María no ha pecado nunca: es
como impecable.
María,
concebida sin pecado,
inmaculada en su concepción, nacida
sin mancha, vivió sin mancha, y jamás cometió la menor falta, ni el más ligero
pecado venial. Tal es la creencia firme y la formal enseñanza
de la Iglesia: y así lo declaró el
santo Concilio de Trento. (Sess. VI. Can. XIII).
Exteriormente Dios alejaba de María las
ocasiones del pecado, é interiormente le sugería pensamientos santos y deseos
sublimes. Sólo se ocupaba de Dios. Su inteligencia estaba llena de luces, y su voluntad
de afectos celestiales.
Es menester convenir que por su dignidad de Madre de Dios bien merecía María
estos favores, y ser confirmada en la gracia y como impecable. Muchos Doctores han sostenido que María era absolutamente
impecable. Tal es la creencia de S. Buenaventura, de
Ricardo de San Víctor, de Marsilio y de muchos otros. La mayor
parte creen que María era cuando menos moralmente impecable, y por esta
impecabilidad moral entienden la certidumbre infalible que tenia de no pecar.
La
que estaba destinada a aplastar la cabeza de la serpiente, no podía caer en los
lazos del enemigo de los hombres…La que debía llevar en su seno al Salvador del
mundo, debía estar sin mancha.
TESOROS
de
CORNELIO Á LÁPIDE.
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