El Ángelus se reza a las 6 de la mañana, a las 12 (mediodía) y a
las 6 de la tarde. La costumbre de rezar en estos tres
momentos de la jornada es muy antigua (en el judaísmo, se recitaba dos veces al
día la profesión de fe conocida como Shemá Israel (escucha Israel),
posiblemente a causa del texto del Deuteronomio 6, 7 y 11, 19: “Repetirás estas
palabras (de la Ley) a tus hijos, las dirás lo mismo en casa que cuando vayas
de camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”. No es una mera
plegaria, sino un acto de fe y de reconocimiento al Dios salvador que se ha
manifestado en los acontecimientos de la historia. Es como el credo israelita,
y formaba parte de la liturgia oficial del Templo y de la vida privada).
La costumbre de contemplar el anuncio del ángel Gabriel a
María de Nazaret influyó en las comunidades cristianas de los primeros siglos
en la comprensión del misterio de la encarnación. Dan fe de ello las
aportaciones de los Padres de la Iglesia, tanto orientales como occidentales.
En el siglo XVI
se introdujo la costumbre de separar las tres Ave María con tres versículos,
tal como se hace ahora en el rezo del Ángelus. Esta fórmula está documentada
por primera vez en un catecismo impreso en Venecia en 1560.
El Papa Pío V hizo insertar en 1571
esta misma fórmula en el Oficio de la Virgen, aprobado por él, introduciéndola bajo el título “Ejercicio
cotidiano”. La fórmula
adquiría así un carácter oficial.
El Papa Pío V |
La oficialidad del Ángelus, si es lícito
hablar así, recibe una confirmación definitiva en el Ceremonial editado en 1600
por orden de Clemente VIII.
A finales del siglo XVII en Francia se
rezaba en todas las iglesias:
“no hay familia cristiana que no rece el Ángelus cuando oye tocar
las campanas. Creo que no hay necesidad de exhortar a los cristianos para que
lo recen, ya que esta práctica está bien establecida y observada en todas
partes”. (Bocquillot).
El triunfo definitivo y universal del
Ángelus se logró cuando
Benedicto XIII, el 14 de septiembre de 1724, con el breve
Iniunctae nobis, concedía
cien días de indulgencia por cada vez que se rezara y una plenaria al mes al
que lo rezase diariamente de rodillas por la mañana, a mediodía y por la tarde al
toque de las campanas. Exhortando a pedir al Señor por la paz y la
concordia entre los príncipes cristianos y la liberación de las herejías.
Benedicto
XIV estableció el 20 de abril de 1742 que durante el tiempo pascual se
sustituyese el Ángelus por la antífona: Regina caeli laetare.
Benedicto XIV |
Finalmente,
Pío VII en 1815, añadió al Ángelus tres “glorias al Padre...” en acción de gracias por los dones copiosamente otorgados
por la Santísima Trinidad a la Virgen, particularmente por su gloriosa Asunción
a los cielos.
Pío XII favoreció la práctica del Ángelus al
mediodía, rezándolo él mismo con sus visitantes peregrinos.
El mismo Pío XII, al inaugurar la
Radio Vaticana el 11 de febrero de 1958, con el rezo del Ángelus a mediodía,
volvía a proponer esta oración a los fieles.
Pío XII |
Tras esto, el Papa Juan XXIII, cuando empezó a impartir la bendición apostólica
los días de fiesta, decidió colocar antes de la bendición la oración del
Ángelus, uso que adoptaron luego sus sucesores, hasta que se hizo una de las
citas de oración tradicionales del obispo de Roma con los fieles romanos y peregrinos.
Papa Juan XXIII |
En la exhortación apostólica
“Marianis
cultus”, de Pablo VI (1974)
exhorta a “mantener
la costumbre de este rezo, donde y cuando sea posible” Entre sus características se señalan: “Su estructura
sencilla, su carácter bíblico, su ritmo casi litúrgico que santifica momentos
diversos de la jornada, su apertura al misterio pascual, por lo que, mientras
conmemoramos la encarnación del Hijo de Dios, pedimos ser conducidos por su
Pasión y su Cruz a la gloria de la Resurrección” (n. 41).
