I-AGONÍA EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS
Cuando Jesús bañado en sudor de sangre y
cayendo con el rostro en tierra, pide a su Padre alejar el cáliz, Él es
verdaderamente el Cordero de Dios que lleva
sobre sí el peso de los pecados del mundo. Por amor a su
Padre y a nosotros pecadores, tomó sobre sí nuestros pecados y por eso mismo
nos libró de ellos.
Que la Virgen nos obtenga entrever el
inmenso amor contenido en las palabras del consentimiento de Jesús: “Pater,
fiat voluntas tua”- “Padre, que se haga tu voluntad” (Lc.
22, 42). Que el pensamiento de un amor tan grande nos dé ánimo
y valor para luchar contra el pecado y conformar nuestra vida a nuestra fe.
II- FLAGELACIÓN
Después del consentimiento de la Agonía, he aquí
la aceptación siempre llena de amor, de los crudelísimos tormentos, que
siguieron a las condenaciones más injustas.
Que la Virgen nos obtenga vivir
en la fe del amor del Hijo de Dios, que
sufrió por nosotros una dolorisíma flagelación. Que seamos capaces de
mortificar nuestros sentimientos, y como lo dice el Apóstol, de reducirlos a servidumbre (1 Cor, 9, 27).
III- CORONACIÓN DE ESPINAS
Como si una prueba de amor tal como la
flagelación no bastase para alejarnos del pecado y merecernos la gracia, el
Hijo de Dios quiso someterse todavía a la coronación de espinas.
Que la Virgen María nos consiga ser
conmovidos por este misterio; que una humillación tal ofrecida por nosotros con
un corazón tan generoso nos mueva a practicar la humildad y la dulzura.
IV- LA CRUZ A CUESTAS CAMINO
AL CALVARIO
Vía Crucis. La Virgen María ha subido al camino de la
Cruz con su Hijo Jesucristo, ha contado las caídas, visto las magulladuras,
escuchado las blasfemias y las burlas. Que Ella nos haga entrever el amor
extraordinario que animaba al Hijo y que lo hizo capaz de llevar la cruz hasta
el fin.
Que la Virgen de la Compasión, tan valiente
y tan paciente, nos obtenga la fuerza, la paciencia y el valor. Confiémosle muy
particularmente los enfermos y los inválidos.
V- MUERTE EN LA CRUZ
Sacrificio
redentor
Et consummatum est
(todo está consumado)
significa que el amor misteriosos del Corazón de Jesús alcanza su último límite,
que una satisfacción infinita es en adelante ofrecida por nuestros pecados, que
la obra de la Redención está consumada. Puesto que todo está consumado, ¿Por
qué, pues, aún, antes de la sepultura, el episodio del lanzazo, que abre el corazón?
Este episodio es simbólico. La abertura del corazón por el lanzazo nos debe
hacer comprender que todo lo que Jesús ha hecho, todo lo que ha sufrido, es únicamente
por amor, y es por amor que nos ha dejado en la Eucaristía el memorial eficaz y
sacramental de la Pasión que nos salva. La efusión de la sangre y del agua
designa, en efecto, el don del sacrificio eucarístico y el nacimiento de la Santa
Iglesia.
Que la Virgen del Stabat nos obtenga penetrar siempre más adentro del misterio
inagotable del Sagrado Corazón.
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