MADRE SOBRE MANERA ADMIRABLE.
Vocabitur nomen ejus
admirabilis. Isai.
9.
Su
nombre se llamará admirable.
CONSIDERACION I.
Representémonos en la imaginación aquella admirable zarza que en otro
tiempo vio Moisés lleno de pasmo, que ardía pero sin quemarse. A la verdad, por
esta zarza se representa a María de quien predijo el Profeta, su nombre será admirable;
y
por esto María Santísima es justamente llamada por la iglesia Madre admirable
como
que todas sus prerrogativas son en gran manera admirables.
María nació de
Madre estéril: fue Madre pero sin Varón; fue Madre y juntamente Virgen: por
ventura ¿puede haber cosa más admirable
que esto? ¿No es esto lo mismo que arder y no quemarse?
CONSIDERACION II
En otro tiempo vio el Rey Nabucodonosor un árbol maravilloso, tan alto
que su cumbre tocaba el cielo, tan grueso que cabría toda la tierra. Las hojas
eran bellísimas y de sus frutos comían todos: por
este árbol se puede entender muy bien a María Santísima como que es Madre
admirable por su grandeza y altura; porque en la sublimidad de gloria excede a
todos los Ángeles y Santos. Admirable por su anchura, porque su misericordia se
extiende por todo el orbe.
Admirable en las
hojas, esto es, en las gracias y privilegios: finalmente, admirable en los frutos, o lo
que es lo mismo, en los méritos de sus virtudes.
CONSIDERACION III.
Por tanto, así como María es en sí misma en gran manera admirable, así
igualmente causa tales efectos que ninguno puede admirar bastantemente. Por
esto se pintan los cuatro elementos postrados, en cierto modo a los pies de la Virgen
Santísima, como prometiéndole obediencia. Si María
lo manda, al punto se apaga el fuego, el agua corre serena entre sus límites,
el aire sopla sin hacer daño, la tierra fructifica abundantemente, los enfermos
sanan y también los muertos resucitan. ¿Y
no son admirables estos efectos?
ORACION.
¡Oh
María! ¡Madre verdaderamente admirable! Conviene a saber
en gracias y privilegios, admirable en virtudes y méritos, y admirable en el
cielo por la gloria que posees, admirable en la tierra por los beneficios que
haces, admirable en tus devotos a quienes libras de peligros, consuelas en las
aflicciones y principalmente en la hora de la muerte los confortas de tal
manera que puedan resistir fuertemente a sus enemigos y vencer felizmente las
diabólicas tentaciones. ¡Ah!
¡También a mi indignísimo devoto tuyo asísteme en la última agonía! ¡O María!
Madre
Admirable, ruega por nosotros.
P. FRANCISCO JAVIER DORNN
DEAN Y PREDICADOR DE PRIDBER
(1834).
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