sábado, 1 de junio de 2019

BREVE PRÁCTICA, DEL MES DE MAYO CONSAGRADO A LA MADRE DE DIOS: MEDITACIÓN DÍA 31 DE MAYO.




POR FELIX SARDA Y SALVANY, PBRO.


ACTO DE CONTRICIÓN.


Por la señal, etc.

    
A vuestra soberana Madre vengo a honrar, Señor mío Jesucristo, y al querer debidamente hacerlo, me avergüenza ante todo el estado de mi pobre alma, tan llena de ofensas a Vos. Os he faltado, Señor, mil veces, y agraviándoos a Vos, he agraviado juntamente a vuestra dulcísima Madre y mía. ¿Cómo he de poder, pues, presentarme en su presencia sin que le provoque a asco y enojo mi indignidad?

   Vos, Señor mío, que tan misericordioso sois y que desde las entrañas de vuestra dulce Madre habéis traído al mundo tesoros de bondad y de compasión, tenedla de ese pobrecito pecador, y perdonadle una vez más sus negras ingratitudes. ¡Pésame, Señor en lo más vivo de mi alma haber herido con ellas vuestro amante Corazón! ¡Pésame, Padre mío y no quiero ofenderos con ellas ya más! Ayudadme con vuestra gracia para perseverar en este mi arrepentimiento y firme propósito hasta el fin de mi vida. Amén.



ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA.



   Vuestro permiso imploro, Madre y Señora mía, para acercarme, a pesar de mi indignidad, a vuestro altar sagrado. A él vengo, celestial Maestra, para que me instruyáis; a él corro, bondadosa Madre, para que me consoléis; a él me refugio, Abogada poderosísima, para que me protejáis. Todo lo sois, Señora, para el pueblo cristiano y para este infeliz pecador, luz, consuelo, amparo, fuerza, esperanza y segura protección. Enseñadme con el ejemplo de vuestra vida, especialmente con el paso de ella que me propongo hoy meditar; fortalecedme con la divina gracia que benévolamente me alcanzaréis de vuestro Hijo Jesús; consoladme y acariciadme con las infinitas dulzuras de vuestro culto y amor, singularmente en este vuestro devoto Mes. Amén.

   ¡Madre y Señora mía! De vuestro Soberano Hijo y Señor mío otorgadme en estos momentos el especial beneficio de hacer con fruto para mi alma estos breves puntos de meditación.




MEDITACIÓN DÍA 31 DE MAYO.


María en su trono de gloria. —Intercesión poderosa.


   María reina en los cielos, en trono de luz superior al de todos los Santos, y sólo inferior al de la Trinidad Beatísima y al de la Humanidad Santa de su Divino Hijo. Ora allí é intercede por nosotros sus devotos, a fin de facilitarnos reinar en su compañía.

   No se te haga difícil, alma mía, ni creas imposible llegar al punto donde has visto llegar a la celestial Señora, y recorrer paso por paso los caminos que Ella recorrió. María no cesa de ayudarte desde el cielo, y su oración, poderosísima como de Reina y bondadosísima como de Madre, no cesa un momento de interceder por ti. No es el tesoro de las gracias, pero es su privilegiada Tesorera; no es la fuente, pero es el caño por donde se derraman del Corazón amorosísimo de su Hijo Jesús. Dada ha sido a los cristianos, primeramente, por ejemplo; después y para siempre por Abogada. Ama a sus hermanos, hijos de Adán como Ella, y no se olvida de los que dejó gimiendo y suspirando en el lugar que lo fue también un día de su destierro. Ama además a su Hijo, y quiere para El la mayor y más numerosa corona de bienaventurados. ¡Cuántos y cuan valiosos motivos para que sea constante y enérgica la intercesión de María por ti!



   Hazte, pues, digno con tus obras de su soberana adopción. No todo el que dice solamente: ¡Señor! ¡Señor! entrará en el reino de los cielos, ha dicho Jesucristo; lógico es, pues, deducir que no bastará clamar: ¡Señora! ¡Señora! para merecer su protección. Debe justificarse con la conducta obediente y reverencial el dictado de hijos con que nos honramos con respecto a María; otro modo de proceder sería irrisión y escarnio de su carácter de Madre. La ley de Dios y los ejemplos de María, he aquí la norma de vida que te ha de acreditar verdadero devoto suyo acá en vida y hacer eterno compañero suyo en la patria inmortal.

    ¡Alma mía! ¡Alma mía! Mira en los cielos a la Madre que te aguarda, y te convida y te señala el camino para subir allá.







DESPUÉS DE LA MEDITACIÓN.




   Ahora saludaremos fervorosamente el Nombre suavísimo de nuestra Divina Madre con las siguientes jaculatorias y Ave Marías:



Madre mía amantísima, en todos los instantes de mi vida acordaos de mí, pobre pecador. Ave María.


Arca de Dios y Tesorera del cielo, concededme abundantes gracias para detestar y llorar mis pecados. Ave María.


Reina de cielos y tierra, sedme amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos. Ave María.


Inmaculada Madre de mi Dios y Señor, alcanzadme lo que os pido para mi salvación. Ave María.


Abogada mía y refugio mío, amparadme en el trance espantoso de la muerte y abridme las puertas del cielo. Ave María y Gloria.



ORACIÓN DE SAN BERNARDO.

(Memorare).


   Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se oyó decir que alguno de los que acudieron a vuestra mediación e imploraron vuestro auxilio fuese desamparado de Vos. Alentado con esta seguridad, a Vos acudo, Virgen Reina de las vírgenes, y aunque agobiado bajo el peso de mis culpas, atrévome á parecer ante vuestra presencia. No despreciéis mis ruegos, antes dignaos atenderlos y favorablemente despacharlos. Amén.



OFRECIMIENTO DEL DÍA...





 Cuanto piense, cuanto hable, cuanto obre y cuanto quiera en este día de vuestro sagrado Mes, os lo ofrezco, purísima Reina de los cielos, como florido homenaje de amor consagrado a vuestra devoción. Sean por Vos todas y cada una de mis respiraciones. Sean por Vos todos y cada uno de los latidos de mi corazón, sean por Vos los deseos más íntimos de mi alma. Os dedico muy especialmente el obsequio o flor espiritual de hoy, y deseo lo recibáis como nueva prenda de mi fidelidad a vuestro amor. Y haced, Señora, que según Vos viva, y en Vos muera, y con Vos reine felizmente por toda la eternidad. Amén.





  FLORES ESPIRITUALES:

 

—31. Proponer hacer cada día el examen de conciencia, sobre todo de la falta más común en nosotros.



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