viernes, 4 de agosto de 2017

TERCER MISTERIO GOZOSO




“EL NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS”

   El Nacimiento del Señor, la Natividad, que llamamos abreviadamente “Navidad”, es la fiesta cristiana más grande después de Pascua de Resurrección, y la más popular de todas; realmente un misterio gozoso; el centro de todos ellos: pues “tanto amó Dios a los hombres — dice el Apóstol San Juan— que les dio su Hijo Unigénito, no para que los juzgue sino para que los salve”. “He aquí que os anuncio un gozo para todo el pueblo” — dijo el Ángel a los Pastores—. Jesucristo nació a 8 kilómetros de Jerusalén, en Belén, que significa “casa de pan”, como había predicho el profeta Miqueas, San José y la Virgen sabían la profecía de Miqueas; pero no sabían que los iban a obligar a ir de Nazareth a Belén los romanos; un decreto de Augusto el César obligando a sus súbditos a empadronarse cada uno en la ciudad de su familia. El Rey David había nacido en Belén de Judá; y san José y la Virgen eran desa familia; lo cual también estaba profetizado: que el Mesías sería “hijo de David”; como lo llamó el ciego Bartimeo, la mujer sirofenisa, y la muchedumbre que lo aclamó el Domingo de Ramos. Obedeciendo a la autoridad de un hombre, los Santos Esposos hicieron llenarse la palabra de Dios.


  
    Tampoco sabían lo que había de pasar después: la aparición de los Ángeles sobre el portal, la veneración de los Pastores, la adoración de los Magos, la persecución de Herodes, la huida a Egipto. Vivían tranquilamente puestos en manos de la Providencia; y san José, como jefe de la familia, se había vuelto el depositario de los anuncios angélicos.


    “Y un ángel apareció a José en sueños” —dice tres veces el Evangelio de Mateo; pero no eran sueños comunes, eran visiones de Dios. Dios puede comunicar cosas en sueños, también el demonio; pero eso es raro; la mayoría de los sueños son cosas naturales, que no significan nada importante, o bien no se pueden descifrar. Esa “interpretación de los sueños”, conque hoy día pretenden incluso curar las neurosis, es superstición. El mundo pulula hoy día de curanderos llamados “sicoanalistas”, intérpretes de sueños, la mayoría de los cuales son charlatanes, y algunos verdaderos bandidos.


   Un Ángel reveló a san José el misterio de la Encarnación: eso es cosa que no se puede saber sino por revelación de Dios; no decimos “comprender” decimos puramente “saber”. Esa es la explicación de “la duda de san José”.


   
   La duda de san José fue una gran oscuridad y aflicción que permitió o quiso Dios en el Santo Patriarca; hasta que el mismo Dios por medio de una visión angélica le reveló el misterio de la Encarnación de su Hijo, el Hombrediós. 


   Después viajó a Belén a empadronarse con su esposa encinta. La tradición quiere que la Virgen viajase, esas dos o tres horas de camino, a grupas de una mula, y José llevase un buey- del ronzal para pagar el tributo; y recuerda aquí aquel versículo de Isaías que dice: “Recordará la mula a su amo y el buey reconocerá el pesebre de su señor; ¿y tú Israel no conoces a tu Dios?”


   
   El relato del misterio es conocido: “no hallaron lugar en el mesón” porque eran pobres y porque la ciudad de David estaba atestada de viajeros. Se refugiaron en una caravanera o en una gruta; san Lucas sólo dice que María reclinó a su recién nacido “en un pesebre”, ella misma, sin ayuda ajena; 


que un Ángel apareció esa noche a unos pastores anunciándoles había nacido el Mesías “un grande gozo para todos”; que los pastores bajaron con prisa a adorarlo; 


que se certificaron hablando con los dos esposos de lo que les había dicho el Ángel; que alabaron a Dios y contaron el suceso a otros; y que María conservaba todas estas cosas contemplándolas en su corazón; de quién san Lucas sin duda las supo después, el único que las consigna en su Evangelio


  
   A los 8 días circuncidaron al Niño; y a los 40 días lo presentó María en el Templo, conforme a la Ley de Moisés.


  
   La llegada de los Magos de Oriente tuvo lugar después de esos 40 días, aunque nosotros la recordamos el 6 de enero, 12 días después de Navidad; y tuvo lugar en Belén, lo cual muestra que allí permanecieron María y José; y no regresaron a Nazareth sino después de la permanencia en Egipto. No sabemos cuánto tiempo permanecieron en Belén, algunos Santos Padres dicen dos años guiándose por la bárbara orden de Herodes de matar a los menores de dos años; ni sabemos cuánto permanecieron en Egipto; sino que fue bastante tiempo, pues murió Herodes el Grande entretanto y reinaban en Judea sus dos hijos, Arquelao en Judea y Herodes Antipas en Galilea; que eran de tal padre dignos hijos. De modo que temió san José volver a Belén y fue “avisado en sueños” volviese de nuevo a Nazareth.


