INSTAURARE OMNIA IN CHRISTO
Misterios gozosos
1º La Anunciación.
«Para llegar a Dios no
hay más que un camino: el de la humilde oración. No somos más que los
portadores de los dones que Dios ha puesto en nosotros», decía
San Pío X.
Jesús, el Hijo del Altísimo, se
encarnó en el seno de María. Dios obró grandes cosas en Ella porque vio la
humildad de su sierva. En cada comunión Dios viene a nosotros para obrar
grandes cosas, para llenarnos de su gracia y de sus dones.
Que la Virgen María
prepare nuestros corazones para hacer de ellos los portadores de Jesús.
2º La Visitación.
«He venido para servir,
no para que me sirvan. Soy el servidor de los servidores de Dios», decía
San Pío X.
La Virgen, que llevaba a Jesús en su
seno, «se levantó y fue apresuradamente a la
montaña» para ayudar a su prima santa Isabel. En cada comunión Dios
viene a nosotros para aumentar la caridad: amor de
Dios y amor del prójimo.
Que la Virgen María
prepare nuestros corazones para hacer de nosotros cada vez más los servidores
de los servidores de Dios.
3º El Nacimiento del Niño Jesús.
«La choza de Belén es una
escuela… Jesús ha querido nacer pobre para que cada uno, sin excepción, pueda
ir a Él, y por eso se mostró bajo aspecto de un niño», decía
San Pío X.
En cada comunión Jesús se presenta a
nosotros en la pobreza y la sencillez de una Hostia. Que
la Virgen María prepare nuestros corazones para que nos acerquemos a Jesús en
la Eucaristía lo más seguido posible y con la confianza de un niño.
4º La Presentación de Jesús en el
Templo.
«Estén siempre listos
para sacrificar constantemente todo lo que les pertenece, hasta la vida misma,
por la gloria de Dios y el triunfo de la Iglesia», decía
San Pío X.
El día de la Presentación de Jesús en
el Templo, Simeón predijo a María que una espada traspasaría su corazón. Así
María une al sacrificio de su Hijo el suyo. En cada comunión recibimos a Jesús
en su Sacrificio por nosotros.
Que la Virgen María
disponga nuestros corazones para saber sacrificar todo por Jesús.
5º El hallazgo del Niño Jesús en el
Templo.
«La comunión es el medio
más corto y seguro para ir al Paraíso», decía San Pío X.
José y María buscan a Jesús, y al cabo
de tres días lo hallan en el Templo. Cada día Jesús nos espera en la Iglesia,
en el Sagrario, en la Comunión.
Que la Virgen María nos
lleve a recurrir cada vez más a Jesús en la Eucaristía, ya que es el camino más
corto y más seguro para ir al Paraíso.
Misterios dolorosos
1º La oración de Jesús en el huerto de
los Olivos.
Nuestro Señor invita a San Pedro para
que lo acompañe en su agonía.
San Pío X, pastor de
una fe inquebrantable y de una exquisita caridad, acompañó a Nuestro Señor toda
su vida.
«Trabajemos
y suframos por amor a la Iglesia y por el honor de la Iglesia»,
le
gustaba repetir.
Oh Virgen María, haz que
trabajemos y suframos por el honor de la Iglesia, nuestra Madre.
2º La Flagelación.
El cuerpo de Nuestro Señor azotado es
la imagen de la Iglesia perseguida, ultrajada por la falsa doctrina.
«Dios,
cuya Providencia todo lo dispone, quiere que a la Iglesia nunca le falten
sufrimientos para que sea digna de su Esposo», decía San
Pío X.
Oh Madre Dolorosa, haz
que nuestros sufrimientos nos fortalezcan y nos hagan dignos hijos de la
Iglesia.
3º La Coronación de espinas.
Hombres sumidos en la más profunda
mentira e ignorancia coronan de espinas al Rey de reyes.
San Pío X comprendió
que para defender la verdad era necesario conocer, amar y sufrir junto a
Nuestro Señor. Escribió una y otra vez: «Estoy
dispuesto a sufrirlo todo para guardar el depósito que Cristo me ha confiado».
Oh Madre nuestra, haz
que amemos y suframos junto a Nuestro Señor para guardar la fe.
4º Jesús camino del Calvario.
Fue difícil transitar el camino de la
Cruz y, sin embargo, fue el más amado de todos los caminos de Nuestro Señor.
