La imagen de Nuestra Señora de Itatí, “la Reina de la Civilización en la cuenca del Plata”,
es una de las imágenes marianas más célebres y antiguas de la República
Argentina.
Su santuario data de los comienzos de la época
colonial. Se levanta en el pueblo de Itatí,
a orillas del Alto Paraná y a 70 km de la ciudad de Corrientes.
Itatí
ha sido un centro notable de civilización cristiana durante más de tres siglos.
Actualmente es un lugar predilecto de la devoción popular.
El culto de la Virgen de Itatí ha sido
ininterrumpido desde 1915. Los incontables prodigios que ha obrado justifican
la fama de milagrosa que tiene.
“El milagro viviente de la Virgen —decía
Monseñor Niella, primer obispo de Corrientes— es la atracción constante que ejerce sobre
las multitudes, y la maravillosa transformación de las almas que llegan al pie
de su altar."
Monseñor Niella
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En 1528, Sebastián Gaboto, explorando el Alto Paraná, desembarcó en un puerto al que dio el nombre de Santa Ana. Allí cerca se levantaba un caserío llamado Casas de Yaguarón, nombre del cacique del distrito.
Algunos de los miembros de la expedición
exploraron la laguna Iberá, a la que
denominaron también Santa Ana.
La gloriosa madre de la Virgen María tomó, desde entonces, bajo su protección esas
regiones.
El cacique Yaguarón y sus indios eran de índole pacífica y hospitalaria, y
recibieron bien a los españoles.
Ya desde 1528 los franciscanos arrojaron la
primera semilla evangélica en el distrito de Santa Ana, llamado también Reducción de Yaguarí, y en ella siempre
prevaleció la devoción a María
Inmaculada.
La celestial Señora supo corresponder. Fijó
sus miradas complacientes en aquella región y le destinó una de sus más
célebres y milagrosas imágenes.
Todo induce a creer que la aparición de la Reina de los guaraníes se efectuó de un
modo prodigioso.
Según una antigua y respetable tradición, “la imagen de
la Virgen de Itatí habría sido encontrada sobre una piedra, en el curso del
Alto Paraná, no lejos del puerto de Santa Ana. Los franciscanos la trasladaron
a la capilla de la reducción; pero la imagen desapareció dos veces y volvió al
lugar de la aparición. En este sitio se le edificó definitivamente la iglesia,
consagrada por la devoción popular”.
Se
estima que esta aparición tuvo lugar antes de 1608.
Alguno de los motivos que tuvo la Virgen Inmaculada para presentarse en
el promontorio de la costa itateña,
pudo ser el de ayudar a los franciscanos a civilizar y salvar a tantos pueblos
de la cuenca del Plata.
La tradición que acabamos de citar fue variando
en algunos puntos con el correr de los años, hasta caer en la imprecisión en
los detalles. Nada se dice en ella del origen de la imagen y sólo se detiene en
su prodigioso hallazgo.
Se cree que la imagen de la Virgen de Itatí fue traída de la
reducción de Ciudad Real, provincia
del Guayrá, y venerada en la de Itatí, de la misma provincia, fundada
hacia 1580 por fray
Luis de Bolaños sobre un
promontorio, cerca de la desembocadura del río
Piquyry, en el Alto Paraná.
Al ser atacada esta reducción, los
franciscanos y sus indios emigraron hacia el sur, llevando consigo la imagen de
la Virgen, y llegaron hasta la región del Yaguarí,
donde estaba la reducción de otro franciscano: fray Luis Gámez.
Allí levantaron a la Virgen un oratorio;
pero cierto día fue destruido por indios vecinos, quienes se llevaron la
imagen.
Unos indiecitos pescadores, en una de las
bajantes del río Paraná, descubrieron en un recodo del mismo, sobre una piedra,
la imagen robada, envuelta en misteriosa luz, dejándose oír al mismo tiempo una
música dulcísima y extraña.
Dieron parte a fray Luis Gámez, quien dispuso su traslado a la reducción de Santa Ana del Yaguarí. La imagen volvió
a desaparecer por dos veces y siempre se la encontró donde la descubrieron los
indiecitos. Entonces resolvieron trasladar la reducción al paraje donde la
Virgen parecía querer ser venerada.
El puerto de Santa Ana quedó, pues, abandonado. Fray Luis de Bolaños bautizó a la nueva población con el nombre de Pueblo de
Indios de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí.
Itatí, en
guaraní, significa “punta de piedra”.
Algunos han sostenido que la imagen de Itatí es la misma que se veneró en Concepción del Bermejo, población
destruida en 1632.
Pero en el acta de fundación de dicha ciudad
consta que su Patrona fue Nuestra Señora
del Rosario; de modo que la imagen bajo tal advocación debióse venerar en
su iglesia, y no la de Itatí, que
representa a María en su Inmaculada
Concepción.
Otros han aseverado que la Virgen de Itatí es la que llevaba San Roque González en sus excursiones
apostólicas. Nada más inexacto, pues la Conquistadora del santo misionero era
una estampa, y la de Itatí es una estatua.
