Una narración completa de las Apariciones de Fátima.
Contada por el Padre John de Marchi, I.M.C.
Capítulo XIV La misión de Lucía (Parte II).
Cuando ella describió la devoción a un
cierto sacerdote, él respondió que Nuestra Señora había empleado más o menos
las mismas palabras que Nuestro Señor usaba cuando hizo sus promesas a Santa
Margarita María acerca de los Nueve Primeros Viernes. Lucía apenas sonrió, diciendo, ¿“Puedo yo decir a la Santísima
Virgen cómo expresarse”?
A Lucía no se le había
concedido aún permiso de revelar todo lo que Nuestra Señora le había dicho
en la Cova da Iría. Sin embargo, tuvo permiso de
revelar la necesidad de reparación y la devoción de los Primeros Sábados. Fue
en 1927, mientras estaba rezando en la capilla conventual de Tuy España, donde
estaba destinada, que recibió permiso del Cielo de revelar las primeras dos
partes del Secreto: la visión del Infierno y la
urgente necesidad de devoción al Inmaculado Corazón de María.
“Habéis visto el infierno, a dónde van las
almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el
mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón…vendré a pedir la consagración de
Rusia a Mi Inmaculado Corazón”. (Desde el tiempo en que este libro fue publicado por primera vez en
1947, investigación importante se ha hecho por una variedad de eruditos de
Fátima, en especial por el Padre Joaquín María Alonso, el investigador de
Fátima más conocedor que tuvo acceso directo a Sor Lucía para resolver
cualesquier pretendidas contradicciones. Por el bien de la claridad y
precisión, algunos detalles del libro del Padre de Marchi han sido redactados a
partir del fin del próximo párrafo de este capítulo).
Lucía informó a sus confesores, a su madre Provincial,
al Obispo de Leiria y al Reverendo José Galamba. (La tercera parte del Secreto
revelada a los tres pastorcitos en la Cova da Iría el 13 de julio de 1917, fue
puesto por escrito por Sor Lucía el 9 de enero de 1944.) (De acuerdo con instrucciones dadas por Nuestra Señora en
una visión el 2 de enero de 1944, Lucía lo puso a papel. Se selló y por orden
del Obispo de Leiria fue colocado en sus archivos diocesanos. Permaneció allá
hasta inicios de 1957 cuando fue encomendado al Vaticano).
Dos años más tarde, en 1929, Nuestra Señora se apareció otra vez a Lucía mientras rezaba
en la capilla en Tuy. Fue el momento escogido por Nuestra Señora de pedir el cumplimiento de su petición anterior: “vendré
a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón…Si atendieran mis
peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz”. Nuestra
Señora explicó que esta consagración tiene que ser hecha por el Santo Padre en
unión con todos los obispos del mundo.
Lucía dio a conocer esta petición a sus confesores. Uno
de ellos, el P. Francisco Rodrigues, S.J. le instruyó
ponerlo por escrito. Mostró esta carta al Obispo y le dio todos
los detalles. El Padre Rodrigues también lo trajo a la
atención del Santo Padre. Dos
años pasaron y nada se realizó.
En el verano de 1931, Sor Lucía fue mandada por su superiora religiosa a Rianjo, una
aldea marítima en España. Mientras allá, en la capilla de Nuestra Señora de
Guadalupe ella rezó por la conversión de Rusia, España y Portugal. Sor Lucía describió en una carta a su obispo lo que sucedió. A
finales de agosto de 1931 escribió:
“Señor Obispo: mi confesor me
manda que participe a V. Ex.cia lo que hace poco pasó entre mí y Nuestro Buen
Dios: pidiendo a Dios la conversión de Rusia, de España y Portugal, me pareció
que su Divina Majestad me dijo: ‘me consuelas mucho pidiéndome la conversión de esas
pobres naciones. Pide también a mi Madre, diciendo muchas veces: Dulce Corazón
de María, sed la salvación de Rusia, de España y de Portugal, de Europa y del
mundo entero. Y otras veces: por vuestra pura e Inmaculada Concepción, oh
María, alcanzadme la conversión de Rusia, de España, de Portugal, de Europa y
del mundo entero’.