«No
tengo más que un camino una mira, el crucifijo», decía San Pío X, y eso es lo
que le permitió permanecer fiel a la misión doctrinal que Jesús le había
confiado.
Virgen María, haz que no
tengamos más que un camino y una aspiración: Jesús crucificado.
5º Crucifixión y muerte de Jesús.
«En la presencia y con la
mirada de María se consumó el divino sacrificio que nos redimió. Al recuerdo de
este sacrificio María recibe las oraciones de los que le rezan, y nos obtiene
de su Hijo el perdón de nuestras culpas».
Oh Virgen María,
concédenos la gracia de ser valerosos soldados cristianos para combatir por
nuestra fe bajo el estandarte de la Cruz.
Misterios gloriosos
1º La Resurrección.
«Llegó Jesús cerradas las puertas y se puso en medio de ellos y
dijo: ¡La paz sea con vosotros! Después dijo a Tomás: Trae tu dedo aquí y mira mis manos. Trae tu mano y métela en mi
costado, y no seas incrédulo, sino creyente. Le respondió Tomás: ¡Señor mío y Dios mío! Jesús le respondió: Porque has visto has creído. Bienaventurados los que creyeren
sin haber visto».
San
Pío X decía: «Sublime misión es la
nuestra, porque más allá de este mundo pasajero, ella apunta a los bienes inmortales;
ninguna frontera los encierra; nuestra misión ha de abarcar los intereses del
universo, asegurar el respeto de los preceptos evangélicos, extender por fin
toda nuestra solicitud no sólo a los fieles, sino también a todos los hombres
por quienes Cristo ha muerto».
Pidamos por la propagación de la fe: que
en todos lugares, y especialmente en nuestra patria, la Virgen María
reconquiste los gobiernos y los fortalezca para establecer un orden social
cristiano.
2º La Ascensión.
«A la vista de ellos fue elevado,
y una nube lo ocultó a sus ojos, y mientras tenían fijas sus miradas en El, que
se iba al cielo, dos varones con vestidos blancos se les presentaron y les
dijeron: Varones de Galilea, ¿qué estáis
mirando al cielo? Este Jesús, que de en medio de vosotros os ha sido arrebatado
al cielo, vendrá de la misma manera que le habéis visto ir al cielo».
«Tomemos valor de Aquel
que nos fortalece, dice San Pío X, y poniendo manos a la obra, sostenidos por la fortaleza divina,
declaramos que nuestra meta es restaurarlo todo en Cristo, para que Cristo sea
todo en todos».
Pidamos al Corazón
Inmaculado de María que restaure las familias en la gracia de su divino Hijo,
para que Cristo lo sea todo en todos.
3º Pentecostés.
«Al cumplirse el día de
Pentecostés, se les aparecieron unas lenguas repartidas como de fuego, que se
posaron sobre cada uno de ellos. Entonces todos fueron llenos del Espíritu
Santo».
«Los
apóstoles, nos dice San Pío X, llenos del Espíritu Santo,
salieron del Cenáculo para predicar al mundo el reinado de Cristo. Que
descienda igualmente sobre nosotros la virtud del mismo Espíritu, que Él
suavice todo lo duro, que Él encienda a las almas frías, y que Él vuelva a los
senderos rectos todo lo que se ha desviado».
Pidamos para que por
medio de las gracias del Espíritu Santo se restaure el apostolado de la
Iglesia.
4º La Asunción de María Santísima.
«Elevada
estoy cual cedro sobre el Líbano, y cual ciprés sobre el monte Sión».
Escuchemos a San
Pío X:
«La dulcísima Virgen,
que manifiestamente amó a esta Iglesia que Cristo adquirió con su sangre, hará
que no tengamos que esperar por largo tiempo los goces de la paz divina».
Pidamos la restauración
de la juventud, que vuelva a la esperanza y al deseo del cielo.
5º La Coronación de María Santísima.
«Una gran señal apareció
en el cielo: una Mujer revestida del sol y con la luna bajo sus pies, y en su
cabeza una corona de doce estrellas».
San Pío X
escribe: «María
vela por nosotros desde lo alto del cielo y trabaja, con inagotables oraciones,
por la Iglesia».
Roguemos por la
propagación de una verdadera devoción al Corazón Inmaculado de María: por María se restaurará todo en Cristo.
HOJITAS DE FE.
Seminario Internacional Nuestra Señora
Corredentora
Moreno, Pcia. de Buenos Aires
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