domingo, 8 de diciembre de 2019

NOVENA EN HONRA DÉ LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA. DÍA NOVENO.




—COMENZAMOS: 29 de diciembre.

 

 

—FINALIZAMOS: 7 de diciembre.

 


—8 DE DICIEMBRE: Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María).

 




DÍA NOVENO (7 de diciembre)




—Por la señal de la santa cruz, etc.




ACTO DE CONTRICIÓN




   Señor mío, Jesucristo, Creador, Padre y Redentor mío, en quien creo y espero, a quien amo y quisiera haber siempre amado sobre todas las cosas; me pesa, sí, una y mil veces me pesa de haberos ofendido, por ser Vos quien sois, bondad infinita; pésame también porque merecí las terribles penas del Purgatorio y ¡ay! tal vez las eternas llamas del infierno. Propongo firmemente nunca más pecar, y apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, ayudado de vuestra divina gracia. ¡Oh! tenga yo, Jesús mío, la dicha de confesarme bien, enmendar la vida y perseverar hasta la muerte. Os lo pido por esas benditas Ánimas, por vuestra Sangre preciosísima y por los dolores de vuestra afligidísima Madre. Amén.





— Puntos de Meditación para el noveno día:




1—Concebirte María Casa de Dios, fue concebirte Madre suya. Mide, si posible es, esta Dignidad infinitamente lustrosa, y habrás medido por un lado las perfecciones de esta Casa. Para medirlas por todos, no hay medida más ajustada, que la que es entre todas la más divina. Esta no es otra, que el Amor, que tuvo Dios desde su Concepción a María. La amo Dios más, que a los Santos todos. Que tantos más ... solo Él, lo sabe.




2—Se concibió María Madre también de los Pecadores. El que la tiene por tal es preciso, que la tribute Honor, Obediencia, y Amor. Mira, como has pagado estos tan debidos tributos. Piensa como los pagas al presente. Si en todo te hayas cargado de corridos, córrete también mucho de usurpar, aun el Nombre glorioso solamente de aquella estirpe generosa, que mira como Madre a MARÍA.




3—No honra a María, el que deshonra a su Hijo. ¿Quiere María todo lo que quiere Jesús? ¿Si a este desobedeces, como puedes obedecer a María? El Amor se conoce por las obras. ¿Qué obras haces tú por María? ¿Qué virtudes practicas por agradarla? ¿De qué vicios te abstienes a honor suyo? ¿Si eres capital Enemigo de Jesús; como serás amante de María? Si pones con tus culpas, como dice el Apóstol, debajo de tus pies al Hijo de Dios, que mora entre los Pechos de María, ¿cómo podrá poner por Amor sobre tu corazón a María? Si tus obras son culpas mortales; no eres fiel Hijo: traidor eres, enemigo eres y enemigo mortal de María.










ORACIÓN.




Oh Dios de Amor, y Acreedor Justísimo de todos los amores, siendo al mismo tiempo tu solo, el que tienes caudal para pagártelos; yo te alabo, y doy infinitas gracias, y deseo cordialmente, que las criaturas todas hagan lo mismo; porque elevaste a María Santísima a una Dignidad infinitamente lustrosa, haciéndola tu Madre desde el instante primero de su Concepción, en que la fabricarte Casa tuya; y por el Amor incomprensible, que desde entonces la tuviste; y también porque te dignaste de dar una tan ilustre Madre a los Pecadores; y te suplico, me concedas gracia, para que todas mis obras den a entender claramente, que soy verdadero Hijo suyo, y que sea tanto el honor, con que la venere; tanta la obediencia, con que la sirva, y tanto el Amor, que la tenga, y que ocupándome continuamente en tan nobles ejercicios en esta vida, pase sumamente dichoso a continuarlos por toda la Eternidad en la Gloria, Amén.





—Aquí rezar tres Ave Marías y añadir al fin de cada una: Gloria Patri y esta breve salutación:





   Ave María Madre de Dios Santísima sin pecado Concebida.






ORACIÓN




Que se ha de decir todos los nueve días.



   Oh Purísima Virgen María, que, habiéndote fabricado para Casa tuya, y poniéndote como tal desde el principio el verdadero Señor de la vida; no pudiste, ni por un instante, ser poseída del Autor alevoso de la Muerte; que habiendo sido en tu Concepción plantada, para crecer en Árbol Celestial, cuyo fruto fuese el Autor mismo de la Gracia; no pudiste jamás tener embebido en la raíz el infernal humor de la culpa: que habiendo sido concebida, para nobilísima Reina del Cielo; no pudiste ser, ni por un instante, Esclava infame del Infierno: que habiendo sido finalmente concebida, para ser ilustre Madre de aquel, que es esclarecido Padre de las luces; no pudiste ser, ni por un instante, hija vilísimo del Príncipe de las tinieblas; yo me gozo sumamente de todas tus prerrogativas, y especialmente de tu Pureza Original, y deseo que Cielo y Tierra; incesantemente se rcgosígen y te suplico, me alcances, de él que te hizo tan Pura, especial gracia; para imitarte en la Pureza de la vida; y que no haya en mi Alma mancha alguna a la hora de mi muerte, que le estorbe pasar luego a admirar, y alabar para siempre tu Limpieza en aquellos purísimos Alcázares de la Gloría: donde no entra cosa manchada. Amén. 




Fray Manuel José Murillo,
Religioso de la Orden de San Agustín.


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