El gloriosísimo
patriarca santo Domingo de Guzmán, luz del mundo, gloria de España y fundador
de la sagrada Orden de Predicadores, nació en el obispado de Osma en un lugar
que se dice Caleruega, y fue hijo de muy ilustres padres. Estando su madre en
cinta, tuvo un sueño misterioso en que le pareció ver a su hijo representado
bajo el símbolo de un perro con un hacha encendida en la boca el cual alumbraba
y encendía con ella todo el mundo; y cuando bautizaron al niño, echaron de ver
los presentes sobre su frente una estrella de maravilloso resplandor. Confiaron
su primera educación a un tío suyo, arcipreste de Gumiel de Iza, y le mandaron
después a Patencia, donde a la sazón florecían los estudios generales de
España, y salió tan aventajado en filosofía y metafísica, como en las divinas
virtudes. Una vez vendió las alhajas de su casa y hasta los libros para dar de
comer a los pobres, y viniendo a él una mujer llorando para que le ayudase a
rescatar un hermano suyo que le habían cautivado los moros, hizo instancias a
la mujer afligida, que le vendiese a él por esclavo y le trocase por su
hermano. Tomó en Osma el hábito de canónigo reglar, y por obedecer a su obispo
recibió la dignidad de arcediano de aquella iglesia; pero llegando a la edad de
treinta años, por imitar a Cristo, comenzó su predicación, y pasó a Tolosa de Francia, donde
la herejía de los Albigenses hacía grandes estragos, y con sus sermones,
milagros y sobre todo con el arma del santo Rosario, que le inspiró la Virgen,
salvó a los católicos, y convirtió cien mil herejes. Entre otros
prodigios fue muy admirable el no haberse quemado el libro que echó el santo en
una hoguera, donde se abrasó al instante el libro de los herejes. Celebrándose
por este tiempo el gran Concilio Lateranense, vio en sueños el papa como la
iglesia de Letrán se abría por todas partes y venía al suelo, y que santo
Domingo la sustentaba y como atlante la tenía en peso; por lo cual aprobó la
fundación de su nueva Orden de Predicadores. Saliendo en otra ocasión el santo
de la iglesia de San Pedro en la ciudad de Roma, vio en la calle a san
Francisco, que venía a instituir su esclarecida orden, y sin haberse visto
jamás, los dos grandes patriarcas, se conocieron y abrazaron. Quiso el
humildísimo santo Domingo que todos sus hijos eligiesen por general al santo
varón Fray Mateo, e irse él a Palestina o predicar a los moros y derramar la
sangre por Jesucristo; mas Dios le llamó a Roma, donde se le juntaron cien
religiosos a quienes dio el hábito y escapulario blanco, por haberlo señalado
la Virgen como vestido de su amada orden. Finalmente siendo de edad de
cincuenta y un años, se le apareció Jesucristo convidándole a los gozos de su
reino; y acostado el santo en unas tablas mandó a sus hijos que comenzasen el
oficio de los que están en la agonía; y al rezar la antífona que dice: Socorred,
santos de Dios, salid al camino, ángeles bienaventurados, salió su alma de la
cárcel del cuerpo.
Reflexión:
Dijo la Virgen a santo Domingo que el Rosario era
el arma más poderosa contra la herejía y contra los vicios. Ahora, pues, hay
mayor necesidad que nunca de rezarlo.
Oración:
Oh Dios, que te dignaste ilustrar a tu Iglesia con los méritos y con la
doctrina del bienaventurado santo Domingo, tu confesor; concédenos, que por su
intercesión nunca sea destituida de los auxilios temporales, y sea acrecentada
en los bienes espirituales. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA CRISTIANA
No hay comentarios:
Publicar un comentario