   
    Allí vivió Cristo hasta los treinta años “y estaba sujeto a ellos”.

   La explicación del enigmático pasaje de la duda de san José, que nos narra san Mateo en su Evangelio es esta: “San José cayó en una gran perplejidad al ver que su prometida o comprometida “estaba con niño” como dicen los ingleses, y ciertamente no podía ser hijo de él”; así que dice san Mateo: “pensó en abandonarla sin decir nada”; y no denunciarla, porque las mujeres adúlteras en la ley de Moisés tenían pena de muerte. ¿Cómo se puede entender esto? Que san José haya creído que su desposada era adúltera, parece imposible; él conocía muy bien a la Virgen, y eso no le podía ni pasar por la cabeza. Así que algunos Santos Padres, como san Cirilo de Jerusalén, hicieron otra hipótesis: que san José se dio cuenta que María Santísima era la Virgen profetizada por Isaías en el capítulo 7º, la madre del Mesías; y que él se consideró indigno de ser el marido desa gran Santa. Esta explicación concuerda más con la gloria de san José y de la Virgen pero es imposible también, porque no cuadra con el texto del evangelista.

    Lo único posible son las dos cosas juntas: san José simplemente NO SABIA QUE PENSAR. Cayó en lo que llaman los Santos “la noche oscura”; que es una prueba terrible que Dios manda a algunas personas, muy pocas, a las cuales quiere darles la “unión mística”; lo que santa Teresa (que la tuvo) llama la Séptima Morada. La unión mística es un milagro tremendo, pues es una especie de anticipación del cielo por un brevísimo tiempo; no hay más que seis o siete santos de los cuales conste cierto que han tenido ese último grado de la unión con Dios (todos tenemos el primero, que es la gracia de Dios: “Speriamo” como dijo el italiano): algunos poquísimos santos a quienes Dios les da un breve anticipo del cielo porque quiere darles una grande y difícil misión sobre la tierra. Pero antes del anticipo del cielo, tienen que pasar un anticipo del Purgatorio; y eso es la “noche oscura”; la cual es doble; la noche oscura del sentido y la noche oscura del espíritu, como las llama san Juan de la Cruz, el cual las pasó, y escribió sobre ellas un libro. Nosotros las pasamos después de muertos (“Speriamo”, dijo el italiano) y eso es lo que llamamos el Purgatorio. "

   Ahora bien, los Santos dicen que san José fue elevado a la última unión con Dios en el Nacimiento del Hijo de Dios, lo cual es de creer: porque si san Pablo, y santa Catalina de Siena y santa Teresa y san Juan de la Cruz llegaron a eso, tuvo que llegar con más razón san José; y por tanto que su noche oscura, breve pero más terrible que la muerte, fue esta perplejidad y oscuridad en que cayó respecto de su Esposa. La Virgen Santísima fue elevada la visión de Dios antes, en el momento de la Anunciación del Ángel, según se cree. Ella no necesitaba “noche oscura”, pues no tenía mancha ni sombra de mancha alguna. ¿Y por qué la Virgen María no le dijo simplemente a san José lo que pasaba? Porque no podía; porque el misterio de la Encarnación puede ser revelado por Dios solamente, como dijimos antes; y por eso Dios mandó al Ángel que se lo reveló a san José en una visión.


    
   Quiere decir que el Niño Dios comenzó a hacer grandes dones a todo el que se ponía a tiro: a la Virgen, a Juan Bautista, a san José, a los pastores, a los magos, a los Rabinos de Jerusalén y hasta al Rey Herodes lo hubiera salvado si hubiese venido a adorarlo, como prometió a los Magos el gran hipocritón.

   El relato del nacimiento de Cristo no necesitamos hacerlo, por ser conocidísimo; no hay suceso del mundo que haya sido más tratado que este por la pintura, la literatura y la predicación. El pueblo cristiano lo ha celebrado y celebrará de todas las maneras posibles con una alegría ingenua y ruidosa, con villancicos, panderetas y castañuelas; diferente de la otra alegría de la Pascua, que es una alegría seria: porque la resurrección connota la muerte, pero el nacimiento es el comienzo de la vida.