“‘Participa a mis ministros que, en vista de
seguir el ejemplo del Rey de Francia, (Los Reyes de Francia durante 100 años no
obedecieron el mandato dado por Jesús en 1689 de consagrar Francia al Sagrado
Corazón, y a consecuencia de eso el Rey de Francia y sus ministros fueron
asesinados por los Revolucionarios franceses y el Reino de Terror entre 1789 y
1794.) en la dilación de la ejecución de mi petición, también lo
han de seguir en la aflicción. Nunca será tarde para recurrir a Jesús y a
María’”. (Citado
textualmente del Rvdo. Dr. Joaquín María Alonso C.M.F., Fátima ante la Esfinge,
Graf. Dehon- Conmar, 2325, Torrejón de Ardoz, 1979, pág. 97).
Pasaron años. El Papa rogaba por la paz. Luego, en marzo
de 1938, Alemania invadió Austria y se preparaba para la Segunda Guerra
Mundial, que estalló en septiembre de 1939, seis meses después del
fallecimiento de Pío XI. El Padre Jongen preguntó a Lucía si Nuestra Señora
había mencionado el nombre del Papa:
¿“¿Pronunció
Nuestra Señora, de hecho, el nombre de Pío XI”?
“Sí. No sabíamos, entonces, si era un Papa o un rey, pero Nuestra Señora
habló de Pío XI”.
¡“Pero la
guerra no comenzó en el tiempo de Pío XI”!
“La anexión de Austria fue el pretexto para ella. Cuando se concluyó el
cardo de Múnich, las hermanas se llenaron de júbilo, porque la paz estaba salvada.
¡Yo sabía más que ellas, tristemente”!
Fue “la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus
crímenes…”
– Lucía explicó así las luces extraordinarias
que aparecieron en los cielos del mundo en 1938.
“Dios manifestó esa señal… – continuó ella – Dios se sirvió de
eso para hacerme comprender que su justicia estaba presta a descargar el golpe
sobre las naciones culpables…”
Pero el sacerdote replicó: “Los astrónomos dicen que fue una simple aurora boreal.
¿Por qué escribió en uno de sus relatos?: ‘No
sé. Pero me parece a mí que, si lo examinaran bien, verían que no fue ni podría
ser, por la forma en que se presentó, tal aurora. Pero sea lo que sea.’ ¿Por qué dijo esto”?
“Juzgo que es así”. ( Sebastião Martins dos
Reis, A Vidente de Fátima Dialoga e responde pelas Aparições, Tipografia
Editorial Franciscana, Braga, 1970, págs.71-72 Los científicos lo llamaron una
aurora boreal porque no tenían otras palabras para describirlo, y por eso es
que Lucía dijo que tuviesen que investigarlo más. Astrónomos y escépticos lo
descartaron como una mera aurora boreal, aunque su carácter era notablemente
sin precedentes. Como se explica en el libro, The Secrets of Fatima: Esta
aurora apareció tan al sur como en Galicia, España, donde Sor Lucía estaba
entonces claustrada, y ella, la única sobreviviente de los tres pastorcitos de
Fátima, lo reconoció inmediatamente como la señal. Visible hasta a Pio XI en
Roma, la aurora boreal sin precedentes fue acompañada por un sonido
‘crepitante’, posiblemente atribuible a descargas de energía atmosférica. Con
efecto, en muchas partes de Europa, el pánico estalló; porque la gente concluyó
que el mundo estuviese en llamas y que el Fin había llegado.” The New York
Times el 26 de enero de 1938, publicó lo siguiente: “Londres, el 25 de enero de
1938. La Aurora Boreal raramente vista en Europa meridional u occidental
difundió susto en partes de Portugal y en el sur de Austria anoche y provocó
miles de británicos a correr a las calles en admiración. El brillo rubicundo
llevó mucha gente a pensar que la mitad de la ciudad estaba en llamas. El
cuerpo de bomberos de Windsor fue llamado a responder porque se pensó que el
Castillo de Windsor estuviese ardiente. Las luces fueron claramente visibles en
Italia, España y hasta en Gibraltar. El brillo que bañaba las cumbres de
montañas cubiertas de nieve en Austria y Suiza era una visión hermosa, pero
bomberos se desplegaron para ahuyentar fuegos inexistentes. Aldeanos
portugueses se precipitaron de sus casas temiendo el fin del mundo”. Finalmente: sucedió precisamente esa misma
noche un acontecimiento en Rusia que era directamente responsable para el
inicio de la II Guerra Mundial y está detallado aquí:
http://www.fatima.org/span/essentials/ whatucando/sp_prophecyourtime.pdf ).
