1. ° María entra en el
Templo.
—
Ya ha sido purificada y ya es considerada digna de
entrar en el Templo. ¡Con qué respeto y devoción
entraría en él!
—
Sabía que era el lugar de la oración, donde Dios se comunica con las almas...,
la morada del Señor, aunque allí sólo estaba en símbolo y figura... y, no
obstante, María reverencia y admira aquel Templo donde residía la majestad de
Dios más que en parte alguna... ¿Qué hubiera hecho
si hubiera entrado en nuestros templos?... ¡Qué lección para tus faltas de respeto
tan frecuentes en el santo lugar! Al entrar
Ella, con su Hijo en los brazos, santificó aquel lugar.
—
Nosotros vamos al Templo a santificarnos... Ella
fue con su Hijo a santificar el mismo Templo.
¡Qué recuerdos
para Ella!; en aquel mismo Templo fue
presentada por sus padres a los tres años..., allí había pasado los primeros
años de su niñez..., allí había hecho después de muchos ratos de oración su
voto de virginidad al Señor... ¡Cuántas cosas decía
aquel Templo a María!
Y a ti, ¿nada
te dice? ¿No recuerdas las gracias..., los sacramentos..., las
inspiraciones..., las comuniones que en el Templo recibes?... ¿Te olvidas de
que ante la imagen de la Virgen has recibido tantas manifestaciones del amor
que Ella te tiene?
—
Ama, ama mucho el Templo: debe ser
para ti el lugar más deseado de todos...; en ninguna parte has encontrado a
Dios como allí.
—
Ten, sí, mucho amor al Templo... y al mismo
tiempo reveréncialo.
—
No consientas en ti cosa que desdiga de la
santidad de él...
2. ° Sacrificio de María.
—
Pero, sobre todo, el Templo es el lugar por
excelencia del sacrificio, y allí va María a ofrecer al Señor el más hermoso y
más penoso de los sacrificios...
Según la Ley, se
habían de ofrecer al Señor, todos los hijos primogénitos y rescatarlos mediante
la limosna de cinco siclos de plata.
—
Jesús y María no se creen libres de esta Ley y
pasan por su cumplimiento.
—
Jesús es presentado al Eterno Padre y rescatado por
su Madre... ¡Qué sencillez y qué hermosura
en este misterio tan sublime!
—Pero
misterio todo él de sacrificio...; no lo olvides, el sacrificio es inseparable de
Jesús..., el Niño se ofrece voluntariamente a su Padre como víctima de
expiación... Hoy repetiría las palabras del Salmo: «no te agradaron los sacrificios de animales y por eso vengo yo,
aquí me tienes».
Mas este sacrificio, no lo hace El solo..., con Él está su Madre, y es Ella la que le presenta al
Eterno Padre para el sacrificio.
Recuerda el sacrificio de Abraham dispuesto
a inmolar a su hijo, por cumplir la voluntad de Dios.
—
Dicen algunos, que esta orden se dio al padre y no a la madre, porque hubiera sido
incapaz de hacer ella misma este sacrificio... Pues bien, aquí es la Madre la que conscientemente..., dándose
cuenta perfecta de lo que hacía..., Comprendiendo todo el significado y el
alcance de esta ceremonia... ofrece a su Hijo para un sacrificio que más tarde
se había de consumar. Este es el ofertorio de aquella primera Misa que Cristo
dijo en la Cruz. ¡Cuántas veces en aquel día
de su pasión y muerte se acordaría la Santísima Virgen de este día y de este
momento!...
¡Qué bien aceptó el Padre Eterno este
ofrecimiento y cómo no se contentó, como en el caso de Abraham, con la
intención, sino que exigió su cumplimiento exacto hasta lo último!... ¡Qué
generosidad y qué amor por parte de María y de Jesús!
Dales gracias por este ofrecimiento, pues a
él debemos nuestra salvación.
—
Ofrécete tú también al sacrificio, sea el que
sea..., ofrécete como víctima de expiación y de amor... y alégrate si el Señor
se digna aceptarte este ofrecimiento y quiere que te consumas sacrificándote.
—Ten mucha generosidad en
prometer y luego en cumplir lo que prometes, como María y Jesús...
3. ° La Mediación de María.
—
Mira en este misterio una confirmación de la mediación universal de María.
—
Jesús tomó carne humana en el seno de María.
—
En la Cruz será inmolado en unión de María, que
estará junto a ella.
—
En la presentación hay algo más..., quiere Jesús
que María le lleve y que Ella misma, en el Templo, le ofrezca al sacrificio.
—
Es decir, que aquí aparece la Santísima Virgen
como el sacerdote que toma la hostia en sus manos para sacrificarla. Ella es el
altar del sacrificio, donde se inmola su propio Hijo...; su corazón y sus brazos
son el ara donde se consume la víctima...
¡Qué grande y magnífica es esta cooperación de
María a la obra de la Redención! ¡Qué confianza no debe inspirarnos, pues así
la veremos unida con Dios y en la obra más grande de Dios que es la Redención!
Imítala en sacrificarte
en tu corazón... y en ese altar inmola todo lo que la desagrade, para que así
no haya nada desordenado en él...
4. ° El Rescate de Jesús.
—
Por último, piensa que la última parte de la ceremonia, era el rescate. Jesús es rescatado por su Madre, pero no para Ella..., no
para gozar de su hijo..., sino para criarle y conducirle como siervo y esclavo
nuestro..., que por nosotros algún día daría la vida.
—
Esto es, que en ningún momento podemos ver ni mezcla de egoísmo en lo que hacen
la Santísima Virgen y su Hijo..., sino amor puro y
desinteresado, que no mira para sí, sino para los demás...
Ya sabía Ella que todos
los trabajos que en su crianza había de pasar, no serían en bien propio, sino
para nosotros... y, no obstante, se ofrece al trabajo, para darnos a nosotros
este bien.
—
¡Qué gratitud hacia Jesús y hacia María!, y
¡qué enseñanzas para tu egoísmo, que siempre se mezcla en todas tus acciones! Buscar a Dios y al prójimo y nunca a ti mismo. Este debe de ser
tu ideal...
“MEDITACIONES
SOBRE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA”.
ILDEFONSO RODRÍGUEZ VILLAR— 1940.
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