Dulce Belén
Casa de pan
TRIGO vengo
A buscar
Dame, María, tu niño a besar
Toquen mis labios el Pan celestial
Oh, qué rico me vuelvo
Deste tan pobre portal.

   Este es un villancico que se canta con la música del villancico austríaco “Stille Nacht- Héiligue Nacht". Y este es otro villancico tugués, que trajimos hace años:

Blanca estáis y colorada
Virgen sagrada.
En Belén, villa de amor,
del rosal nació una flor,
Virgen Sagrada
En Belén, villa real
flor de nieve da un rosal.
Virgen Sagrada
Del rosal nació una flor,
Jesús nuestro Redentor
Virgen Sagrada
Flor de nieve da un rosal
Dios y hombre natural
Virgen Sagrada
Blanca y rosa estáis, Señora,
Noche buena por ahora,
Virgen Sagrada
Pero en cánticos y en luz
piensa el Niño ya en la cruz,
Virgen Sagrada
Pero hoy no importa nada.
Tiempo habrá para la pena,
¡Nochebuena, nochebuena!
¡Virgen Sagrada!


NACIMIENTO



   Noche serena, clara más que el día.
En que el divino sol, gracia del cielo.
Encubriendo su ser con nuestro velo.
Del pecado rompió la niebla fría;
   En ti se dio principio la alegría
Contra la culpa del primer abuelo
Que en justa pena el miserable suelo
Por divina sentencia padecía.
   Quedando el claustro virginal muy sano
Cual sol pasa por vidrio transparente
De él nace Dios de nuestro amor movido.
Noche feliz estaban mano a mano
Bailando al llanto del reciennacido
Ángeles y pastores juntamente.


Atribuido a FRAY LUIS DE LEON
(Español - Siglo XVI)






ROMANCE A NUESTRA SEÑORA

CON EL NIÑO JESÚS EN SUS BRAZOS



Panadera de Belén,
que vendéis el Pan de flor,
que como está a vuestro pecho
de leche le llamo yo.
Tierra sois de pan llevar,
aunque de la Mancha no,
porque no es pan de la mancha
el que es Pan de bendición.
Sois tierra a quien el arado
de la culpa no tocó;
concebisteis sin deleite,
y paristeis sin dolor.
¡Oh qué lindo Pan llevasteis!
Diréis que morena sois,
y que la tierra morena
lleva siempre el pan mejor.
Panadera de los cielos,
dadme aqueste Pan por Dios,
pues que por Dios lo tenéis,
y por Dios lo pido yo.
Jardín guardado del cielo,
donde el jardinero amor
plantó, por arte sutil,
el enjerto de hombre y Dios;
donde la encamada rosa,
el dorado girasol,
azul lirio y jazmín blanco,
todas maravillas son;
donde el árbol de la vida
cada mes fruto llevó,
y estando siempre con fruto,
jamás perdisteis la flor;
donde hay una fuente viva
de un Niño, que es Dios de amor,
que derrama por los ojos
arroyos de redención;
donde hay un racimo en cierne
y una granada con flor,
que reventarán sin duda
la noche de la Pasión.

JOSEF DE VALDIVIESO
( Español - Siglo XVII)


NACIMIENTO CRIOLLO

   Ya cerró la noche criolla
por la tierra en todo el ancho,
pero al rigor de lo oscuro
brilla una luz en el rancho.
   Arde la vela de sebo
sobre un tronco de caldén,
vaya a saber si es la misma
que ardió una vez en Belén.
   Una quietud de milagro,
una milagrosa calma,
flota encima de la vida
y llega el fondo del alma.
   Es una extraña quietud.
Como de pasmo y congoja.
Al sauce y al paraíso
no se le mueve una hoja.
   Encienden sus farolitos
en la sombra los cucuyos;
chispas sobre la gramilla,
oro de luz en los yuyos.
   Adentro del mismo rancho
los animales amigos
parecen que guardan turno
citados como testigos.
   Apretándose a la oveja
busca calor el cordero,
y en la puerta de su horno
guarda el albañil hornero.
   Al costado del fogón,
 —fogón de paisano pobre— ,
hay una pava abollada
y una caldera de cobre.
   No se siente andar el tiempo,  
y es una paz tan feliz,
que se ha dormido en los ojos
del zorzal y la perdiz.
   Ni un solo rumor altera
la gran calma del conjunto.
Los grillos de la payada
callaron su contrapunto.
   Vibra el silencio nocturno
y en la calma tan inmensa,
no es silencio que se escucha:
es silencio que se piensa.
   Asoma al brocal del pozo
un sapo de bronce viejo,
mirando el agua de abajo
como quien mira un espejo.
   El gato del pajonal
de lo más ladino y mandria,
ni se acuerda de sus uñas
al lado de la calandria.
   En un rincón una mesa
que tiene rota una pata.
Un mate y una bombilla
con su virola de plata.
En la bóveda celeste,
tan cercanas, tan distantes,
las tres Hermanas Marías