Mientras tanto la II Guerra Mundial estalló a través de Europa amenazando sumergir a todo el
mundo en la guerra.
En 1940, Lucía escribió otra
vez al Obispo de Leiria expresando su pesar porque la consagración aún no se
había llevado a cabo. “Si el mundo conociese el momento de la gracia que le es
concedido, e hiciese penitencia”. Después de eso, escribió directamente al Papa Pio XII por orden de sus directores espirituales. Lucía esta vez escribió lo que su director le había instruido. Pidió la consagración del mundo al Inmaculado
Corazón de María con una
mención especial de Rusia.
El Papa deliberó larga y piadosamente esta
petición. En 1942, ambos el clero y
el pueblo de Portugal celebraron el aniversario de plata de las apariciones de
Fátima. El último día de octubre del mismo año, los obispos se reunieron en la
Catedral de Lisboa para juntarse con el Santo Padre.
Ese día, el Papa consagró la Iglesia y el
mundo al Inmaculado Corazón de María, haciendo referencia oblicuamente al
pueblo de Rusia (pero no al país por
nombre) con estas palabras. “Extended
vuestra protección…a los pueblos que por el error o por la discordia están
separados, a saber, a aquellos que profesan por Vosotros singular devoción,
donde no había casa que no ostentase vuestro venerable ícono (hoy tal vez
escondido y reservado para mejores días), dadles la paz y reconducidlos al
único aprisco de Cristo, bajo el único y verdadero Pastor...” (DISCORSI E RADIOMESSAGGI DI
SUA SANTITÀ PIO XII, vol. IV, Quarto Anno di Pontificado, 2 Marzo 1942 – 1º
Marzo 1943, Tipografia Poliglotta Vaticana, pág. 261. Cf. P. António Maria
Martins, Fátima e o Coração de Maria, Editorial Francisca, Braga, 1985, pág. 91)
Seis semanas después, en la Basílica de San
Pedro en Roma, durante la Fiesta de la
Inmaculada Concepción y en presencia de 40.000
peregrinos, el Santo Padre repitió
la consagración. Era un suceso decisivo en la historia del mundo, y
ocasionó un pronto cese de la II Guerra Mundial. Sin embargo, no
era la consagración que Nuestra Señora había pedido, y por eso no resultó en la
conversión de Rusia ni la paz duradera que Ella nos prometió.
En la primavera de 1943, Nuestro Santísimo Señor se apareció a Lucía para
expresar la alegría de Su Corazón por la consagración. Lucía lo cuenta en su carta al Obispo de Gurza, su director
espiritual. En eso comenzamos a darnos cuenta que esta consagración ocasionó un
cambio en el transcurso de la historia. La II Guerra Mundial, que había amenazado continuar sin fin su destrucción
masiva e inhumana, acabaría dentro de poco.
“Excelencia”, Lucía escribió, “Dios quiere que
todos oigan su voz. Desea que los de España se reúnan en retiro y determinen
una reforma en el pueblo, en el clero y en las órdenes religiosas. Porque
algunos conventos y muchos miembros de otros… ¿Entiende? Desea que se haga
comprender a las almas que la verdadera penitencia que Él ahora quiere y exige,
consiste, sobre todo, en el sacrificio que cada uno tiene que imponerse para
cumplir con los propios deberes religiosos y de orden temporal. Promete el
próximo fin de la guerra, en atención al acto que se dignó hacer Su Santidad.
Pero como fue incompleto, queda la conversión de Rusia para más adelante. Si
los señores obispos de España no atienden a sus deseos, ella (Rusia) será una
vez más, el azote con que Dios los castigue.” (Carta de Sor Lucía al
Obispo de Gurza, el 4 de mayo de 1943, António Maria Martins, S.J., Documentos
de Fátima, Simão Guimarães, Filhos, Lda., Porto, 1976, págs. 446-447)
Nuestro Señor dijo también a Sor Lucía que “mientras la presente aflicción (es decir, la II Guerra
Mundial) sería abreviada” por la consagración del mundo, la paz
mundial no se concederá sin la explicita Consagración de Rusia hecha por el
Papa y los obispos. Lucía reiteraría esta parte vital del Mensaje de Fátima durante
los siguientes cuatro décadas. (Ver Apéndice II).