Por
último Benedicto XVI ha incluido al final del rezo la fórmula del eterno
reposo para ofrecer esa oración en sufragio de las ánimas benditas del
purgatorio (indulgencia parcial,
aplicable solamente a las almas del purgatorio).
Benedicto XVI |
Cuando
el Papa Pablo VI repasó en su magnífica Exhortación Apostólica “El Culto de
María”, las devociones de la Iglesia a la Virgen, al llegar al Ángelus
dijo sin más: “Que se conserve tal y como está porque es una plegaria
perfecta”.
Pablo VI |
Los tres momentos de
rezar el Ángelus han sido tradicionalmente avisados con el toque de la campana
en los pueblos cristianos.
Al
amanecer, al mediodía y al ponerse el sol, tocaba la campana, y toda la
comunidad cristiana entendía: -¡es la hora de rezar
a la Virgen!... El Ángel del Señor
anunció a María…
Todos interrumpían el trabajo, todos rezaban
las tres Avemarías, todos tenían un recuerdo cariñoso para sus difuntos, todos
oxigenaban el alma con la oración más tierna a la Madre del Cielo.
El mundo se paraba a las doce para alabar a la
Virgen, para alabar a Nuestra Reina, en el mayor homenaje que le hacen juntos,
hombres y ángeles.
Es muy conocido el
cuadro de Jean-François Millet.
Anochece. El esposo y la esposa han pasado el día
trabajando en el campo. Y al oír la invitación de la campana, interrumpen la
faena, azadón en mano y canasto en tierra, con los ojos hacia el suelo, rezan y
quedan sumidos en profunda oración.
Recuerdan
a un San Carlos Borromeo, que al oír la invitación de la campana como si
viniera del cielo, se bajaba de la cabalgadura, estuviera donde fuese, y se
arrodillaba aunque fuese sobre el fango.
¿Por qué no dedicar un par de
minutos a contemplar el misterio más profundo de nuestra fe, como es la acción
de la Santísima Trinidad, que, por María, nos manda la salvación al mundo?
Porque esto y no otra cosa es el rezo
del Ángelus,
Vemos al Padre enviando al Hijo, al Hijo encarnándose,
al Espíritu Santo, pues todo esto es obra Suya, vemos a La Virgen María,
ofreciéndose en todo a la Trinidad.
Merece la pena gastar
dos minutos en el rezo del Ángelus, porque esos minutos ofrecidos a María, no
se pierden, sino que acaban a los pies de Dios.
Dice
Bruno Forte: “El ser humano que se detiene, y tiene tiempo para Dios,
es la respuesta adecuada ante el Dios que tiene tiempo para el ser humano”.
MODO DE REZARLO
El Ángelus se debe de rezar tres veces al
día, a las 6 de la mañana, a las 12 del mediodía y a las 6 de la tarde.
Originalmente era necesario que el Ángelus se dijese de
rodillas (excepto en domingos y tarde de los sábados, cuando las rúbricas
prescribían postura de pie), y que se recitara al toque de campanas; pero una
más reciente legislación permite dispensar de éstas regulaciones por motivos
justificados, con tal que la Oración sea dicha en las horas apropiadas; mañana, al mediodía y por la tarde.
En éste caso, el Ángelus debe ser dicho como
oficialmente ha sido impreso; pero aquellos que no conocen la oración de
corazón, o no saben leer, pueden decir cinco avemarías en su lugar.
Durante el tiempo pascual, la antífona
“Salve Reina
del cielo...” con sus versos y oración, sustituye al
Ángelus.
Con el rezo del ángelus se
gana indulgencia parcial para vivos e indulgencia parcial para los difuntos.
El toque característico del Ángelus consiste
en el tañido de tres campanadas antes de cada Avemaría, seguidas, finalmente de
nueve campanadas algo más rápidas que las tres rítmicas anteriores.
Nuestros mayores conservan fielmente esta
preciosa práctica, que hoy, por desgracia, se ha descuidado.
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