El gloriosísimo pontífice y mártir san Evaristo, fue griego de nacimiento, pero originario de Judea, pues su padre era un israelita llamado Judas, natural de Belén, que pasó a vivir a Grecia. Habiendo sido alumbrado Evaristo con la luz de la fe vino a Roma, y por sus loables costumbres y muchas letras fue recibido con grande aplauso entre el santo clero de la Iglesia romana, madre y maestra de todas las demás iglesias.
Por muerte del santo pontífice Anacleto coronado del martirio (glorioso
fin de todos aquellos primeros papas), fue san Evaristo por voz unánime colocado en la silla de
san Pedro.
No había entonces iglesias públicas, sino unos oratorios privados
dentro de casas particulares, donde se congregaban los cristianos para oír la
palabra de Dios y participar de los divinos misterios y sacramentos; se llamaban
aquellos oratorios títulos, porque sobre sus puertas se grababan unas cruces,
para distinguirlos de los lugares profanos llamados también con el nombre de
títulos, por las estatuas de los emperadores que había a sus puertas.
El
santo pontífice distribuyó dichos oratorios o títulos entre ciertos
presbíteros, para que cuidasen de ellos. Mandó también que, conforme a la
tradición apostólica, se celebrasen públicamente los matrimonios, y que los
desposados recibiesen en público la bendición de la Iglesia. Predicaba con
apostólico celo varias veces cada día, y enseñaba por sí mismo la doctrina de
Cristo a los niños y a los esclavos: y como se aumentase mucho el número de los
fieles, y creciese a la par el odio con que miraban los idólatras la pureza de
la ley evangélica tan opuesta a la corrupción de sus costumbres paganas, no cesaban
de sembrar contra los cristianos las más horribles calumnias, pintándolos como
hechiceros que con sus sortilegios encantaban a las gentes. De estas calumnias
y falsos rumores nacían muchas veces tumultos contra ellos en el circo, en el
anfiteatro, y en los juegos públicos, y cuando veían pasar por la calle algún
cristiano, gritaban desaforadamente: “¡Al malvado! ¡al facineroso! ¡al
hechicero!” En uno de estos motines populares fue hallado y apresado
nuestro santo pontífice en el año noveno de su pontificado; y aunque no se sabe
qué linaje de suplicio padeció, consta que en este día 26 de octubre alcanzó la
gloriosa corona de los mártires.
Reflexión: El emperador
Trajano, en cuyo tiempo padeció el martirio nuestro santo pontífice, se
gloriaba de ser más religioso y humano que los otros emperadores, y no publicó
nuevo edicto contra los cristianos: pero toleraba que el pueblo se amotinase
contra ellos y les persiguiese de muerte. También ha ocasionado algunas veces
semejantes desafueros la moderna tolerancia de los gobiernos liberales. Pero ¿qué es esa tolerancia que abandona en
manos de la gente más desgarrada y soez del pueblo a personas inocentes e
indefensas, sino un resabio de aquella antigua inhumanidad y barbarie?
Oración: ¡Oh Dios
omnipotente! Mira con ojos piadosos nuestra flaqueza, y ya que nos agrava el
peso de nuestras miserias, la intercesión de tu bienaventurado Evaristo, tu
mártir y pontífice, nos proteja y ampare. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
FLOS
SANCTORUM
DE
LA FAMILIA CRISTIANA
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