El Padre Jongen, un sacerdote holandés,
visitó a Sor Lucía en 1942, y le entrevistó en tres ocasiones distintas.
Hablando de la carta que escribió al Papa Pio XII, Lucía señaló: “En la
carta que por orden de mis directores espirituales escribí al Santo Padre, en
1940, expuse la petición exacta de Nuestra Señora, y pedí la consagración del
mundo, con mención especial de Rusia. La petición exacta de Nuestra Señora era
que el Santo Padre hiciese la consagración de Rusia a Su Inmaculado Corazón,
ordenando que, al mismo tiempo, y en unión con Su Santidad, la hiciesen todos
los Obispos del mundo católico”. (Sebastião
Martins dos Reis, A Vidente de Fátima Dialoga e responde pelas Aparições,
Tipografia Editorial Franciscana, Braga, 1970, p.76)
El 15 de julio de 1946, el eminente autor e
historiador William Thomas Walsh entrevistó a Sor Lucía. En su obra extensivamente diseminada Our Lady of Fatima,
escribió: “Lucía dijo claramente que Nuestra Señora no pidió la
consagración del mundo a Su Inmaculado Corazón. Lo que Ella pidió
específicamente fue la consagración de Rusia....
“Ella dijo más de una vez, y
con deliberado énfasis: ‘lo que Nuestra Señora quiere es que el Papa y todos los
obispos del mundo consagren Rusia a Su Inmaculado Corazón en un día especial.
Si esto se hace, Ella convertirá a Rusia y habrá paz. Si esto no se hace, los
errores de Rusia se propagarán a todos los países del mundo’”. (Ver
estas y otras citas importantes de Sor Lucía en el folleto “Lo que Nuestra
Señora quiere es la Consagración de Rusia” que se halla en
http://www.fatima.org/span/exclusives/LF173S.pdf).
Tres años después, el Padre Thomas
McGlynn, un fraile dominicano de
Nueva York, habló con Lucía. Le citó el texto de las dos primeras partes del
Secreto de Fátima. Cuando leía que Nuestra Señora había dicho: “Vendré
a pedir la consagración del mundo…” Lucía le paró. En su libro Vision of Fatima, él relata que la Hermana
Lucía fue enfática al corregir ‘consagración del mundo’ para leer ‘consagración
de Rusia’. ¡“No”
!, dijo la Hermana
Lucía. ¡“No el
Mundo! ¡Rusia, Rusia”! Nuestra Señora pidió que el Santo Padre consagrase a
Rusia a Su Inmaculado Corazón y que mandase a todos los obispos hacerla en
unión con él al mismo tiempo.
Este hecho se confirmó otra vez en una
revelación de Nuestra Señora a Sor Lucía que se relata en Il Pellegrinaggio
Della Meraviglie. Nuestra Señora se apareció a Sor Lucía en mayo de 1952 y le dijo: “Haz saber al Santo Padre que siempre estoy esperando la Consagración
de Rusia a Mi Inmaculado Corazón. Sin esa Consagración, Rusia no podrá
convertirse, ni el mundo tendrá paz.” (Il Pellegrinaggio delle Meraviglie, Graphica
Presbyterium, Roma, 1960, Imprimatur: Bononiae, 1 de mayo de 1960, Jacobus Card. Lercaro Archiep. La cita
italiana original es así: V APPARIZIONE: MAGGIO 1952 La Madonna apparve a
Lucia: “Fai sapere al Santo Padre che io aspetto sempre la consacrazione della
Russia al Mio Cuore Immacolato. Senza questa consacrazione, la Russia non potrà
convertirsi, nè il mondo avere pace”).
Esta
consagración es un elemento de importancia crucial del Mensaje de Fátima, junto
con el llamado de penitencia. Acerca de este tema, Sor Lucía
escribió: “El
buen Dios se está dejando aplacar, pero Se queja amarga y dolorosamente del
número limitadísimo de almas en gracia dispuestas a renunciarse en cuanto a lo
que de ellas exige la observancia de Su ley”.
