domingo, 5 de mayo de 2019

BREVE PRÁCTICA, DEL MES DE MAYO CONSAGRADO A LA MADRE DE DIOS: MEDITACIÓN DÍA 5 DE MAYO.



 
POR FELIX SARDA Y SALVANY, PBRO.


ACTO DE CONTRICIÓN.


Por la señal, etc.

   A vuestra soberana Madre vengo a honrar, Señor mío Jesucristo, y al querer debidamente hacerlo, me avergüenza ante todo el estado de mi pobre alma, tan llena de ofensas a Vos. Os he faltado, Señor, mil veces, y agraviándoos a Vos, he agraviado juntamente a vuestra dulcísima Madre y mía. ¿Cómo he de poder, pues, presentarme en su presencia sin que le provoque a asco y enojo mi indignidad?

   Vos, Señor mío, que tan misericordioso sois y que desde las entrañas de vuestra dulce Madre habéis traído al mundo tesoros de bondad y de compasión, tenedla de ese pobrecito pecador, y perdonadle una vez más sus negras ingratitudes. ¡Pésame, Señor en lo más vivo de mi alma haber herido con ellas vuestro amante Corazón! ¡Pésame, Padre mío y no quiero ofenderos con ellas ya más! Ayudadme con vuestra gracia para perseverar en este mi arrepentimiento y firme propósito hasta el fin de mi vida. Amén.


ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA.


   Vuestro permiso imploro, Madre y Señora mía, para acercarme, a pesar de mi indignidad, a vuestro altar sagrado. A él vengo, celestial Maestra, para que me instruyáis; a él corro, bondadosa Madre, para que me consoléis; a él me refugio, Abogada poderosísima, para que me protejáis. Todo lo sois, Señora, para el pueblo cristiano y para este infeliz pecador, luz, consuelo, amparo, fuerza, esperanza y segura protección. Enseñadme con el ejemplo de vuestra vida, especialmente con el paso de ella que me propongo hoy meditar; fortalecedme con la divina gracia que benévolamente me alcanzaréis de vuestro Hijo Jesús; consoladme y acariciadme con las infinitas dulzuras de vuestro culto y amor, singularmente en este vuestro devoto Mes. Amén.

   ¡Madre y Señora mía! De vuestro Soberano Hijo y Señor mío otorgadme en estos momentos el especial beneficio de hacer con fruto para mi alma estos breves puntos de meditación.



María en sus Desposorios. —Perfección en el respectivo estado.


   Del retiro del templo salió María por divina disposición y consejo, para desposarse en virginal consorcio con un varón justo de su tribu, el patriarca San José. La santa quietud del santuario trocóla desde entonces María por el taller de su Esposo el buen carpintero, y el pueblo la vio fiel y perfecta en esta su nueva vocación.

   A diversos estados llama el Señor a las almas: unas al recogimiento de la vida solitaria, otras al matrimonio y al ruido de las ocupaciones mundanas. Mas en todas quiere el Sumo Dueño ser servido con igual perfecta fidelidad. Entre los quehaceres domésticos y el cuidado de los tuyos quiere Dios reinar en tu corazón, como en la soledad del claustro y en las obras de piedad y beneficencia. Son diversos caminos, pero no opuestos, con que se llega a un mismo fin, como se siga en cada uno de ellos la inspiración divina que a cada alma tiene señalado el suyo. Sobre lo cual examinarás fielmente tu conciencia para ver si en las peculiares obligaciones a que te ha llamado Dios, le has servido como en tal estado quiere El ser servido de ti. Si eres hombre de negocios, no envidies al monje su quietud. Sirve a Dios con tus negocios, que ése es el lugar en que quiere Él te ganes tú el jornal de la eternidad. Si eres Religioso, no vivas como el seglar. Lo que a éste basta para su salvación, no te bastaría a ti para librarte de la eterna ruina. A todos nos quiere Dios para un mismo cielo, pero a cada uno quiérele allí por el camino que Él se ha dignado señalar.

   Fijarás en esto toda tu atención, para ser como María en la casa de su casto esposo José, modelo fiel de tus obligaciones en el estado particular en que el Señor te ha colocado.







DESPUÉS DE LA MEDITACIÓN.



   Ahora saludaremos fervorosamente el Nombre suavísimo de nuestra Divina Madre con las siguientes jaculatorias y Ave Marías:

Madre mía amantísima, en todos los instantes de mi vida acordaos de mí, pobre pecador. Ave María.

Arca de Dios y Tesorera del cielo, concededme abundantes gracias para detestar y llorar mis pecados. Ave María.

Reina de cielos y tierra, sedme amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos. Ave María.

Inmaculada Madre de mi Dios y Señor, alcanzadme lo que os pido para mi salvación. Ave María.

Abogada mía y refugio mío, amparadme en el trance espantoso de la muerte y abridme las puertas del cielo. Ave María y Gloria.


ORACIÓN DE SAN BERNARDO.
(Memorare).


   Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se oyó decir que alguno de los que acudieron a vuestra mediación e imploraron vuestro auxilio fuese desamparado de Vos. Alentado con esta seguridad, a Vos acudo, Virgen Reina de las vírgenes, y aunque agobiado bajo el peso de mis culpas, atrévome á parecer ante vuestra presencia. No despreciéis mis ruegos, antes dignaos atenderlos y favorablemente despacharlos. Amén.


OFRECIMIENTO DEL DÍA...


   Cuanto piense, cuanto hable, cuanto obre y cuanto quiera en este día de vuestro sagrado Mes, os lo ofrezco, purísima Reina de los cielos, como florido homenaje de amor consagrado a vuestra devoción. Sean por Vos todas y cada una de mis respiraciones. Sean por Vos todos y cada uno de los latidos de mi corazón, sean por Vos los deseos más íntimos de mi alma. Os dedico muy especialmente el obsequio o flor espiritual de hoy, y deseo lo recibáis como nueva prenda de mi fidelidad a vuestro amor. Y haced, Señora, que según Vos viva, y en Vos muera, y con Vos reine felizmente por toda la eternidad. Amén.




FLORES ESPIRITUALES:


—5. Una parte del Santo Rosario por el Papa.




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