lunes, 27 de mayo de 2019

BREVE PRÁCTICA, DEL MES DE MAYO CONSAGRADO A LA MADRE DE DIOS: MEDITACIÓN DÍA 26 DE MAYO.




POR FELIX SARDA Y SALVANY, PBRO.


ACTO DE CONTRICIÓN.


Por la señal, etc.

   A vuestra soberana Madre vengo a honrar, Señor mío Jesucristo, y al querer debidamente hacerlo, me avergüenza ante todo el estado de mi pobre alma, tan llena de ofensas a Vos. Os he faltado, Señor, mil veces, y agraviándoos a Vos, he agraviado juntamente a vuestra dulcísima Madre y mía. ¿Cómo he de poder, pues, presentarme en su presencia sin que le provoque a asco y enojo mi indignidad?

   Vos, Señor mío, que tan misericordioso sois y que desde las entrañas de vuestra dulce Madre habéis traído al mundo tesoros de bondad y de compasión, tenedla de ese pobrecito pecador, y perdonadle una vez más sus negras ingratitudes. ¡Pésame, Señor en lo más vivo de mi alma haber herido con ellas vuestro amante Corazón! ¡Pésame, Padre mío y no quiero ofenderos con ellas ya más! Ayudadme con vuestra gracia para perseverar en este mi arrepentimiento y firme propósito hasta el fin de mi vida. Amén.




ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA.



   Vuestro permiso imploro, Madre y Señora mía, para acercarme, a pesar de mi indignidad, a vuestro altar sagrado. A él vengo, celestial Maestra, para que me instruyáis; a él corro, bondadosa Madre, para que me consoléis; a él me refugio, Abogada poderosísima, para que me protejáis. Todo lo sois, Señora, para el pueblo cristiano y para este infeliz pecador, luz, consuelo, amparo, fuerza, esperanza y segura protección. Enseñadme con el ejemplo de vuestra vida, especialmente con el paso de ella que me propongo hoy meditar; fortalecedme con la divina gracia que benévolamente me alcanzaréis de vuestro Hijo Jesús; consoladme y acariciadme con las infinitas dulzuras de vuestro culto y amor, singularmente en este vuestro devoto Mes. Amén.

   ¡Madre y Señora mía! De vuestro Soberano Hijo y Señor mío otorgadme en estos momentos el especial beneficio de hacer con fruto para mi alma estos breves puntos de meditación.


MEDITACIÓN DÍA 26 DE MAYO.



María en las primeras persecuciones. —No temer la persecución.


   Tras las primeras conquistas de la fe vinieron las primeras iras del infierno contra ella, y corrió la sangre de los primeros Mártires. Los Apóstoles fueron varias veces víctimas de las rencorosas vejaciones de los judíos, y después en diferentes lugares derramaron casi toda su sangre por Jesucristo. Esteban fue por igual causa apedreado. María daba valor a esos primeros atletas con su palabra y con su oración.

   El odio contra la verdad ha armado en todos tiempos el brazo de los malvados contra los seguidores de ella. «Todos los que quieran piadosamente vivir según Jesucristo, ha dicho San Pablo, padecerán persecución.» Nuestro siglo ha visto correr sangre de cristianos por el solo delito de serlo, y nuestras infernales revoluciones han añadido no pocos de esos héroes al martirologio de los anteriores siglos. Mas, aun cuando á tanto no se llega, aun cuando no se extrema la vejación hasta el punto de herir y matar los cuerpos, es indudable que se ejerce con saña y crueldad bastantes para afligir más de una vez con verdadero martirio a los muchos fieles discípulos de Cristo en su fama, en su honra, en sus intereses, en su tranquilidad, en su porvenir y en el de sus familias. ¡Ay! acordaos en estos, casos de que las primeras lágrimas y congojas de la persecución por causa de la fe fueron consoladas por María Santísima, que no sin razón se llama Reina de los Mártires. Y desde entonces la devoción a María ha sido el consuelo de todos los oprimidos por causa de su Divino Hijo, en los diferentes formidables combates que por El y por su fe se han sostenido hasta hoy en el mundo.


¡Oh Madre! ¡cuán necesitados estamos hoy de que socorra vuestro poder a los cristianos, en mil formas distintas fieramente perseguidos por el odio revolucionario! ¡Sednos, oh Madre, escudo de protección!





DESPUÉS DE LA MEDITACIÓN.


   Ahora saludaremos fervorosamente el Nombre suavísimo de nuestra Divina Madre con las siguientes jaculatorias y Ave Marías:


Madre mía amantísima, en todos los instantes de mi vida acordaos de mí, pobre pecador. Ave María.

 


Arca de Dios y Tesorera del cielo, concededme abundantes gracias para detestar y llorar mis pecados. Ave María.



Reina de cielos y tierra, sedme amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos. Ave María.



Inmaculada Madre de mi Dios y Señor, alcanzadme lo que os pido para mi salvación. Ave María.



Abogada mía y refugio mío, amparadme en el trance espantoso de la muerte y abridme las puertas del cielo. Ave María y Gloria.






ORACIÓN DE SAN BERNARDO.

(Memorare).


   Acordaos,  oh piadosísima Virgen María, que jamás se oyó decir que alguno de los que acudieron a vuestra mediación e imploraron vuestro auxilio fuese desamparado de Vos. Alentado con esta seguridad, a Vos acudo, Virgen Reina de las vírgenes, y aunque agobiado bajo el peso de mis culpas, atrévome á parecer ante vuestra presencia. No despreciéis mis ruegos, antes dignaos atenderlos y favorablemente despacharlos. Amén.



OFRECIMIENTO DEL DÍA...




Cuanto piense, cuanto hable, cuanto obre y cuanto quiera en este día de vuestro sagrado Mes, os lo ofrezco, purísima Reina de los cielos, como florido homenaje de amor consagrado a vuestra devoción. Sean por Vos todas y cada una de mis respiraciones. Sean por Vos todos y cada uno de los latidos de mi corazón, sean por Vos los deseos más íntimos de mi alma. Os dedico muy especialmente el obsequio o flor espiritual de hoy, y deseo lo recibáis como nueva prenda de mi fidelidad a vuestro amor. Y haced, Señora, que según Vos viva, y en Vos muera, y con Vos reine felizmente por toda la eternidad. Amén.






FLORES ESPIRITUALES:


 

—26. Practicar fervorosamente la recomendación del alma como si estuviésemos en la agonía.



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