MADRE de CRISTO.
LETANÍAS Lauretanas:
Te in útero novem mentibus
portavi, et lac dedi et alui. 2.
Mach. 7.
Nueve meses te cargué en mi vientre,
te di leche y sustenté.
CONSIDERACION I.
En
muchas imágenes se representa a Jesucristo mamando a los pechos de su Madre Santísima
para demostrar que María es su verdadera Madre; la que puede decir a su hijo,
como la Madre de los Macabeos, “yo te cargué en mi
vientre nueve meses, te di leche y te alimenté”.
Por tanto, ser Madre de Cristo es lo mismo que ser Madre de misericordia pues a
la verdad, siendo Jesucristo verdadero Mesías, buen Pastor, misericordioso samaritano
y Salvador del mundo, los cuales predicados denotan suma misericordia; por esto mismo
también María como Madre de Cristo, participa de estos títulos de su Hijo, y se
puede llamar medianera y como Redentora del mundo.
CONSIDERACION II
El título de Madre de Cristo es verdaderamente
gloriosísimo porque contiene cierta suprema dignidad y excelencia que del hijo
redunda en la Madre; porque así como Cristo Rey de Reyes, es Señor del cielo y
de la tierra, así también la Madre Cristo se reverencia e invoca como
gloriosísima Reina y Señora del cielo y de la tierra. Por lo cual, si Betsabé se reputó gloriosa porque
fue Madre del Rey Salomon, es María incomparablemente Madre más gloriosa por
que parió al que es más que Salomon.
CONSIDERACION III.
A la verdad como ya dije, toda la gloria del Hijo también
cede en gloria de la Madre: y de aquí se sigue, que si Cristo es fuente de la
vida, también María como Madre suya es paraíso, como que en el nació la fuente.
Si Cristo es verdadera vid, María es también Viña fructífera. Si Cristo se
llama Ara de la gracia, también María se puede llamar Templo bendito. Gloríense
en hora buena las Madres de sus hijos; Sara de su obediente Isaac, Rebeca de su
fiel Jacob, Raquel de su casto José; pero María se puede gloriar inefablemente más de su Hijo
Jesucristo como que es la misma Santidad.
ORACIÓN
¡Oh María! gloriosísima Madre de nuestro
Salvador: ruegue que te acuerdes de aquellas palabras que tu Hijo Jesucristo
dijo en la Cruz al tiempo de morir, conviene a saber, cuando te encomendó a
Juan como Madre e igualmente a ti te encomendó a Juan como Hijo. De verdad que
todos con Juan deseamos ser tus hijos y tú sé propicia Madre a nosotros como a él.
A ti, o Madre de misericordia, nos acogemos los infelices hijos de Adán y de ti
imploramos auxilio en todas nuestras necesidades clamando.
Madre de Cristo, ruega
por nosotros.
P. FRANCISCO JAVIER DORNN
DEAN Y PREDICADOR DE PRIDBER
(1834).
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