lunes, 6 de mayo de 2019

BREVE PRÁCTICA, DEL MES DE MAYO CONSAGRADO A LA MADRE DE DIOS: MEDITACIÓN DÍA 6 DE MAYO.




POR FELIX SARDA Y SALVANY, PBRO.



ACTO DE CONTRICIÓN.


Por la señal, etc.

   A vuestra soberana Madre vengo a honrar, Señor mío Jesucristo, y al querer debidamente hacerlo, me avergüenza ante todo el estado de mi pobre alma, tan llena de ofensas a Vos. Os he faltado, Señor, mil veces, y agraviándoos a Vos, he agraviado juntamente a vuestra dulcísima Madre y mía. ¿Cómo he de poder, pues, presentarme en su presencia sin que le provoque a asco y enojo mi indignidad?

   Vos, Señor mío, que tan misericordioso sois y que desde las entrañas de vuestra dulce Madre habéis traído al mundo tesoros de bondad y de compasión, tenedla de ese pobrecito pecador, y perdonadle una vez más sus negras ingratitudes. ¡Pésame, Señor en lo más vivo de mi alma haber herido con ellas vuestro amante Corazón! ¡Pésame, Padre mío y no quiero ofenderos con ellas ya más! Ayudadme con vuestra gracia para perseverar en este mi arrepentimiento y firme propósito hasta el fin de mi vida. Amén.


ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA.


   Vuestro permiso imploro, Madre y Señora mía, para acercarme, a pesar de mi indignidad, a vuestro altar sagrado. A él vengo, celestial Maestra, para que me instruyáis; a él corro, bondadosa Madre, para que me consoléis; a él me refugio, Abogada poderosísima, para que me protejáis. Todo lo sois, Señora, para el pueblo cristiano y para este infeliz pecador, luz, consuelo, amparo, fuerza, esperanza y segura protección. Enseñadme con el ejemplo de vuestra vida, especialmente con el paso de ella que me propongo hoy meditar; fortalecedme con la divina gracia que benévolamente me alcanzaréis de vuestro Hijo Jesús; consoladme y acariciadme con las infinitas dulzuras de vuestro culto y amor, singularmente en este vuestro devoto Mes. Amén.

   ¡Madre y Señora mía! De vuestro Soberano Hijo y Señor mío otorgadme en estos momentos el especial beneficio de hacer con fruto para mi alma estos breves puntos de meditación. 



MEDITACIÓN DÍA 6 DE MAYO.


María en la Anunciación. —Docilidad a las inspiraciones divinas.


   A poco de hallarse María desposada castísimamente con José, sorpréndele un día un nuncio celestial. Gabriel arcángel le trae embajada de Dios, notificándole que va a ser Madre del Verbo, y aguardando tan sólo para la realización de este misterio el consentimiento de la humildísima Doncella. Otorgólo María con estas palabras: He aquí la esclava del Señor; y el Verbo Divino Hízose Hombre en sus virginales entrañas.

   Muy a menudo recibes, alma mía, embajadas del cielo, si no tan gloriosas, no menos dignas de atención; si no por intermedio de Arcángeles, por inspiración divina y por conducto tal vez del Ángel de tu guarda. Voz de Dios es aquel secreto movimiento que en tu alma sientes a dejar aquella amistad vana, o a practicar aquel sacrificio, o a cultivar aquella virtud, o a practicar aquella obra buena. ¿Por qué te haces voluntariamente sorda al divino llamamiento? ¿Por qué en vez de oponer culpables resistencias, no contestas como Saulo: «Señor, ¿qué queréis que haga?» o no dices resueltamente como María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra?» ¿No dices cada día en la oración dominical: «Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo?» ¿Por qué no cumplen, pues, tus obras lo que tantas veces afirma tu labio? ¿Sabes a qué te expones cerrando la puerta al Señor que llama con recias aldabadas a ella, o por lo menos no abriéndosela más que a medias, o tardando en abrírsela por culpable negligencia? Te pones en riesgo de que se aleje el Señor de ti y no vuelva a repetir la llamada.

   Haz reflexión en esto, y desde hoy imita la conducta dócil y sumisa de María en este misterio de su Anunciación.






DESPUÉS DE LA MEDITACIÓN.


   Ahora saludaremos fervorosamente el Nombre suavísimo de nuestra Divina Madre con las siguientes jaculatorias y Ave Marías:

Madre mía amantísima, en todos los instantes de mi vida acordaos de mí, pobre pecador. Ave María.

Arca de Dios y Tesorera del cielo, concededme abundantes gracias para detestar y llorar mis pecados. Ave María.

Reina de cielos y tierra, sedme amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos. Ave María.

Inmaculada Madre de mi Dios y Señor, alcanzadme lo que os pido para mi salvación. Ave María.

Abogada mía y refugio mío, amparadme en el trance espantoso de la muerte y abridme las puertas del cielo. Ave María y Gloria.



ORACIÓN DE SAN BERNARDO.

(Memorare).


   Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se oyó decir que alguno de los que acudieron a vuestra mediación e imploraron vuestro auxilio fuese desamparado de Vos. Alentado con esta seguridad, a Vos acudo, Virgen Reina de las vírgenes, y aunque agobiado bajo el peso de mis culpas, atrévome á parecer ante vuestra presencia. No despreciéis mis ruegos, antes dignaos atenderlos y favorablemente despacharlos. Amén.


OFRECIMIENTO DEL DÍA...


   Cuanto piense, cuanto hable, cuanto obre y cuanto quiera en este día de vuestro sagrado Mes, os lo ofrezco, purísima Reina de los cielos, como florido homenaje de amor consagrado a vuestra devoción. Sean por Vos todas y cada una de mis respiraciones. Sean por Vos todos y cada uno de los latidos de mi corazón, sean por Vos los deseos más íntimos de mi alma. Os dedico muy especialmente el obsequio o flor espiritual de hoy, y deseo lo recibáis como nueva prenda de mi fidelidad a vuestro amor. Y haced, Señora, que según Vos viva, y en Vos muera, y con Vos reine felizmente por toda la eternidad. Amén.


  


FLORES ESPIRITUALES:


—6. Tener silencio completo un par de horas pensando en la Pasión.



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