1.° Importancia de esta vida.
— Es una vida aparentemente ordinaria...,
oculta..., sin valor alguno.
— No hay nada en ella que llame
la atención externa de los demás.
— Pasa desapercibida para todos
los vecinos de Nazaret.
— No
busques lo ruidoso..., lo llamativo..., lo que dé que hablar. La oscuridad, el
silencio..., lo vulgar, es lo que acompaña a esta vida... y, sin embargo, piensa
que Nazaret es la escuela de la santidad..., es la casita de Nazaret el taller
donde se forman las virtudes todas..., es lo más grande y hermoso que existe en
la tierra a los ojos de Dios.
— Todos
los santos han ido a Nazaret a aprender estas lecciones y no es posible vivir
vida de perfección, sin estudiarlas o imitarlas.
Por otra parte, es la vida más larga de
Jesús. Él es nuestro Maestro y nuestro Modelo... pero de Maestro sólo estuvo
tres años... y ¡treinta! De Modelo.
— Más quiso enseñar con su vida
práctica que con su predicación.
Nada, pues, te debe ser más familiar y
conocido que la vida de Nazaret...; allí has de encontrar la solución de todo y
para todo.
—Pregúntate
y examínate si así lo haces..., si te acuerdas mucho de la vida oculta de
Nazaret..., si has logrado que te enamore..., si, en fin, piensas todos los
días, y muchas veces en ellos, en la vida de fervor que reinaba en aquella
casita...
2.° Vida de orden.
— Esto es lo primero que se ha de
considerar: el orden que reinaba en aquella
Familia.
— Contempla
a la Santísima Virgen modelo de orden..., a San José le tocaba ganar el pan con
el sudor de su trabajo... pero a la Madre le correspondía el dirigirlo y ordenarlo
todo... y ¡qué admirablemente lo hacía!
El orden consiste en que cada cosa ocupe su
puesto, y todas las acciones se hagan reglamentadas y sujetas a un fin... No es
orden guiarse por el gusto o disgusto, sino hacerlo todo a su debido tiempo,
con placer o con fatiga..., cuando agrada o cuando desagrada... atendiendo sólo
a lo que se debe.
— Si
sigues tus inclinaciones y te guías por tus impresiones, un día tendrás gran
fervor..., tendrás ganas de todo y lo harás todo muy bien... otro día, si te
falta esa sensibilidad, no tendrás ganas y no harás nada... o lo harás todo mal
y de mala gana... ¿No te ocurre esto con
frecuencia?... Mira el ejemplo de la
Santísima Virgen y contémplala, víctima de su deber... cumpliendo con perfecta
exactitud en todo momento, sea lo que sea...
3.° La constancia.
— De aquí se deduce la necesidad
de la virtud de la constancia o de la perseverancia..., que es consecuencia de
lo anterior. La inconstancia brota precisamente de
la falta de orden..., de no cumplir con lo ordenado y reglamentado. ¿No tienes el convencimiento de que la constancia es el
elemento esencial del amor?... ¿Que un amor de días..., de temporada..., cuando
tenemos gusto..., eso no es amor?
Pues mira cómo te encuentras en punto a
constancia, y verás cómo va tu amor... y comprenderás que tu constancia
dependerá de tu orden y de tu reglamento, que debes cumplir con fidelidad...
4.° La rutina.
— Sin embargo, hay que evitar una
dificultad... Si la falta de orden engendra la inconstancia, el obrar siempre
con él, puede producir la rutina..., esto es, el
hacer las cosas por costumbre..., mecánicamente..., maquinalmente... y esto
lleva a la indiferencia..., a la tibieza espiritual, porque se hacen las cosas
sin gusto y sin provecho.
No confundas, por tanto, el orden con la
rutina..., el reglamento con la
costumbre mecánica.
— ¡Cuánto
aprovecharías, si lo que haces porque tienes que hacerlo, según tu reglamento,
lo hicieras con verdadero fervor!
— La rutina, es la polilla de la
vida espiritual.
— Todo lo echa a perder..., gran
parte del valor y a veces todo el valor de tus obras se evapora por la maldita
rutina.
Mira a la Virgen en Nazaret...: orden,
método, reglamento, con gran
exactitud, con
perfecta constancia, pero sin rutina de ninguna clase. ¿Por qué? Porque todo lo hacía en presencia de Jesús.
— La
presencia de Dios..., la presencia de María..., son el gran remedio para
combatir la rutina.
5.° Ventajas.
— Pondera brevemente las inmensas
ventajas del orden.
— «Guarda el orden y el orden te guardará a
ti», decía San Agustín.
— Por tanto, toda tu vida
espiritual, dependerá de ese orden y método de tus cosas.
— Además, en la vida de orden, se
ejercitan, sin querer, las más hermosas virtudes: la
obediencia, no haciendo tu voluntad, sino lo ordenado y dispuesto...; la
humildad, porque el amor propio se resiste a entrar por el aro del orden...; la
vida de esclavitud, porque obras sin libertad, siendo esclavo de tu deber
ordenado..., y, finalmente, la mortificación y penitencia, pues es la mayor de
todas...
Recuerda lo de San Juan Berchmans: «la vida común (esto es, la del orden y del reglamento), ésa es mi mayor
penitencia», y como premio de la vida de
constancia y perseverancia..., la vida del verdadero amor.
Mira ante el ejemplo de María cuánto tienes
que hacer en esta materia...; pídela te dé a conocer su enorme importancia, y
la gracia de imitarla con esa exactitud ordenada de Nazaret, que convierte la
vida ordinaria y vulgar, en fuente de gran santidad.
“MEDITACIONES SOBRE LA
SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA”.
ILDEFONSO RODRÍGUEZ VILLAR— 1940.
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