“Cuando un parecer es de algún modo honroso para la
Virgen Santísima, y tiene algún fundamento, y no esta en pugna con las verdades
de fe y los decretos de la Iglesia, ni con la verdad ciertamente conocida, el
no aceptarla o impugnarla, denota poca devoción a la Madre de Dios. No quiero
yo ser del número de estos pocos devotos, ni quisiera ver entre ellos a mis
lectores; antes bien, querría fuésemos todos del número de los que todo cuanto
sin error se puede creer de las grandezas de la Virgen, todo llana y firmemente
le creen, lo cual es una de las cosas más agradables a María”.
San Alfonso María de Ligorio.
SÍMBOLO MARIANO
—Creo que la Santísima Virgen
fue predestinada desde la eternidad, no a la gracia y a
la gloria principalmente, como
los demás hombres, sino que fue predestinada principalmente para ser la Madre del
Redentor y Corredentora del género humano.
—Creo, por
consiguiente, que se ha de decir de la Santísima Virgen lo que se dice de
Jesucristo, aunque en menor grado y con subordinación a Él.
—Creo, con San Bernardo, que “por María fueron inspiradas las Sagradas
Escrituras y de María nos hablan todas ellas; que por María fue creado el
mundo, y porque María fue llena de gracia, por Ella bajó del cielo la majestad
de Dios y por Ella es exaltado el hombre hasta los cielos”.
—Creo que María es verdadera
y propiamente Madre de Dios, dignidad infinita en su género,
porque no cabe otra más excelente en pura criatura.
—Creo que fue concebida sin
mancha de pecado original, ni tuvo jamás pecado personal alguno, ni aun sombra
de pecado.
—Creo que fue siempre
Virgen, antes del parto, en el parto y después del parto.
—Creo en su gloriosa
Asunción a los cielos en cuerpo y alma.
—Creo que la Virgen
Santísima redimió al género humano en colaboración
esencial con su Hijo, por
lo que merece con toda verdad y propiedad el título de Corredentora.
—Creo que, por esta su colaboración a la Redención fue constituida por Dios
Tesorera y Dispensadora de todas las gracias que se dispensarán a
los hombres hasta el fin de los siglos.
—Creo, por
tanto, que
la gracia de la perseverancia final o buena muerte, como las demás, nos viene por las manos de la Santísima
Virgen.
—Creo que la devoción a la Santísima Virgen es moralmente necesaria
para salvarnos.
—Creo que no sólo
el ser devoto
de la Santísima Virgen es señal de predestinación, sino que “haber
recibido, a lo menos, la gracia de pensar con frecuencia y con dulzura en María
es una gran señal de merecer el cielo”.
—Creo que María es nuestra Madre, porque de su libre consentimiento
dependió la Encarnación y la muerte de su Hijo, nuestra vida.
—Creo que la Santísima Virgen nos ama a todos y a
cada uno con amor inmenso, del
que no es ni sombra el amor de todas las madres juntas a sus hijos.
—Creo que la Santísima
Virgen es la Reina del Universo, a cuya voluntad obedecen todos y todo en los
cielos, en la tierra y en los abismos.
—Creo que la Santísima
Virgen es abogada y refugio y única esperanza de los pecadores.
—Creo que no
hay pecador tan lleno de crímenes que, si a Ella se encomienda, no alcance el perdón y el cielo.
—Creo que la Santísima
Virgen se ofende, no solo de los que la injurian, sino de los que no se
encomiendan a Ella y confían totalmente en su patrocinio.
—Creo que es tan benigna
y poderosa que “aún al diablo sacaría del infierno y llevaría de nuevo a la gloria si,
humillándose, pidiera perdón a Dios e implorase la ayuda de María”, lo que, sin
embargo, por Soberbia no hará jamás.
—Creo que con
San Alfonso de Ligorio, que “sólo con que
tengamos la dicha de morir delante de una imagen de María pronunciando su
nombre o pidiéndole misericordia iremos ciertamente al cielo”.
—Creo que la verdadera devoción
a la Santísima Virgen consiste en imitar sus virtudes y ejemplos.
—Creo, sin
embargo, que
aun la devoción imperfecta del pecador, que la honra constantemente con algún obsequio,
aunque sea pequeño, no se perderá eternamente.
—Creo que, siendo Ella
nuestra vida y el camino seguro para ir a Cristo, quien no profesa una devoción
singular a María carece de vida espiritual.
—Creo que no hay pecador o impío por obstinado que se halle, que, si pronuncia
con respeto y devoción el nombre de María, no alcance la gracia de la conversión.
—Creo que delante de Dios
tiene más eficacia un suspiro de la Santísima Virgen que todas las oraciones de
los Ángeles, bienaventurados y hombres juntos.
—Creo, en
fin, que la
Santísima Virgen alivia y favorece de modo especial en el purgatorio a las
almas que le fueron en esta vida particularmente devotas.
Sí La Virgen María intercede por las Ánimas del Purgatorio consolándolas de los terribles tormentos que tienen , ellas son muy queridas por Nuestra Señora y por Nuestro Señor, pero
ResponderEliminarcumplen el castigo que se debe a la Justicia Divina.
Debemos al final de cada Misterio del Santo Rosario decir la jaculatoria de Fátima que dice así: Oh Jesús Mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno , y lleva al cielo a todas las almas especialmente a las más necesitadas de tu Infinita MIsericordia. Amén