HIMNO
Aguarda la serpiente
Con diabólico empeño,
Que germine en la
tierra,
De Adán un fruto nuevo;
Y al calcañal le acecha
Para luego morderlo;
En María no lo alcanza,
Pues al ser concebida
Dios a la sierpe
aplaca.
Bien quiso la serpiente
Morder tu pura planta:
Quiso con su veneno
Inficionar tu alma;
Más con tu pie, Señora,
Tú, su cabeza aplastas;
Que allá en el paraíso
De la sierpe enemiga,
Dios te anunció
benigno.
Naturaleza y gracia,
Juntas ambas corrieron
Llegar primero a tu
alma
Cada una pretendiendo;
La gracia con sus
luces,
La otra con sus defectos;
Más llega antes la gracia
Y estorbando al veneno
Te hace pura y sin
mancha!
Como el Jordán, sus aguas
Reverente detiene,
Mientras el arca santa
Se posa en sus
corrientes;
Así el río del pecado
Ante ti retrocede;
Pues eres, gran Señora,
Tú, de la nueva alianza
El arca prodigiosa.
El general diluvio
Que todo lo sumerge,
Sepultando en sus ondas
A todo hombre rebelde,
A sola el arca salva
Que encierra á Noé
creyente;
Arca que a Cristo encierras,
Todo lo hunde el
pecado,
Sólo tú en alto quedas!
Tu Concepción sin mancha
Alabe toda gente.
Los hombres y los Ángeles
La ensalcen reverentes,
Y el Señor que te hizo
Bendígala por siempre.
Y tú, la Inmaculada,
Suelta el alma de
culpas
Vuélvela mansa y santa.
Amén.
Por G. CHAVEZ Pbro.
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