La fiesta de este día
es el aniversario de la dedicación de una iglesia de San Miguel, en Roma, cerca
del Circo Máximo, por el Papa Bonifacio II, alrededor del año 530. Con este
motivo, se compuso la misa del domingo XVIII después de Pentecostés, que hace
varias alusiones a la ceremonia de la dedicación. Juntamente con San Miguel,
veneramos a todos los Ángeles. Es esta la fiesta más antigua de ellos, y
originariamente, la única. El oficio del Arcángel está expresado en su nombre,
que, traducido al castellano, significa: “¿Quién como Dios?” San Miguel es,
ante todo, el jefe de la milicia celestial. La Sagrada Escritura nos lo
representa en diversas ocasiones luchando
victoriosamente contra Satanás. Esta lucha se realiza constantemente, de una
manera invisible, en la Iglesia. Por eso San Miguel es el Protector de la
Iglesia, que intercede por ella ante el trono de Dios.
¡Oh Dios! que, con
admirable orden distribuyes los diversos empleos de los Ángeles y de los
hombres; concede propicio que sea en la tierra custodiada nuestra vida por
aquéllos que te asisten siempre en el cielo. Por Nuestro Señor.
“MISAL DIARIO”
Católico Apostólico
Romano- 1962.
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