Sor Lucía también escribió sobre este asunto
al Obispo de Gurza durante la Cuaresma de 1943:
“Ésta es la penitencia que el buen
Dios ahora pide: El sacrificio que cada persona tiene que imponerse a sí misma
para llevar una vida de justicia en la observancia de Su ley. Y desea (que) se
haga conocer con claridad este camino a las almas; que muchas, juzgando el
sentido de la palabra ‘penitencia’ de las grandes austeridades, no sintiendo
fuerzas ni generosidad para ellas, se desaniman y descansan en una vida de
tibieza y pecado.
“De jueves a viernes, estando en la
capilla, con permiso de mis superiores, a las 12 de la noche Nuestro Señor me
decía: ‘El
sacrificio que de cada uno exige el cumplimiento del propio deber y la
observancia de Mi ley, es la penitencia que ahora pido y exijo’”. (carta de 28/2/1943, António Maria Martins,
S.J., Fátima e o Coração de Maria, Editorial Franciscana, Braga, 1985, , p. 105)
Nuestro Señor ha
dicho que el acto del Santo Padre era incompleto. No puede completarse hasta que más individuos, casas,
diócesis y países se consagraren al Inmaculado Corazón de María. Tal
como el Obispo de Leiria había escrito, “Al pedido de los obispos de
Portugal y de Sor Lucía misma, el Santo Padre, en el transcurso de su mensaje
famoso a Portugal al cierre del Jubileo de Fátima el 31 de octubre de 1942,
celebró la consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María, una
consagración que todos nosotros deberíamos repetir tanto oficial como
personalmente”.
La
consagración personal tiene cuatro elementos esenciales: la gracia, la penitencia, el Rosario y la reparación. “Nuestro Señor Se queja amarga y dolorosamente del número
limitadísimo de almas en gracia dispuestas a renunciarse en lo que en cuanto de
ellas exige la observancia de Su ley”.
Nuestra Señora vino para traer la
paz al mundo y el fundamento de la paz es la preservación de la gracia. Las
guerras son apenas castigos por los pecados del mundo. Sólo la gracia torna la
humanidad agradable a Dios. Es sólo cuando la gracia ilumina el alma de alguien
cuando hay paz entre Dios y esa persona. Y es cuando la paz reinará entre Dios
y una cantidad suficiente de personas, que María Santísima recompensará el
mundo con el don de la paz.
Para perseverar en esta paz y la
gracia de Dios, no todos los hombres necesitan sacrificarse tan heroicamente
como hicieron los pastorcitos de Fátima; pero todos los hombres deberían
cumplir sus deberes de vida cotidianos. Y porque estos deberes son a menudo
difíciles y gravosos, se convierten en obras de penitencia y sacrificio. “El
sacrificio que de cada uno exige el cumplimiento del propio deber y la
observancia de Mi ley, es la penitencia que ahora pido y exijo”. En el Evangelio, Nuestro Señor la llama “la cruz diaria” del alma fiel. “Si
alguno quiere venir en pos de mí, renúnciese a sí mismo, y lleve su cruz cada
día, y sígame”. (Lc. 9:23)
Un elemento esencial de la vida
de Cristo era un amor profundo para con Su Madre, María Santísima. Por eso el
verdadero discípulo de Cristo debería compartir con Él ese amor para Ella y
evidenciarlo en su vida de día a día por la recitación del Rosario.
El alma fiel que con sinceridad
reza sus cuentas, es agradable a Dios y atrae hacia sí mismo la gracia de Dios.
Además de eso, el Rosario da a la Santísima Virgen nuevo poder para aplastar la
cabeza de la Serpiente y destruir su poder maligno en el mundo.
Las comuniones reparadoras
también son necesitadas para cumplir la consagración personal a Nuestra Señora.
No ha sido por casualidad que Nuestro Señor pidió las Comuniones reparadoras de
los Primeros Sábados con casi las mismas palabras que comunicó a Santa
Margarita María la devoción de los Primeros Viernes. Quiere que esta devoción
al Inmaculado Corazón de María se dé conocer y se difunda a lo largo y ancho
del mundo y que llegue a ser una práctica común, así como los Primeros Viernes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario