sábado, 7 de diciembre de 2019

NOVENA EN HONRA DÉ LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA. DÍA OCTAVO.




—COMENZAMOS: 29 de diciembre.

 

 

—FINALIZAMOS: 7 de diciembre.


 

—8 DE DICIEMBRE: Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María).

 





DÍA OCTAVO (6 de diciembre)





—Por la señal de la santa cruz, etc.




ACTO DE CONTRICIÓN




   Señor mío, Jesucristo, Creador, Padre y Redentor mío, en quien creo y espero, a quien amo y quisiera haber siempre amado sobre todas las cosas; me pesa, sí, una y mil veces me pesa de haberos ofendido, por ser Vos quien sois, bondad infinita; pésame también porque merecí las terribles penas del Purgatorio y ¡ay! tal vez las eternas llamas del infierno. Propongo firmemente nunca más pecar, y apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, ayudado de vuestra divina gracia. ¡Oh! tenga yo, Jesús mío, la dicha de confesarme bien, enmendar la vida y perseverar hasta la muerte. Os lo pido por esas benditas Ánimas, por vuestra Sangre preciosísima y por los dolores de vuestra afligidísima Madre. Amén.






— Puntos de Meditación para el octavo día:




1—Añadió Dios en María Casa suya desde el primer instante de su Concepción, a los resplandores de la Gracia, la bellísima Luz de un actual, y perfectísimo uso de la razón. Conoció a Dios María desde este instante mismo. Ejercitó la Fe, y la Esperanza heroicamente. Amó a Dios sobre todas las cosas con un amor inexplicable. Mereció finalmente, en dicho instante más gloria, que la que han merecido todos los Santos.




2—Con el uso de la razón comenzaron en ti los vicios. El ídolo de tu amor propio, y el cumplimiento de tu estragada voluntad fue lo primero, que en lugar de Dios conociste, y a quien primero que, a Dios, te sacrificaste. Mereciste con esto el Infierno, y habiendo perdido la Gracia, no sabes, si te quedaras también para siempre sin la Gloria.




3—Has tenido una Fe sin obras, que es tenerla, no solo dormida, sino muerta. Has pensado, que tienes una grande esperanza en Dios; y es acaso una presunción muy loca, la que tienes: pues quizá piensas el salvarte sin buenas obras; o aguardas para la hora terrible de la muerte el hacer buenas obras para salvarte. De la caridad acaso conoces solo el nombre: pues por ventura piensas, que tiene, y que está en caridad muy verdadera, el que socorre Pobres, visita Enfermos, y da de beber a los que tienen sed, aunque veas, que al mismo tiempo se bebe él como agua la maldad; y que las obras de Misericordia que ejercita, son cuando más el diezmo de los pecados mortales, que comete. Esto nace, de que ni sabes ni entiendes la Doctrina Cristiana: y de esta ignorancia se sigue, el que cuanto más dulce, tanto más miserablemente te engañes pensando haber alguno, que se salve, aunque totalmente la ignore.









ORACIÓN



Oh inmenso Dios mío, Piélago infinito de resplandores, que hiciste resplandecer en María Casa tuya desde el primer instante de su Concepción un actual, y perfectísimo uso de la razón, con que conociendo tus infinitas perfecciones, ejercitó la Fe, y la Esperanza heroicamente, y te amó en el mismo instante sobre todas las cosas con un amor inexplicable; mereciendo con esto en ese instante mismo más gloria, que la que han merecido todos los Santos: yo te alabo, y doy infinitas gracias por ello, y deseo cordialmente, que las criaturas todas hagan lo mismo; y te suplico me concedas gracia, para que no haya momento alguno, en que no emplee mis potencias, y todo mi ser en tu servicio, y en que no llore amargamente el haberme empleado todo, días, meses, y años en tus ofensas y también para que teniéndote siempre presente por la Fe; gozándote por la Esperanza; y uniéndome a ti, por la Caridad en todos los instantes de esta vida, pase a poseerte sin fin por la visión dichosa de tu Divinidad en la gloria. Amén.  





—Aquí rezar tres Ave Marías y añadir al fin de cada una: Gloria Patri y esta breve salutación:




   Ave María Madre de Dios Santísima sin pecado Concebida.






ORACIÓN



Que se ha de decir todos los nueve días.




   Oh Purísima Virgen María, que, habiéndote fabricado para Casa tuya, y poniéndote como tal desde el principio el verdadero Señor de la vida; no pudiste, ni por un instante, ser poseída del Autor alevoso de la Muerte; que habiendo sido en tu Concepción plantada, para crecer en Árbol Celestial, cuyo fruto fuese el Autor mismo de la Gracia; no pudiste jamás tener embebido en la raíz el infernal humor de la culpa: que habiendo sido concebida, para nobilísima Reina del Cielo; no pudiste ser, ni por un instante, Esclava infame del Infierno: que habiendo sido finalmente concebida, para ser ilustre Madre de aquel, que es esclarecido Padre de las luces; no pudiste ser, ni por un instante, hija vilísimo del Príncipe de las tinieblas; yo me gozo sumamente de todas tus prerrogativas, y especialmente de tu Pureza Original, y deseo que Cielo y Tierra; incesantemente se rcgosígen y te suplico, me alcances, de él que te hizo tan Pura, especial gracia; para imitarte en la Pureza de la vida; y que no haya en mi Alma mancha alguna a la hora de mi muerte, que le estorbe pasar luego a admirar, y alabar para siempre tu Limpieza en aquellos purísimos Alcázares de la Gloría: donde no entra cosa manchada. Amén.





—Aquí puede añadirse la petición de lo que cada uno desea conseguir en esta Novena.







Fray Manuel José Murillo,
Religioso de la Orden de San Agustín.



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