son tres preciosos diamantes.
   Un brillo desconocido
viene desde el horizonte
e ilumina los potreros,
el rancho, el arroyo, el monte.
   Es luz, pero es otra luz
que no alumbró todavía.
Y le da a la medianoche
claridad de mediodía.
   Se difunde su claror
y es como nieve plateada
la que baja sobre el rancho
y se filtra en la enramada.
   Avanza, desde el alero
hacia la puerta el patrón.
Tiene la vista nublada
por cosas del corazón.
   Es un paisano cumplido
y se lo sabe de fe.
En el pago lo respetan
y le llaman don José.
   Contempla a doña María,
Virgen de Dios, su mujer.
Así fue por Dios dispuesto
y Dios sabe disponer.
   Sobre unos cueros de oveja
y gramilla bien mullida,
bajo los lienzos de lino,
está la Virgen tendida.
   Se acerca la medianoche,
limpia, callada, serena,
al final de su camino.
Y será la Nochebuena.
   Se oye una música antigua
como resonar de violas,
como flautas de zorzales,
o como rumor de olas.
   El campanario del cielo,
repicando y repicando,
anuncia a la humanidad
que las doce están sonando.
   Ese repicar advierte
para que nadie se asombre,
que el Salvador ha venido
y ha sido salvado el Hombre.
   Embelesada, María
contempla a la criatura.
Nunca se ha visto sonrisa
ni más tierna ni más pura.
   La Madre acaricia al Niño
y es su mirada un consuelo.
Tiene los ojos azules
del mismo color que el cielo.
   Por la Voluntad Divina
que todo lo puede y tanto,
encarna el Padre en el Hijo
con el Espíritu Santo.
   Que la humanidad entera
vaya de su vida en pos.
Cierto que solo es un Niño
Pero es el Hijo de Dios.
   Tras la noche triunfa el día
y es ya la Natividad.
Verbo de luz que nos dona
la Vida con la Verdad.  
   Vuelan, cantando unos ángeles
sobre la tierra salvada.
Florecen los jazmineros
su frescura perfumada.
   Las estrellas, allá arriba
se entrelazan en coronas.
Suenan guitarras parejas
con sus primas y bordonas,
   Todo el campo se estremece
entre Luces y rumores.
Llegan los mozos con prendas
y las muchachas con flores.
   Quién sabe cómo corrió  
la noticia a los linderos,
pero ahí están los baquianos,
domadores y boyeros.
   Dicen, y lo andan diciendo,
sin ser con mucho, habladores,
que pronto habrá una visita
de principales señores.
   Vienen de la Estancia Grande
don Melchor y don Gaspar.
Y uno negro como tinta,
llamado don Baltasar.
   Sus montes y sus potreros
se alargan leguas y leguas,
con muchos miles de vacas
de potrillos y de yeguas.
   Estarán algunos días,
cumpliendo su obligación,
trayendo muchos regalos...
Ellos sabrán la razón.
   Descanse la Dulce Madre.
Duerma en paz el Dulce Dueño.
Y reposando en sus brazos
viva su bendito sueño.
Y para dar al milagro,
por los siglos la memoria.
entone la Cruz del Sur
sus himnos de Eterna Gloria.


LÍSARDO ZIA
(Argentino - Siglo XX)


DIALOGO ENTRE DIOS Y EL ANGEL

— ¿La mula?
—Señor, la mula
está cansada y se duerme;
tal vez no sepa mañana
que ha nacido para siempre.
— ¿La paja?
—Señor, la paja
no parece paja, y duele
como una pequeña cruz
dorada pero crujiente.
— ¿La Virgen?
—Señor, la Virgen
sigue llorando.
— ¿La nieve?
—Sigue cayendo.
Hace frío
entre la mula y el bueye.
— ¿Y el Niño?
—Señor, el Niño
ya empieza a fortalecerse
y está temblando en la cuna
como el junco en la corriente.
—Todo está bien.
—Señor, pero...
—Todo está bien.
Lentamente el ángel plegó sus alas
y volvió junto al Pesebre.
LUIS ROSALES
(Español - Siglo XX)



P. LEONARDO CASTELLANI.

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