VIRGEN DIGNA DE VENERACIÓN.
Beatam me dicent omnes generationes.
Todas las Generaciones me llamarán bienaventurada.
CONSIDERACION I.
Salomón tuvo siempre una gran veneración a su Madre Bérsabé, pues, según el texto
sagrado, cuando la vio venir, se levantó el Rey a encontrarla, y mandó erigir para ella un trono. De este modo el Divino Salomón Cristo subió al cielo
muchos años antes de la Asunción de María,
como para preparar
un glorioso triunfo y trono a su Madre que es verdaderamente venerable y santa.
CONSIDERACION II.
A la verdad que a la manera que a María
Santísima se da un sumo honor en el cielo por los Ángeles y Santos,
así también en la tierra es reverenciada é invocada por todas las gentes, según aquello: todas las naciones me dirán bienaventurada. Así es, que todo aquel que es ilustrado con la verdadera
luz de la fe, verá
claramente y conocerá las virtudes y méritos, la gloria y santidad de María; y
lo que de ahí se sigue, la reverenciará y venerará con gran devoción; mientras
que por el contrario aquel que, como lechuza, aborrece la luz, esto es, que no tiene
la de la verdadera fe, tampoco puede sostener la luz de la gloria de María.
CONSIDERACION III.
No solamente por el cielo y por la tierra
es honrada María Santísima, mas también el infierno oyendo su nombre muestra un
cierto reverencial miedo.
¿Acaso no se ha
visto ya muchísimas veces que los espíritus infernales han huido violentamente
de las personas que tenían oprimidas, a la vista de alguna imagen de esta
Señora, o al tacto de un rosario o escapulario, o al oír su santísimo nombre? ¿Quién
negará esta verdad que confirma la experiencia, fortalece la razón y corrobora
el sentido? Ciertamente que los
innumerables beneficios que María ha hecho a sus devotos, prueban que se le
debe gran veneración.
ORACIÓN
¡Oh
María! Yo te reconozco como Reina de cielo y tierra, y por eso
te venero. Yo te confieso como Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, y Esposa
del Espíritu Santo, y por eso te honro. Yo conozco también que estás llena de
méritos y virtudes, que eres Madre amabilísima, Virgen hermosísima, Patrona
poderosísima, y por eso te reverencio é invoco. Finalmente confieso que el
mismo Cristo usó contigo de suma veneración, según aquello: estaba (Jesús) sujeto
a sus Padres; y de aquí es que yo como cristiano nunca dejaré de venerarte ¡Oh María!
Virgen venerable, ruega
por nosotros.
P. FRANCISCO JAVIER DORNN
DEAN Y PREDICADOR DE PRIDBER
(1834).
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