miércoles, 5 de septiembre de 2018

SUPRA MODÜM MATER ADMIRABILIS.






MADRE SOBRE MANERA ADMIRABLE.


 LETANÍAS Lauretanas:



Vocabitur nomen ejus admirabilis. Isai. 9.

Su nombre se llamará admirable.


CONSIDERACION I.


   Representémonos en la imaginación aquella admirable zarza que en otro tiempo vio Moisés lleno de pasmo, que ardía pero sin quemarse. A la verdad, por esta zarza se representa a María de quien predijo el Profeta, su nombre será admirable; y por esto María Santísima es justamente llamada por la iglesia Madre admirable como que todas sus prerrogativas son en gran manera admirables.

   María nació de Madre estéril: fue Madre pero sin Varón; fue Madre y juntamente Virgen: por ventura ¿puede haber cosa más admirable que esto? ¿No es esto lo mismo que arder y no quemarse?


CONSIDERACION II


   En otro tiempo vio el Rey Nabucodonosor un árbol maravilloso, tan alto que su cumbre tocaba el cielo, tan grueso que cabría toda la tierra. Las hojas eran bellísimas y de sus frutos comían todos: por este árbol se puede entender muy bien a María Santísima como que es Madre admirable por su grandeza y altura; porque en la sublimidad de gloria excede a todos los Ángeles y Santos. Admirable por su anchura, porque su misericordia se extiende por todo el orbe.

   Admirable en las hojas, esto es, en las gracias y privilegios: finalmente, admirable en los frutos, o lo que es lo mismo, en los méritos de sus virtudes.


CONSIDERACION III.


   Por tanto, así como María es en sí misma en gran manera admirable, así igualmente causa tales efectos que ninguno puede admirar bastantemente. Por esto se pintan los cuatro elementos postrados, en cierto modo a los pies de la Virgen Santísima, como prometiéndole obediencia. Si María lo manda, al punto se apaga el fuego, el agua corre serena entre sus límites, el aire sopla sin hacer daño, la tierra fructifica abundantemente, los enfermos sanan y también los muertos resucitan. ¿Y no son admirables estos efectos?


ORACION.


¡Oh María! ¡Madre verdaderamente admirable! Conviene a saber en gracias y privilegios, admirable en virtudes y méritos, y admirable en el cielo por la gloria que posees, admirable en la tierra por los beneficios que haces, admirable en tus devotos a quienes libras de peligros, consuelas en las aflicciones y principalmente en la hora de la muerte los confortas de tal manera que puedan resistir fuertemente a sus enemigos y vencer felizmente las diabólicas tentaciones. ¡Ah! ¡También a mi indignísimo devoto tuyo asísteme en la última agonía! ¡O María!

Madre Admirable, ruega por nosotros.





P. FRANCISCO JAVIER DORNN
DEAN Y PREDICADOR DE PRIDBER
(1834).   

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