Este paso es la primera prueba de la profecía de Simeón.
—
Pasan Pocos días, quizá pocas horas, y ya Jesús aparece públicamente como señal
de contradicción... Herodes le busca para la
muerte.
—
La espada de dolor se clava en el corazón de María,
causándola tormentos indecibles... Meditemos en este paso...
1. ° Herodes.
—
¿Quién era? Un tirano cruelísimo, célebre
por las matanzas que hizo... sólo en su familia, a su esposa, a dos de sus hijos...,
y a dos tíos suyos... y cinco días antes de morir, cuando estaba roído de
gusanos, hace matar a otro tercer hijo.
—
Es un ejemplo claro de lo que es un alma víctima de una pasión... Herodes era esclavo de su ambición... y todo le parecía
poco para conservar su corona y sostenerse en su trono.
— Apenas oye que ha nacido un Niño Rey, concibe en seguida la idea de
matarlo, y al verse burlado de los Magos, da la
orden espantosa de matar a todos los niños menores de dos años.
Escucha los gritos y
lamentos de aquellas mujeres..., imagínate las escenas de dolor y de rabia y
desesperación que tendrían lugar, al llevarse a cabo esta orden por los soldados
de Herodes...; mira la sangre de aquellos niños inocentes... y corre a ver la
angustia y sobresalto de María.
—
¡Cómo estrecharía Ella contra su corazón como si
quisiera guardarlo y esconderlo en él a su Niño querido!..., sobre todo cuando oyera los gritos de otras madres y
viera que la matanza ya había empezado... ¿Quién
podría comprender las horas de angustia que pasaría su corazón?
Pues bien, piensa ante este espectáculo de
sangre y de dolor lo que es una pasión..., hasta dónde puede llegar..., qué
efectos más lamentables y espantosos puede producir.
— ¡Qué mala es una pasión que se desborda!..., ciega por completo y arrastra al
precipicio..., hace que se tema lo que no hay que temer, y que no se tema lo
que se debe.
Mira a Herodes cómo teme a un Niño pequeñito
y pobre, y no teme la crueldad y el pecado que comete.
— La
pasión empuja al hombre a todo, hasta el crimen, y nunca se detiene, ni dice
jamás basta.
—
Además, cuando se satisface, no consigue nada, no nos da nada..., ni dicha, ni felicidad.
—
¿Qué consiguió Herodes con esta orden?...
Piensa bien en esto, en
lo infructuosa que es siempre la pasión, y, sin embargo, cómo nos dejamos
fácilmente arrastrar por ella.
—
Examina si alguna quiere desbordarse en tu alma, y sujétala
bien..., domínala para que ella no te domine a ti...
2. ° Los niños.
—
Qué simpáticos y atrayentes aparecen estos niños, primicias
de los mártires...; humanamente hablando, son dignos de lástima, pero mirados
con ojos de fe, qué dichosos son. Apenas nacen, y ya son santos. —
La Iglesia
los canoniza y celebra su fiesta en los días de Navidad.
—
Son almas inocentes que gozan en el Cielo de todos
los premios concedidos a la inocencia..., a la virginidad... y al martirio.
En un momento, la espada del tirano segó sus
vidas, pero Dios les dio otra mucho mejor que nadie se la podrá quitar... y
todo ¿por qué?... Porque murieron por Jesús..., en sustitución de Jesús..., por
causa de Jesús..., esa es la razón de su dicha, como es la razón de toda
felicidad.
— Trabajar..., sufrir..., sacrificarse... y hasta morir por
Jesús..., he ahí lo único grande..., lo único que puede hacernos felices ahora
y siempre.
¿Qué hubiera sido de estos niños si no
hubieran muerto por Jesús?...
Ni hubieran sido
santos..., ni glorificados con ninguna corona... Probablemente obreros...,
pastores..., soldados.... quizá verdugos de los que tomaron parte en la Pasión
de Jesús..., eso hubieran sido..., pero, en realidad, mira lo que son, sólo por
acercarse a Jesús... y a la Santísima Virgen. ¡Cómo les miraría Ella! ¿No guardaría en su corazón un recuerdo y un cariño, y un
agradecimiento especial, hacia aquellas víctimas que morían por su Hijo?... ¡Cómo olvidarse nunca de ellos!
Óyelo bien y grábalo
profundamente en tu corazón... Si quieres que la Virgen te recuerde y nunca te
olvide, y Jesús te premie..., acércate a Él, ámale y sufre y sacrifícate por
Él...
3. ° El Niño Jesús.
— Aquí
nos enseña Jesús cómo los planes de los hombres son nada ante su poder y sabiduría...,
cómo inutiliza todo lo que Herodes concibe y ordena.
Además nos enseña, al
rodear su cuna de lamentos y gritos de dolor de los niños inocentes, que la
mortificación es inseparable de su vida... y que todos, aún los mismos
inocentes, deben ir por ese camino..., de suerte que la misma inocencia debe ir
acompañada de la penitencia.
Mira, cómo todo cambia en un momento; lo que
era dolores y desgracias, se cambia en alegría y gloria. El siempre triunfa,
aunque sea perseguido... ¿Quién no se anima a seguirle,
pues vemos en sus manos pequeñitas el poder para jugar con el destino de los
hombres aunque sean perversos?
Termina pidiendo a la
Santísima Virgen luz para reconocer tus pasiones... y fuerzas y energías para
dominarlas..., no para matarlas, que las pasiones pueden ser muy buenas.
— Mira
el ejemplo de Herodes..., con qué decisión obra y se lanza a todo..., cómo no
retrocede ante nada... si esto lo hubiera hecho por lo bueno, ¡qué santo no hubiera sido!
— Nadie más apasionado que
Jesús y María... Procura lanzar hacia ellos tus pasiones, y así ámalos con
pasión..., con locura..., con ambición..., con santa envidia de los demás... y verás
qué fácilmente vences las dificultades que se encuentran en el camino de la
santidad...
“MEDITACIONES
SOBRE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA”.
ILDEFONSO RODRÍGUEZ VILLAR— 1940.
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