VISITAR LAS IMÁGENES DE MARÍA
Dice
el P. Segneri que el demonio, para compensarse de lo que pierde con la
destrucción de los ídolos, trata de perseguir el culto de las sagradas imágenes
por medio de los herejes. Pero la Iglesia las ha
defendido hasta con la sangre de sus mártires. Y la Madre de Dios ha demostrado
hasta con milagros cuánto agradece las visitas a sus imágenes.
A San Juan Damasceno le cortaron la mano por
haber defendido con sus escritos las imágenes de María, pero la Virgen,
milagrosamente, se la restituyó. Narra el P. Spinelli
que en Constantinopla todos los viernes, después de las vísperas, se descorría
espontáneamente un velo que cubría una imagen de María, y al acabar de rezarse
las vísperas del sábado, se volvía a cubrir. Ante San Juan de Dios se descorrió
también el velo que cubría una imagen de la Virgen que estaba venerando. El
sacristán, tomándolo por un ladrón, le dio una patada, pero el pie se le quedó
paralizado.
Todos
los devotos de María suelen visitar con gran afecto y con frecuencia las
imágenes de la Virgen en las iglesias a ella dedicadas. Éstas son
precisamente, dice San Juan Damasceno, las ciudades de refugio donde
encontramos amparo contra las tentaciones y los castigos merecidos por las culpas
cometidas. El emperador San Enrique, al entrar en una ciudad lo primero que
hacía era visitar una iglesia dedicada a nuestra Señora. El P. Tomás Sánchez no
volvía a casa si antes no visitaba alguna iglesia dedicada a María.
Que no nos sea trabajoso visitar a diario a nuestra Reina
en alguna iglesia o capilla o en nuestra propia casa, donde estaría bien tener
en un lugar retirado un pequeño oratorio con su imagen adornada con luces y
flores y rezar ante ella el rosario y las letanías, entre otras preces.
Para esto he compuesto el libro de las visitas al Santísimo y a la Santísima
Virgen, para todos los días del mes. El devoto de la Virgen podría encargar
celebrar en alguna iglesia o capilla alguna de sus solemnidades, precedida de
la novena, si es posible con la exposición del Santísimo.
Suplico con mucho encarecimiento a los
devotos de María que se abstengan de ir ellos y procuren que no vayan otros a
santuarios de la Virgen en tiempo de romerías, donde se sabe que hay muchos
escándalos; porque más fruto consigue el infierno que honra la Madre de Dios.
“LAS GLORIAS DE MARÍA”
San Alfonso María de Ligorio.
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