuestro Señor mismo en su agonía: “PADRE MÍO, SI
ES POSIBLE, PASE DE MÍ ESTE CÁLIZ…”.Y el Evangelio precisa: “SE RETIRÓ UNA
VEZ MÁS, Y ORÓ POR TERCERA VEZ, DICIENDO LAS MISMAS PALABRAS”.
El Evangelio nos enseña aquí “QUE BASTAN
POCAS PALABRAS PARA BIEN ORAR, Y QUE PARA INFLAMAR EL ESPÍRITU ES BUENO ELEGIR
ALGUNAS Y REPETIRLAS A MENUDO”.
LA
ORACIÓN DEL CORAZÓN
ES
UN LENGUAJE DE AMOR
HACIA
JESÚS Y MARÍA
“¡¡REZAD ASÍ!! LOS CORAZONES DE JESÚS Y MARÍA ESTÁN
ATENTOS A LA VOZ DE NUESTRAS SÚPLICAS”. Esta clase de oración sale
del corazón del hombre para tocar
directamente los corazones de Jesús y de María.
Tales oraciones van a favorecer en los
niños de Fátima esos impulsos del corazón, arranques espontáneos, expresión de
su amor a Jesús y María. En efecto, esas oraciones van a inflamar el corazón de
los tres niños: “ME
GUSTA TANTO DECIR A JESÚS QUE LO AMO. CUANDO SE LO DIGO A MENUDO—dirá
Jacinta—ME PARECE QUE TENGO FUEGO EN EL PECHO, PERO
UN FUEGO QUE NO QUEMA”.
Jacinta decía también:
“¡AMO TANTO
A NUESTRO SEÑOR Y A NUESTRA SEÑORA QUE NO ME CANSO NUNCA DE DECIRLES QUE LOS
AMO”. A veces, besando un
crucifijo, Jacinta lo apretaba entre sus manos diciendo: “¡JESÚS MÍO! OS AMO Y QUIERO SUFRIR MUCHO POR AMOR A VOS”
Jacinta decía aún a Lucía:
“¡AMO TANTO
AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA! ES EL CORAZÓN DE NUESTRA MADRECITA DEL CIELO.
¿NO TE GUSTA REPETIR A MENUDO: DULCE CORAZÓN DE MARÍA, CORAZÓN INMACULADO DE
MARÍA? ¡A MÍ ME GUSTA TANTO, TANTO!”.
¿Por qué esa clase de oración, que brota
del corazón, toca directamente los corazones de Jesús y de María? Porque la “ORACIÓN DEL CORAZÓN” es el signo de
que el alma está en presencia de Dios. Manifiesta esa unión a Dios y el deseo
de permanecer allí. Dicho de otra manera, ella es el signo de que Dios está muy
presente en el corazón. Un niño deja sus juegos para venir a decir a su mamá: “TE AMO”. ¿Qué es lo que conmueve a la
mamá? Ciertamente la palabra del niño. Pero su espontaneidad muestra a la mamá
el lugar que ella ocupa en el corazón del niño.
LA
“ORACIÓN DEL CORAZÓN”
LLEVA
A LA CONTEMPLACIÓN
Y
UNE A DIOS
Si la “ORACIÓN
DEL CORAZÓN” es signo de la presencia de Dios en el alma, si ella es un
medio de mantenerse en su presencia, es también quien lleva al alma hasta la
contemplación. Los niños de Fátima la pusieron en práctica, y su vida nos
muestra hasta qué grado de meditación y de contemplación llegaron.
Cuando
Lucía preguntó a Francisco por qué no quería rezar con ella y Jacinta, él respondió:
“PREFIERO REZAR SOLO, PARA PENSAR Y CONSOLAR A NUESTRO
SEÑOR QUE ESTÁ TAN TRISTE”. Otra
vez decía:
“¡PIENSO
EN DIOS, QUE ESTÁ TAN TRISTE A CAUSA DE TANTOS PECADOS! ¡AH, SI YO PUDIERA
COMPLACERLE!”.