Tampoco es la de Copacabana, pues ésta es de
piedra, en tanto que la de Itatí es de madera. Además, la primera es la Candelaria
y tiene al Niño Jesús en los brazos; en cambio, la segunda es la Inmaculada
Concepción y aparece sólo la Virgen.
La imagen de la Madre de Dios traída por fray Luis de Bolaños
desde el Guayrá está tallada en madera. Mide un metro y veintiséis centímetros
de altura. Tiene las manos juntas delante del pecho en actitud orante. Viste un
manto azul, túnica blanca y escapulario también blanco.
A fray
Luis de Bolaños sucedió en la regencia de la reducción fray Luis Gámez, quien intentó substituir la primitiva capilla por
un templo más espacioso; pero la muerte lo sorprendió antes de verlo terminado.
Su sucesor fue fray Luis de Gamarra, natural de Asunción. Pregonó por todas partes
el prestigio de la sagrada imagen, relatando sus milagros, y trasladó el pueblo
de Itatí a su ubicación actual.
El templo se terminó en 1624, y el 14 de agosto hizo
trasladar a él la imagen de la Virgen de Itatí, Reina del Paraná.
Templo en construcción.
Basílica actualmente |
Nuestra
Señora de Itatí ha adquirido gran celebridad por las maravillas que ha
obrado. Entre ellas, las más notables son las milagrosas transfiguraciones de su rostro.
La primera transfiguración ocurrió mientras
se cantaba la antífona “Regina coeli”, el sábado santo de 1624, y
duró hasta el jueves siguiente.
“Se produjo —escribe el Padre Gamarra— una
extraordinaria mudanza del rostro, y estaba tan linda y hermosa que jamás tal
la había visto.”
Siguieron luego produciéndose nuevas transfiguraciones,
siendo testigos de ellas muchos españoles y aborígenes.
También plugo a la Madre de Dios dejar oír misteriosas y dulcísimas armonías. Tal
aconteció el sábado 14 de septiembre de 1624, entre las 10 y las 11, después de
celebrada la misa en honor de su Inmaculada
Concepción.
Las mercedes otorgadas por la Virgen de Itatí,
tanto en favor de las almas como de los cuerpos, son incontables y algunas, verdaderos milagros.
No es de extrañar, pues, la intensa devoción
que se le profesa y el aumento de las peregrinaciones
a su santuario.
La Virgen de Itatí
ha defendido a su pueblo en múltiples ocasiones. Desaparecieron
florecientes centros de población, tembló la misma ciudad de Corrientes y hasta
se pensó en un posible traslado; Itatí, en cambio, permaneció como roca
inconmovible en medio de un agitado océano.
En 1748, al avanzar para destruir Itatí, los
indios vieron abrirse de repente delante de ellos una profunda zanja que no les
fue posible franquear.
Sin la Virgen,
el pueblo de Itatí, el más antiguo
de la cuenca del Plata (pues ya existía con el nombre de Casas de Yaguarón antes de la conquista) habría tenido serias
dificultades para subsistir.
El 4 de octubre de 1849 los habitantes de
Itatí se insurreccionaron contra el gobierno de Rosas; mas previendo terribles
represalias, embarcaron en balsas a todos los vecinos, en una de ellas la
imagen de la Virgen, y fueron a pedir asilo al Paraguay.
La Madre de Dios salvó otra vez a su pueblo
al haber inspirado tal éxodo.
Parece que la balsa que conducía la sagrada
imagen fue baleada por los rosistas; pero las heroicas mujeres de Itatí se
agruparon a su alrededor para defender con sus cuerpos a su Madre y Reina.
Los itateños,
en número de unos cuatrocientos, fueron recibidos por el Gobierno paraguayo,
que les proveyó de todo lo necesario.
La excelsa Refugiada volvió así a sus
primitivos lugares haciendo bajar en ellos copiosas gracias.
Estuvo primero en Itá Corá, donde se le construyó un modesto oratorio, centro de
atracción de los emigrados correntinos. Posteriormente fue trasladada al pueblo
de Laureles y, por último, a Paso de la Patria.
Previo cambio de notas entre los gobernantes
correntinos y paraguayos con respecto a la devolución de la imagen, se envió
una embarcación para traerla, lo cual se verificó dos años y medio después de
su forzada salida.
La localidad mariana de Itatí fue una de las que más tuvo que sufrir las consecuencias de
la guerra del Paraguay contra la Triple Alianza.
Fue atacada por los paraguayos el 19 de
febrero de 1866, pues había sido abandonada por las tropas encargadas de
defenderla.
Se cometieron en ellas las mayores
depredaciones, y al retirarse las fuerzas invasoras, se llevaron todos los
archivos.
Grande fue la desolación de los itateños al
regresar a sus hogares ante el cuadro que ofrecían; pero se alegraron sobremanera
al ver que no se habían llevado la milagrosa imagen de la Virgen.