Resulta raro ver a niños elevados a tal
contemplación. Los padres de Jacinta estaban intrigados. Un día, su mamá dijo a Lucía: “Pregunta a Jacinta en qué piensa cuando
pasa tanto tiempo con la cabeza entre las manos, sin moverse. Yo se lo
pregunto, pero ella sonríe y no me responde”. Lucía cumplió el encargo y
Jacinta respondió: “PIENSO EN NUESTRO SEÑOR, Y EN
NUESTRA SEÑORA, EN LOS PECADORES… ME GUSTA MUCHO PENSAR”.
Lucía consigna otro ejemplo muy sorprendente,
pues muestra el lazo directo que une la “ORACIÓN
DEL CORAZÓN” con la puesta presencia de Dios en alto grado. Muestra a qué
nivel de contemplación había llegado Francisco. Éste se había retirado a
recitar la oración del Ángel. Su hermana y su prima lo llaman. Francisco no
responde. Ellas se sorprenden, se acercan a él y le sacan de su contemplación:
—
“¿ORABAS A
DIOS?”, pregunta Lucía.
—SÍ, RESPONDE FRANCISCO. ME PUSE A DECIR LAS ORACIONES DEL ÁNGEL Y LUEGO ME OCUPÉ
EN PENSAR.
—
¿NO HAS
ESCUCHADO A TU HERMANA? Te llamó a gritos.
—NO,
dice Francisco,
NO ESCUCHÉ NADA”.
Francisco no había escuchado nada. Estaba
en presencia de Dios y había perdido esa facultad sensitiva. La oración de
Francisco había comenzado por una oración de corazón a corazón con Dios, por
esa mirada amorosa del alma. Se continuó luego por ese alto nivel de
contemplación. La acción divina no encontraba ningún obstáculo en el corazón de
Francisco…
LA
“ORACIÓN DEL CORAZÓN”
POR
EL CORAZÓN INMACULADO
La “ORACIÓN
DEL CORAZÓN” une el alma a Dios y la mantiene en su presencia. Dios es su
fin último. En Fátima, María enseña esta forma de oración y, como siempre, Ella
misma viene en nuestra ayuda y socorro. En efecto, el camino hacia Dios puede
parecer árido y sembrado de obstáculos; el alma puede desalentarse y extraviar
el camino. Fue el temor que Lucía experimentó cuando en la segunda aparición se
enteró de que sus primos se irían pronto al Cielo mientras que ella quedaría
sola en la tierra. María comprende su inquietud y la tranquiliza por estas
palabras que nunca meditaremos bastante: “¿SUFRES MUCHO? ¡NO TE DESAMINES, YO NO TE ABANDONARÉ
JAMÁS! MI CORAZÓN INMACULADO SERÁ REFUGIO Y EL CAMINO QUE TE CONDUCIRÁ A DIOS”.
Estas palabras son muy ricas y
esperanzadoras. Nos proporcionan una definición del Corazón Inmaculado.
Comenzamos a comprender el secreto del Corazón de María. En el Corazón
Inmaculado, reflejo de la Trinidad, encontramos: el camino que conduce a Dios, un
refugio que protegerá de los peligros durante todo el viaje y la certeza de un
hermoso lugar en el Cielo.
La “ORACIÓN
DEL CORAZÓN” nos mantiene en presencia de Dios por María. Ella debe estar
unida a la del Corazón Doloroso e Inmaculado de María. ¿Por qué? Porque el
Corazón de María está unido al Corazón de Dios. Porque los méritos de la
Redención fueron igualmente adquiridos por los dolores de María en la Pasión.
Porque la Inmaculada purifica nuestra oración. Porque María es Madre de Dios y
alcanza todo de Él.
CONCLUSIÓN:
EL ROSARIO.
¿Es el rosario una “ORACIÓN DEL CORAZÓN”?
El rosario es una oración estructurada, y bajo este aspecto se emparenta más
bien con el oficio divino. Se lo llama precisamente “PEQUEÑO OFICIO DE NUESTRA SEÑORA”. Por eso es una oración repetitiva,
pero bajo este aspecto se emparenta con la “ORACIÓN
DEL CORAZÓN”. Lleva el alma a la meditación y a la contemplación de los
misterios de la vida de Nuestro Señor y María. Con las enseñanzas de Fátima
comprendemos la importancia de recitar fiel y cotidianamente el rosario.
“Revista
de la Cruzada Cordimariana”
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