Y ante el temor de que se produjera otra
invasión, resolvieron llevar a su Madre y Reina a lugar más seguro, a pesar de
la tenaz oposición del señor Cura.
Se hospedó a unas dos leguas de Itatí, en
una casa que le brindó un devoto paisano, y cuando el ejército argentino pasó a
territorio paraguayo, volvió la Virgen a Itatí entre las aclamaciones jubilosas
de su pueblo.
Durante el último cuarto del siglo pasado,
el laicismo y el sectarismo mancomunados atacaron al catolicismo. Pensaron que
el culto a la Virgen de Itatí quedaría sepultado en “las mentes obtusas de los analfabetos”.
Pero la reacción esta provincia mariana
pronto se hizo sentir. Las autoridades civiles y eclesiásticos enviaron sus
súplicas al señor obispo de Paraná para que al llegar a Roma, donde debía ir
con motivo del Concilio Plenario Sudamericano, solicitara al Papa León XIII los honores de la Coronación
Pontificia para la Pura y Limpia Concepción de Itatí.
El Padre Santo accedió gustoso y
bendijo la corona.
A su regreso, el señor obispo diocesano determinó que la
coronación se llevaría a efecto en la ciudad de Corrientes, y fijó para ello el
16 de julio de 1900.
El Papa
León XIII, en el decreto de coronación, dice “que benigna y gozosamente recibió la
súplica que se le hizo, a fin de que coronara la sagrada imagen de la Virgen de
Itatí, y concede benévolamente tal gracia, por cuanto dicha sagrada imagen,
célebre por la antigüedad y los milagros, es el amparo y dulce refugio de toda
la provincia de Corrientes y de todos los fieles que desde lejanas tierras
acuden a Ella”.
En el mismo decreto delegó para efectuar el
acto en su nombre, a Monseñor Rosendo de
la Lastra y Gordillo, obispo de Paraná, y concedió
indulgencia plenaria a todos los cristianos que, confesando y comulgando, visitaran el
santuario de la Virgen y rogaran por las intenciones del Soberano Pontífice. El
decreto lleva la fecha de 11 de junio de 1900.
El 8 de julio del primer año de nuestro siglo la imagen
de la Virgen de Itatí abandonaba su pueblito, entre las manifestaciones de
pesar de los habitantes, y en una embarcación, ricamente adornada, fue llevada
a Corrientes para su coronación, donde la recibieron triunfalmente. Quedó en la
capital de la provincia hasta el 20 del mismo mes.
El 16 de julio de 1900, el día más glorioso que ha vivido
la ciudad de Corrientes, la imagen de la Virgen de Itatí, fue solemnemente
coronada, para lo cual se la había entronizado en un templete levantado junto
al atrio del santuario de la Cruz de los Milagros.
Itatí recibió a su Reina Coronada el 20 de julio.
Nunca han faltado peregrinaciones al santuario de Itatí, pero a partir de
1896 se han sucedido más regularmente. Ellas ofrecen espectáculos emocionantes,
comparables con los que se ven en Luján
y en Catamarca.
El 3 de febrero de 1910, el Papa San Pío X creó la Diócesis de Corrientes. Su primer
obispo fue Monseñor
Luis María Niella, el incomparable orador de las solemnidades de la
Coronación.
El 23 de abril de 1918 la Virgen de Itatí
fue proclamada Patrona
y Protectora de la diócesis de Corrientes, siendo jurada pública y
solemnemente como tal.
La fiesta de la Virgen
de Itatí se ha fijado definitivamente el 9 de julio, la misma fecha en que se
celebra la independencia de la Patria.
El
actual santuario se destaca entre los templos más importantes de América.
La
construcción es del más puro estilo clásico de la época del Renacimiento. Tiene
80 metros de longitud y 73 metros de anchura en el crucero. La cúpula se halla
coronada por una gigantesca estatua de la Virgen de Itatí, realizada en cobre,
de 7,50 metros de altura. Se puede ascender por el interior de la estatua hasta
la corona.
El Santuario de la Virgen de Itatí es la respuesta de un
pueblo agradecido al diluvio de mercedes que la Virgen Inmaculada ha hecho
descender sobre la provincia de Corrientes y comarcas circunvecinas.
ORACIÓN
a Nuestra Señora de Itatí
Tiernísima
Madre de Dios y de los hombres que, bajo la advocación de la pura y limpia
Concepción de Nuestra Señora de Itatí miraste con ojos de misericordia por más
de tres siglos a todos los que te han implorado, no deseches ahora las súplicas
de este tu hijo, que humildemente recurre a ti.
Atiende
mis necesidades, que tú, mejor que yo, las conoces. Y, sobre todo, Madre mía,
concédeme un gran amor a tu divino Hijo Jesús, y un corazón puro, humilde y
prudente, paciencia en la vida, fortaleza en las tentaciones y consuelo en la
muerte. Así sea.
“MARÍA Reina y Madre de los Argentinos”
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